Acá no pasa nada

En estos días surgió una discusión más bien menor en el panorama actual, pero que puede ser interesante. Quienes tienen el hábito de esporadicamente escuchar el programa radial Justicia Infinita (de 12 a 15 por Océano FM) a esta altura deben saber que suele aparecer un personaje denominado "Guerrillero paraguayo".

Esta pieza que colgamos aquí es un ejemplo, aunque lo más sustancioso del personaje son los diálogos con los conductores, donde con un acento muy marcado el paraguayo cuenta sobre los recitales donde tocan bandas como los Gansos Roses, Lenin Vengarán y Mercedes Rosa, todo auspiciado por marcas como Mike, Laridas y Ombro. Luego vende productos paraguayos: Yerba Cabañas, celulares Moquia, energizante Patorade, etc. Es decir, "de lo único que se ríe es de los productos con marcas falsas que históricamente se contrabandearon desde el Paraguay a nuestro país" (Justicia Infinita en Sitio oficial).

En estos días se generó una fuerte controversia nacida, como no podía ser de otra manera, en Facebook (el 25 de julio por si quieren buscar), y que se trasladó más allá de las fronteras, teniendo como súmmum la nota publicada en Brecha (http://ea.com.py/el-guerrillero-paraguayo-humor-crueldad-e-impunidad/) por un oyente paraguayo y algunos comentarios del tema de Ignacio Alcuri. 

La acusación central es que el segmento tiene una lógica racista y xenófoba hacia el pueblo paraguayo. El compañero paraguayo cita libros sobre psicología del fascismo en su artículo y dice que el "fascismo acostumbra incubarse, desde prejuicios y generalizaciones, en lo cotidiano, y nada más “inocente” que el chiste para alojarlo." A la vez harán denuncias en cuanto organismo internacional encuentren. Exagerado para mi gusto. Justicia Infinita dice que "resultan tan ridículas estas acusaciones fogoneadas por este señor Gustavo Zaracho desde el desconocimiento, el facilismo, su sobrante de tiempo, escasa capacidad de discernimiento, que no vamos a responderle más que ésto porque entonces sí, no tendríamos más opción que tomarle el pelo, pero no por su nacionalidad sino por simple pelotudo universal, violento y mala leche". No parece sano que un programa que vive del humor no tenga capacidad de aprovechar esto para discutir con un mínimo de altura sovre las consecuencias de sus actos, de reflexionar. La pregunta que se haría Gorzy es ¿Usted que opina?. Confesaré que no tengo una postura definida, simplemente me dedicaré a enunciar algunas de las premisas que se han dado y las preguntas que me he generado, invitando a usted a hacer lo propio y unirse al debate. La reconstrucción de la discusión está en Facebook y en la red, búsquela.

Quien inició la polémica se pregunta en la misma línea: "¿es burdo nacionalismo que te joda esto? quizás. pero mas allá de los nombres de los pueblos, promover la xenofobia, el desprecio entre ellos me parece banalizar historia, e incubar fascismos." Yo no creo que los conductores de Justicia Infinita tengan la más mínima intención de ser racistas, pero que no la tengan no significa que no caigan en un error. Tampoco me parece inteligente detenerse en la la calidad del producto como han hecho varios. Personalmente me divierte el personaje, aunque también me parece que el acento es malo y las publicidades no dan gracia, aunque sí los juegos de palabras con marcas truchas. Pero debemos obviar esto, porque la calidad no es lo que puede hacernos decidir si está bien o mal. Digamos, si el producto es xenófobo, no importa si es bueno. Si el mensaje es "los paraguayos son una manga de ignorantes, perezosos y embusteros", no importa con que letra esté escrito.

Los límites del humor es una cosa de la que se ha escrito mucho, y que suele volver al tapete periódicamente  Mi primera reacción en general es mandar al demonio cualquier crítica y gritar bien fuerte contra lo políticamente correcto que tanto detesto. Sin embargo hay que contemplar la posibilidad de estar equivocado. Dice Stewart Lee, un genial y para nada conservador humorista inglés, "que lo políticamente correcto ha ido demasiado lejos es una mentira abosoluta que permite a la derecha -que basicamente controla los medios de hoy día, y la política internacional- hacer parecer como unos amargos y aguafiestas a las gente de izquierda que se preocupa acerca de como la gente es representada (...) Y todas estas cosas (habla de hechos de racismo fuertes) han sido gradualmente erosionadas por la corrección política, y si hay algunas consecuencias negativas laterales (...) es un pequeño precio a pagar por los beneficios masivos y la mejora en la calidad de vida de millones de personas".

No sé si en algún momento en este blog políticamente incorrecto nos hemos detenido a discutir sobre el humor y sus consecuencias. El lenguaje estructura la sociedad, ya no hay dudas de eso, el pensamiento y las acciones se fijan fuertemente a través del lenguaje (no solo de la lengua hablada, claro está). ¿Y si nuestros chistes hacen mal? ¿Y si el "todos putos" solidifica un pensamiento homófobo? El otro día tuve la pésima idea de, en una fiesta y a altas horas, decirle puto a un gran amigo porque no quería tomar otro vaso de whisky. Con la mala suerte de que una referente en el área de género estaba al lado, con lo cual me gané un seminario instantáneo sobre lenguaje y machismo. Mi postura fue la de siempre, "yo no soy homófobo", "no tengo ningún problema con los gay", etc. Pero me quedé pensando, ¿tiene razón no?. ¿Qué pasa cuando yo digo eso y hay una persona gay al lado? ¿no es razonable que se sienta ofendida?

Como decía, mi instinto me hace pensar que no estamos equivocados, que nos reímos sanamente, que nuestro humor no reproduce lógicas racistas. Por otra parte, me tiene sin cuidado el humor contra las empresas, los políticos, la derecha, el poder, la iglesia y todo un montón de etcéteras, porque como bien decía Alcuri, reírse de los poderosos es un ejercicio necesario e incuestionable. Pero a veces, cuando tanta gente que uno realmente valora se siente ofendida, no cuestionarse si no estamos comportándonos como primates hablaría muy mal de nosotros.