sábado, 2 de mayo de 2009

Fútbol solidario

En plena epidemia de la peligrosísima gripe porcina (flagelo mucho más temible que el de la pasta base, cuyo precio se disparó por efectos de la crisis internacional), nos permitimos analizar cómo nuestro subvalorado balompié puede llegar a ser un verdadero bastión en la lucha por combatir el citado mal de origen mexicano.

Al día de hoy, los uruguayos tenemos dos preocupaciones: la vuelta de Tinelli, y la gripe porcina. De la primera no hay cómo zafar. La sola mención de personajes tales como “Pachu y Pablo” o “Leo Oso” nos obligará a verlo al menos una vez, solo para comprobar que el público se renueva, pero las ideas no.

Con efectos casi tan temibles, emerge la poderosa gripe porcina. Enfermedad que tuvo la capacidad de pasar –a una velocidad sideral– del genuino anonimato al sitial de máxima amenaza para la raza humana, desplazando a males legendarios como Osama Bin Laden, la bomba atómica, o el Aedes Aegypti.

En el ámbito del fútbol uruguayo, se ha venido trabajando denodadamente en el combate de la nueva peste, aun antes de que ésta llegara a nutrir los titulares de nuestros noticieros televisivos (junto al conflicto del Casmu o a la visita de la señora gorda Victoria). No en vano cada jugador oriental que llega al fútbol mexicano, sabe que nunca más será citado a la selección. Y como si fuera poco, el único futbolista de aquel país que alcanzó a llegar a nuestras costas allá por 2002 –un tal Gilberto Jiménez– prácticamente no jugó ni medio minuto.

Pero la cosa no queda allí. Las recomendaciones del Ministerio de Salud Pública instan a evitar la concurrencia a espectáculos masivos. Algo para lo que nuestros dirigentes han venido luchando a capa y espada desde principios del siglo pasado: las escasas concurrencias registradas, lejos de responder a una merma en la calidad del juego o al desinterés de la afición, son el fiel reflejo de una eficaz política directriz tendiente a desalentar las aglomeraciones humanas.

Por otra parte, toda lucha ante un rival poderoso, necesita de un líder carismático. Lo fue Artigas ante los españoles, Obdulio ante los brasileños, el Chengue ante los australianos. Hoy, el líder tiene poco pelo –pero largo–, usa guantes y ropa suelta, tiene un andar cansino y una tonada aporteñada que se deslinda de sus orígenes cuasi caribeños.

Carlos Fernando Navarro Montoya es lo más parecido al Che Guevara que nos ha tocado experimentar en los últimos años. Un Che menemista, claro está, pero no por ello menos libertario. Un hombre consagrado que llegó a un humilde equipo de provincia comandado por un empresario carente de escrúpulos, con el solo fin de devolvernos el amor por el juego, la fe en nuestras convicciones, el sueño de un mundo mejor. Gracias a este veterano guardameta, hoy en día un puñado de jovenzuelos tacuaremboenses siente que vale la pena estar vivo, reafirmando que cuando un grupo de uruguayos trabaja en pos de un objetivo común, ninguna empresa es imposible.

Es de esperar que el Mono encabece un movimiento que termine paralizando a nuestra competencia local y a nuestra selección, alejándonos no solo de la peligrosa Sudáfrica, sino fundamentalmente del repechaje con algún combinado de la CONCACAF, verdadero caldo de cultivo de la mortal epidemia.

Y ahí sí: ni bien las potencias futbolísticas vean mermados sus planteles (producto de estar un mes conviviendo en tierras de Mandela con esos pícaros mexicanos que siempre se las ingenian para clasificar), será tiempo de emerger de las cenizas cual Centro Atlético Fénix, recuperando los sitiales de privilegio que quizás nunca debimos haber abandonado.

Por eso, y por muchas cosas más: gracias, Mono.

(Publicado el 2/05/09 en Guambia.)

6 comentarios:

Alvaro Fagalde dijo...

Viendo a Defensor-Danubio se me ocurrió una nueva versión de Separados al nacer: Diego De Souza y Tony Parker (el de San Antonio Spurs); Rivair Rodriguez y Kevin Garnett; Martín Silva y Jorge Drexler (para salir de la nba).
Eso sí, Carlitos Díaz sigue sin parecerse a nada.
P.D.: ya sé que no tiene nada que ver pero tenía que decirlo

Andrés Reyes dijo...

Me encantó tu propuesta. La de Silva y Drexler no la veo... a menos que sean Clyde Drexler y Darío Silva.

Alvaro Fagalde dijo...

bueno, tambien le digo a la gorda que se parece a Angelina Jolie.

Rafa dijo...

buenisimo el articulo andrés..
ahora viendo defensor-danubio está confirmado que es un clásico,en su característica mas encumbrada: son 90 minutos espantosos!,,y para peor no hay un tio sanchez y su apego por la joyería,o un chengue pesuteando a un desaparecido manriquez,. o un nicola saliendo a los manotazos como ciego nuevo...

El Nacho dijo...

A Dario Silva le falta algo para parecerce a Clyde Drexler.

No se que es!....algo.

Capaz que es que Clyde es un poco mas negro!

Anónimo dijo...

El Chancho Dadomo jajaja

muy bueno Andres!

ah, los parecidos de alvaro me parecieron muy buenos, sobretodo De Souza y Parker jaja