Enredados en la Red (by Max)

De un tiempo a esta parte, Internet se ha convertido, o lo hemos convertido mejor dicho, en un servicio esencial.

Hoy tenemos la sensación de que sin el vital elemento podríamos sobrevivir tan solo unos minutos, como si fuéramos peces recién sacados del mar.

Obviamente que el advenimiento de “La Interné” hizo que la vida y las relaciones cambien, pero no siempre ese cambio fue para mejor.

Estimado lector, si aun se encuentra leyendo estas lineas, haremos un breve análisis de algunas situaciones cotidianas de nuestra niñez-pubertad y evaluaremos los verdaderos Pros y Contras de la denominada “Red de redes”.

 Cuantos disgustos le hubiéramos ahorrado a nuestros padres o tutores, cuando en el ocaso del fin de semana, en pleno ciclo lectivo, un domingo a las 22hs y justo antes del postre esbozábamos un tibio pedido...

“La maestra nos pidio que llevemos mañana un mapa del continente americano para geografía, una foto de un Oso Panda cagando, para la clase de ciencias naturales y la biografía de Perón para la clase de Ciencias Sociales...”

En ese momento mi viejo levantaba el sifón de soda con su mano derecha como emulando a He-Man, con la diferencia que en lugar de decir “Ya tengo el poder” decía...”Te voy a matar hijo de puta... todos los domingos la misma historia”

Acto seguido, ya con el postre cancelado, toda la familia unida intentando solucionar los pedidos caprichosos de la maestra. Mi vieja calcando el mapa en cuestión. Mi viejo tratando de convencerme que el perro que había recortado era casi igualito a un Oso Panda y mi hermana mayor trepada a la biblioteca buscando algún dato sobre El General.

Hoy la cosa hubiera sido más fácil, mi viejo diciendo “Pone América+Panda+Perón en Google y tenés la tarea hecha, eso sí, después dejale la compu a tu hermana que tiene que chatear con su noviecito de Ruanda”.

Claramente pulgar arriba para la Interne... aunque ver los ojos desorbitados de mi viejo era algo que no tenía precio.

Llegados a los 12 abriles, y con una revolución hormonal totalmente desmedida, descubrimos que la paja era el verdadero sentido de la vida. Y así pasábamos tardes enteras fustigándonos en el baño mientras Mama se hacia la desentendida en el living mirando la novela brasileña de la tarde.

En esa época, si no tenías un hermano más grande a quien robarle alguna revista non santa, estabas frito. Ver una teta o un culo era una verdadera misión imposible. Ni hablar de tener un felpudo a la vista.

Subiéndome a un tren de confesiones, yo le echaba mano al revistero donde mi vieja dejaba revistas alemanas que le traía mi abuela. Parece ser que ya, en los principios de los 80, los Germanos eran seres liberales y no tenían empacho de ilustrar las publicidades de crema Nivea con alguna mina en bolas.

Otra opción era recurrir a la memoria emotiva y darle rienda suelta a las imágenes que habíamos grabado en nuestras retinas al ver medio de contrabando alguna película de Olmedo y Porcel.

Hoy por hoy la tarea es mucho más fácil. Ya todo está a la vista y no queda nada por descubrir.

Con poner teta o culo en Google se puede llegar a colapsar la red de la cantidad de imágenes que tiene para mostrarnos. La informática claramente rompió la magia.

Es más, hoy por hoy, los pibes a los 12 ya no le sacan lustre al sable... van directo a los bifes.

Y por último las relaciones con el sexo opuesto, o del mismo sexo, no vamos a dejar afuera a una parte de nuestros lectores. Estamos en un blog gay friendly que joder...!

Cuantos de nosotros nos hubiéramos muerto vírgenes sin este gran invento. Tampoco es que con la Interne garchemos a lo pavote, pero de tanto en tanto alguna presa cae en nuestras redes.

Si de purrete no te gustaba ir a bailar, las chances de acercarte a una mujer se veían reducidas a su mínima expresión. Y por qué no nos gustaba ir a bailar? Seamos sinceros.. porque la pasábamos como el culo. No podíamos hilvanar dos frases sin tartamudear y si alguna piba se nos acercaba era para que le cuidemos el saco para ahorrarse 5 pesos del guardarropas.

Detrás de un teclado la cosa cambia. Nos sentimos un pichón de Brad Pitt y pretendemos no dejar títere con cabeza. 

Podemos ser la clase de hombre que aquella solitaria fémina pretende que seamos. Pura actuación digna de hacerse acreedor de un Globo de Oro.

Con un poco de orden, podemos ser la envidia de cualquier esquizofrénico, tan solo basta recordar una serie de usuarios y contraseñas y ya podremos darle rienda suelta a nuestras múltiples personalidades.

Tan solo debemos afrontar un riesgo... el momento de la verdad. El face to face.

Ahí no hay teclado que nos salve, ni Photoshop que se apiade de ella. Pero si fuimos lo suficientemente hábiles en la previa cualquier patinada pasara casi desapercibida.

(COMO SIEMPRE, LA PERMANENCIA DE ESTA COLUMNA ESTÁ SUJETA A LA DEFINICIÓN POR PORONGAVERAGE)