Lo primero que entendés cuando salís de la estación del subte que te lleva del aeropuerto a tu destino, es que eso de que los autos van por la izquierda es algo más que un hecho anecdótico: puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
La clásica de los primeros días es: "dale que no viene nada". Pero sí, viene: mirás por la derecha y te viene un Berchie (nombre con el que los londinenses conocen a los ómnibus de dos pisos, en claro homenaje a la estrella de Espectador 810AM). Al principio es difícil no sentir que en cualquier momento morirás aplastado. Pero la sensación pasa rápido:
En las calles del centro, basta con mirar para abajo. Y ahí te dice: "mirá para ambos lados", "mirá para la derecha" o "mirá para la izquierda". Parece tonto pero no lo es tanto, ya que las bicisendas son, increíblemente, muy utilizadas por bicicletas y no tanto por camiones que descargan mercadería. Por lo que es normal que pienses que no viene nada y que te lleve puesto un Pepe Asconeguy británico.
Digamos que en las esquinas hay unos semáforos de botoncito. Apretás y te dice "Wait" hasta que te toca cruzar. Medio al pedo, porque lo lógico es que mires la luz y no el cartelito. Pero bueno, estás ahí y lo apretás igual porque querés ser parte. Uno supone que si no lo apretás, no cruzás más en la vida, pero no tuvimos chance de comprobarlo. Vale
la pena decir que hay muchos cambios de luces, y que tenés que tener cierta agilidad para cruzar en el tiempo que te asignan. Por citar un ejemplo, el Hormiga Alzamendi te cruza Regent Street en dos tramos porque no le da el pique corto.
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El botón del semáforo. |
Por último, algunos datos de la realidad:
- Por unos 1.500 pesos, te comprás un pase libre de subte y ómnibus para las zonas 1 y 2 (zonas en la que está el 97% de las cosas que querrás conocer). Parece caro, pero no lo es al ver lo eficaz que es el sistema.
- El sistema del subte funciona así: ponele que querés ir a tal lugar. Pongamoslé, al Big Ben. Te fijás en un mapa (o ponés en google) cuál es la estación más cercana (supongo que la de Westminster) y te fijás qué línea pasa por ahí. Las líneas están identificadas con nombre y color. Ponele que por ahí pasa la línea azul. Si por la estación que tenés cerca de tu ubicación, pasa la azul, es tan simple como subirse y bajarse donde corresponde. Si no pasa (que es lo habitual), te fijás en qué estación podés hacer conexión con la azul. Eso te lo marca el mapita, y hay mapitas por todos lados. Una vez en esa estación, te bajás, seguís las flechas (imposible perderse), y llegás a la línea azul. Ahí solo tendrás que tener cuidado en tomarte el coso en el sentido deseado: llegás a un lugar donde para la derecha el tren va para un lado, y para la izquierda por el otro. En ambos casos te marca el recorrido. Te fijás en cual de los dos aparece Westminster, y te vas para ese lado. Y listo.
- No usé mucho el ómnibus, pero funciona lindo: te va marcando cada parada, y las paradas están diferenciadas con letras. Entonces en lugar de decirte "tomate el 68 en Fernández Crespo y Colonia" te lo podés tomar en la parada O. Y si resulta que estás en la M, sabés que estás más o menos cerca. ¿Me explico? ¿No? Ah...
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De los peores autos que se dejan ver por la ciudad. |
- Es impresionante el nivel de los autos que circulan. El más feo es parecido al que se compró Casal ayer. Los fines de semana a la noche entran a pasar unos árabes en Ferraris y Lamborghinis que te dan cierta pena, porque no parece ser útil tener auto, si vas a todos lados en subte. Pero bueno. Otro flagelo son las motos tipo Kawasaki Ninja, que hacen picadas por las calles principales, hasta que al rato aparece la policía y se termina la joda. Nunca en mi vida oí tanta sirena policial y de ambulancia. A cada rato, ya forma parte del paisaje sonoro. Los patrulleros son de color amarillo fosforecente, al igual que las ambulancias. O sea, una porquería, pero imposible no verlos.
Bonus Track: foto avergonzante #1