Acciones afirmativas

Que las definiciones del fútbol uruguayo han sido históricamente aburridas, es algo que nadie pone en cuestión. No nos referimos al nivel de los partidos, sino al desenlace de los campeonatos: estuvimos casi medio siglo esperando que saliera campeón un equipo "no grande", y hoy parece que vamos nuevamente hacia un campeonato que solo admite ser ganado por Nacional o Peñarol. Lo que sigue es una serie de recomendaciones para frenar este proceso.

Años atrás, pude ver al periodista argentino Alejandro Fabbri hablando de su temor a la "uruguayización del fútbol argentino". No se refería a jugar en estadios destartalados semivacíos, o con camisetas marca MGR, no. Su temor radicaba en la posibilidad manifiesta de que Boca y River salieran campeones todos los años.

Es que el fútbol uruguayo tiene (y ha tenido siempre) un sistema que favorece la bipolarización. Todos nos quejamos de que Rentistas recibe a Miramar y se venden 67 entradas, pero... ¿qué estamos haciendo para revertir esa situación?

De momento, nada. Peñarol y Nacional son los que cobran más por derechos de televisación[1], son los que juegan casi siempre en las mismas canchas, son los que tienen un representante fijo en la Asociación Uruguaya de Fútbol, son los que logran que un árbitro deje de arbitrar si les echa un jugador, y una larga lista de etcéteras que ofician de eficaz resistencia al cambio. 

En Estados Unidos se dieron cuenta bien rápido, y crearon el draft de la NBA, donde el equipo que hoy salió último, mañana podrá fichar a un botija con condiciones, y así poder pelear con mejores armas el próximo torneo. Paralelamente, al que hoy salió campeón, le tocará quedarse con uno de esos jugadores que al cabo de quince años terminarán jugando en Larreborges, gordos, y con problemas de rodilla.

 

Tomando la política de "acciones afirmativas" del actual gobierno, vinculadas a favorecer con -por ejemplo- cupos en la administración pública a aquellos colectivos históricamente excluidos, elaboramos esta serie de recomendaciones para hacer de nuestro alicaído fútbol algo más competitivo e impredecible. 

1. Los grandes a todas las canchas y sin hinchas.

Hay un sinfín de estadios capitalinos que no están habilitados para recibir a los equipos grandes por no contar ni con la capacidad ni con los elementos de seguridad necesarios para dar cabida a los inadaptados de siempre. ¿Pues qué mejor solución que jugar exclusivamente con público local? Muerto el perro, se acabó la rabia. Basta ya de onerosas inversiones en cámaras de seguridad que no sirven para nada, y en alambrados que perjudican la visual del señor bien intencionado que acude a la cancha a putear al árbitro asistente, con el sano fin de descargar las tensiones aseguradas durante la semana. Incluso puede servir de acicate para los jugadores de equipo grande propensos a procesar negativamente la presión de sus hinchas.

2. Draft a la uruguaya.

Los equipos peor ubicados en la tabla del torneo anterior, así como los ascendidos, tendrán prioridad para fichar a los futbolistas uruguayos que vuelven a nuestras tierras tras haber fracasado en Europa o México.

3. Handicap.

Al mejor estilo del Supermatch, se elaborará una tabla que nivelará las fuerzas de los diferentes equipos. Por ejemplo, cuando juegue un equipo con un millón de dólares mensuales de presupuesto, contra uno de 20.000, el de 20.000 entrará ganando 2 a 0. De esta forma, a Nacional le va a costar mucho más ganarle a Sud América, y Sud América no va a tener que esperar a ir ganando para colgarse del travesaño.

4. Wild card.

Sabido es que, ante la duda, los árbitros favorecen al equipo grande. No lo hacen por ser hinchas de uno u otro, es simplemente un gesto instintivo, de autoconservación. Miran hacia una tribuna y ven miles de personas en actitud beligerante, posiblemente armados, que cantan canciones soeces en las que festejan la muerte y la destrucción del rival. Miran hacia la otra, y descubren un puñado de veteranos de boina entreverados con adolescentes que gritan vaya a saber uno qué. Pues bien, los equipos chicos tendrán hasta 3 comodines para jugar durante un partido contra equipo grande, con el que revertirán un fallo arbitral polémico.

No sé si tendremos tanta suerte como Fabbri (que pocos años después vio cómo River descendía y Boca salía último), pero capaz que una final Wanderers - River podemos llegar a tener.

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[1] Nótese que nombro a los grandes en orden inverso al inicial, como buen periodista deportivo; de todas formas, siempre el periodista es hincha del que nombra primero. Es decir, si alguien dice "Peñarol - Nacional, Nacional - Peñarol", es manya. Y viceversa. Pruebeló. Nunca falla.

Publicado en Brecha, 16/08/13.