Las mujeres son todas iguales

Creo que nunca les conté sobre mi efímero amor. La cosa fue así: yo me encontraba atendiendo la caja del Mc Donald's, cuando la vi llegar. No muy alta, no muy flaca, no muy linda. No muy limpia, ahora que lo pienso. Pero con ése qué sé yo.

Estaba como a dos metros de mi posición, y con 4 viejas por delante, acompañadas por sus insoportables nietos y en la búsqueda de la correspondiente cajita feliz. Pero de todas formas la atendí a ella primero, poniendo cara de circunstancia, como intentando hacer obvio lo incomprensible.

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- ¿Qué llevás?

- ¿Me toca a mí? Bueno, un combo 1 con coca light.

- ¿Querés agrandarlo por 15 pesos más?

- Bueno, dale.

- ¿Para acá o para llevar?

- No, para acá.

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Bueno, ahí comprendí la indirecta. La mina estaba conmigo, bo. Porque con la pinta de zaparrastrosa que tenía, mirá si le iba a estar sobrando la guita para agrandar el combo. Que si sacás los cálculos te querés matar, son 3 papas más y dos hielos que le agregamos, nada más. Seguro que me dijo que sí para caerme bien.

Lo cierto es que al cabo de un rato cacé la jarra de café y le fui a ofrecer.

- Pero yo no tomé café.

- No importa, gentileza de Ronald.

- Pero no me gusta, me da acidez.

- Bueno... ¿y qué te gusta? Porque a mí me gustás vos.

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No sé si fue bueno o malo, pero sonrió y me empezó a pedir. Un Mc Bacon, un sundae de frutilla, otra coca, un Mc Swing y una Mc Crispy para llevar, que se me descontarán de mis próximos ingresos. O egresos, porque creo que voy a terminar debiendo plata.

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Para hacérselas rápida, la mina -Laura Carina, se llama- se fue, pero me dejó su celular. Mi amigo Walter me aconsejó dejar pasar unos días, "si hay hambre que no se note", acotó. Me costó pero lo logré.

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Ayer la llamé. Me atendió una voz mucho más varonil que la mía. Dije "perdón", y corté.

Lo dicho: son todas iguales.