Murga es el imán fraterno...

LAS MURGAS DE LOS 70, LAS MURGAS COMPAÑERAS Y LAS MURGAS JÓVENES

Si bien mis recuerdos de las murgas de los 70 hay que tomarlos con pinzas porque era todavía un niño y muchas veces prefería correr y jugar, presté bastante atención y algo quedó. Hoy muchos reverencian –y endiosan- aquel estilo y califican a las murgas actuales como “que ya no son murgas” y “que no saben cantar”.

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Lo primero que puedo decir es que salían muchas más que ahora; concursaban no menos de 30 o 35, no había limitaciones para ello. Naturalmente, el nivel era muy desparejo y varias veces se presentaron en el Teatro de Verano algunas que no se sabían bien las letras o que equivocaban quien tenía que pasar a hacer un solo en alguno de los 2 o 3 micrófonos. O sea, se podía tachar de un saque a unas 20 de ellas por no tener ningún interés.

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Las murgas en aquella época se plantaban bastante quietos en el escenario y casi todos los integrantes mantenían esa posición en toda la actuación. Había un saludo, un popurrí, un solo cuplé y una siempre sensiblera despedida. No se cambiaban el vestuario –eso lo inició la Falta en el 84 con el cuplé del Miedo- excepto por algún disfraz que se ponía el cupletero. El ritmo de la actuación solía ser mucho más lento y menos frenético que ahora –lo cual no es necesariamente un defecto- y variaban muy poco de música; los cuplés solían tener uno o dos motivos nada más. Yo no tengo estudios musicales pero si bien reconozco que algunos solistas de entonces podrían enseñar varias cosas imprescindibles a los que cantan ahora, pocos recuerdan que era un chiste frecuente decir que a las murgas no se les entendía nada. Muchas veces la gente le preguntaba a los que tenían al lado: ¿qué dijo, qué dijo?

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¿Qué se cantaba, entonces?. En los popurrís, que prometían criticar “sin piedad” o “dando leña”, se solía hablar de la televisión, de Peñarol y Nacional o de lo ridículas que se vestían las jóvenes, cuando no se hacía algún chiste zafado que no tuviera nada que ver con lo que había pasado en el año. Lo mismo los cuplés: se construían “personajes”. Recuerdo que muchas veces ganaba como mejor cuplé el que hacía Carlitos Scarpelli en Los Nuevos Saltimbanquis con libretos del Coco D’Andraya: el gallego que quería desmentir que los españoles eran brutos, el tano que cuidaba un estacionamiento, el casamiento en Carrasco donde el tipo dijo que su novia mejor se casara con otro que estaba ahí y andaba con ella (basado en una “leyenda urbana”), el inglés que se metió en el dormitorio de la Reina. Esos eran los mejores, pero había mucha mediocridad. En 1974 ganó “Don Timoteo” con un cuplé de un tipo que enseñaba a hablar en chino con chistes como: “-¿Cómo se dice “novia” en chino?; “-Noprobó, noprobó”; “-¿Cómo se dice “esposa” en chino?”; “Yaprobó, yaprobó”. En 1977 hubo una exportación de cotorras no sé a qué país; como se imaginarán, la mitad de las murgas hizo su cuplé con ese tema

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No quiero dejar de mencionar que hubo un juez de fútbol –creo que se llamaba Juan José Rodríguez- que lo echaron del referato por salir en los Nuevos Saltimbanquis, acusado de “quitarle seriedad a la profesión”.

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Creo que el mojón que marcó un cambio fue la inolvidable “Murga La” de Falta y Resto en 1983, un cuplé sobre una agrupación que no tenía letra, que no tenía vestuario ni componentes pero que igual fue prohibida. Comenzaban de a poco a imaginarse otros tiempos –creo que ni el concurso ni la gente hubiera aceptado esa propuesta cinco años antes- y la murga del Flaco Castro se animó a otras cosas.

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Y el cambio fue de a poco; llegó antes el mensaje opositor año a año más explícito que la renovación artística. Cuplés como “Juan Pueblo” de Araca la Cana, “Los deditos” de la Reina de la Teja o “Arturito” de los Diablos Verdes eran realmente murga al viejo estilo pero con un contenido nuevo. Incluso, la irrupción de la BCG con la novedad de que los murguistas bajaban del tablado y jugaban con la gente era más que nada la introducción de algunos conceptos teatrales en el carnaval.

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Para rastrear a la renovación hay que seguir a la Falta: de 1983 al 85 se fue haciendo más política y directa. La despedida de ese último año (“Alerta”) era poco menos que un llamado a tomar los fusiles y hacer la revolución. Inesperadamente, en el 86 con “Bananita” González entran riendose de sus propias exageraciones y al año siguiente hacen el autocrítico cuplé “El deschave” que genera la ira de varios directores de murgas “compañeras”.

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En esos tiempos comenzó la polémica de las murgas “de la Unión” contra las “de la Teja”, llamadas así porque básicamente las murgas “tradicionales” salían del primero de esos barrios (Milonga Nacional, Saltimbanquis, Nueva Milonga) y las “compañeras” del otro (Araca, Reina, Diablos Verdes). Una simplificación, como tantas -La Falta salía de Capurro- pero sí dos bandos muy enfrentados. En 1989, año electoral, se hizo famoso el entonces edil Daniel García Pintos vociferando que la gente iba a olvidarse de sus problemas al tablado y determinadas murgas sólo se dedicaban a hacer propaganda política.

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Hay bastantes razones para sospechar que en los últimos años de dictadura el jurado tenía “prohibido” –capaz que las comillas están de más- darle el primer premio a una murga “de la Teja”. Algunos argumentaron en su momento para defenderlas, absurdamente, que el concurso tendría que darle el premio a las murgas más populares y que llevaran más gente. No hay que olvidar, por otro lado, que el jurado de Carnaval –como otros jurados de manifestaciones artísticas- suele ser bastante reacio a aceptar fácilmente novedades y renovaciones. En todo caso, fue una vergüenza histórica que Araca no haya ganado en 1987 con el mejor coro que yo haya escuchado jamás, sólidas letras, audacia musical –como nunca-, humor y enormes solistas. Pero, claro, la despedida –cantando la Misa Criolla de Ariel Ramírez- hablaba de lo chorros que eran los jurados.

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En 1991 gana por primera vez Contrafarsa y al año siguiente pierde insólitamente la Falta –el año de los espejos y “la Loquilla se divierte”- y nunca volvió a su nivel, por lo menos con propuestas audaces. La murga de Sayago fue marcando un nuevo estilo con más riqueza y cuidado musical, menos predominio de los cupleteros, con cuidado en la puesta en escena y otros elementos teatrales –muy criticados, por cierto- más vértigo y mas ironía en sus mensajes políticos. Al madurar, predominaron en la categoría junto a unos Diablos que habían evolucionado en un mismo sentido, aunque en este caso con excelentes cupleteros como Albino Almirón, Charly Alvarez y José Dorta. Fue un período brillante de la categoría e incluyo también cuando en 2004 ganaron los Curtidores de Hongos con el “Desalmadero”. Hasta los ganadores del concurso eran indiscutibles, creo que por primera vez en la vida.

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Todo bien, pero llegaron las “murgas jóvenes”, fruto más que nada de que existen espacios nuevos –municipales o talleres- para integrarse a la categoría y aprender el oficio. En 2005 gana por primera vez Agarrate Catalina –haciendo historia con el Pepe Mujica y la Julita Pou- y comenzaron las polémicas nuevamente, especialmente con La Mojigata. Polémicas bastante agresivas y extremistas.

Ni siquiera me queda claro –puede ser mío el problema- qué es exactamente lo que se está contraponiendo. ¿Murgas “viejas” panfletarias y solemnes de un costado del ring y murgas “frescas” irreverentes y renovadoras del otro lado?. ¿No será solo un problema de las tensiones del recambio generacional?.

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Ni todas las murgas viejas (no sé qué termino usar) son panfleto y manija –estamos lejos del 84- ni todas las jóvenes son LA revolución estética. La Reina, que está en crisis, sería el último exponente de la primera categoría porque creo que lo de Araca es otra cosa. Las otras creo que nadie puede compararlas a las del final de la dictadura (recuerdo algunas que no quiero ni nombrar que eran más embolantes que leer “El Capital”) y están en plena etapa de procesar que el partido que apoyaron siempre ahora está en el gobierno y no saben si ser oposición u oficialismo.

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Una murga como Queso Magro es promisoria y tiene ideas pero no es la octava maravilla del mundo; La Mojigata es una apuesta interesante por su feismo pero lo peor que podrían hacer es quedarse en eso. Finalmente, la Catalina es indudablemente la mejor pero es mucho más “tradicional”.

BONUS TRACK

Una vez vi en una primera rueda en el Teatro de Verano a una revista -vamos a decir el nombre, nomás: "Onix"- que se tuvo que bajar de la actuación por el abucheo de la gente. Es más, jugaba Peñarol en Bolivia por la Libertadores -como verán, el recuerdo es muy antiguo- y ante un gol aurinegro la gente, que lo seguía por la tele del carrito de los chorizos, se puso a gritar tapando la actuación. El público protestaba fundamentalmente por la ordinariez obvia de los "chistes" del bastante gay actor principal. Nunca olvidaré la cara que ponía cuando le gritaban que se bajara y aplaudían -unicamente- a una niña bailarina, aconsejándole a viva voz que se fuera de ese conjunto.

(Próxima semana: A desasnar, a desasnar, muchachos esta noche. Las distintas categorías y el concurso. Reclámelo a su canillita).