Peñarol ganó un
clásico que será recordado menos por los goles de Jonathan Rodríguez que por
los incidentes generados en la tribuna Ámsterdam. Sin ánimos de pensar si es
mejor o peor el que exhibe una bandera robada que el que reacciona destrozando
un estadio, asumiremos que delincuentes con camiseta hay en todas las
hinchadas, y que si algún día realmente queremos que el nivel de nuestro fútbol
local esté más o menos acorde al de nuestra selección, deberíamos empezar a
pensar en alejarlos definitivamente de las tribunas, antes de que terminen de
destrozarlas.
(Publicado en Brecha, 29-11-13)
Algo encuentran estas personas en el fútbol que los insta a
sentirse libres de cometer todo tipo de exabrupto sin temer represalia alguna.
Algo ha generado el fútbol para que tamaños delincuentes se sientan apañados.
Algo que también encontraban -por ejemplo- en la tristemente recordada
"Noche de las Luces", que en sus últimas ediciones no fue más que una
aglomeración de gente en la que el show de fuegos artificiales precedía al
vuelo de las botellas y los saqueos. Claro que Canal 10 hizo lo que debería
hacer la AUF: clausuró la "máxima fiesta popular". Usted me dirá que
salvo Humberto de Vargas, el hombre que prendía la mecha y los pobres tipos que
salían disfrazados en el "Desfile de la alegría" nadie habrá sufrido
demasiado, y que en cambio hay muchas familias que viven del fútbol (las de los
laterales izquierdos, vendedores de garrapiñada, etc.) Pero algo convendría ir
haciendo.
La muchedumbre, de por sí, no genera disturbios y violencia.
Por ejemplo, hay mucha más gente en el hall de un Moviecenter un sábado de
vacaciones de julio de la que había el domingo en la Ámsterdam. Sin embargo, no
tengo registros de que haya habido incidentes al grito de "la gente vino a
ver Kung Fu Panda, y la gente va a ver Kung Fu Panda", o que hayan
empezado a volar butacas si la película demora en arrancar, o que se hayan
registrado enfrentamientos entre hinchas de Pixar y de Dreamworks. Y eso no
ocurre no por falta de ganas, sino porque en el shopping uno presume que si
delinque, al cabo de dos minutos tendrá un par de patovicas con walkie-talkie dándole piñazos en la
nuca.
Pero en una hinchada de cuadro grande, eso no ocurre. Ya de
entrada no hay policías a la vista. Para seguir, y gracias al discurso
inaugurado por el recordado programa "El Aguante" y reproducido en
nuestros días por casi todos los programas deportivos rioplatenses, las barras
tienen instaurado una lógica que fomenta la agresividad. La mejor hinchada ya
no es la más fiel ni la más colorida. Es la más violenta, la que roba banderas,
la que agrede a los policías de turno, la que mata.
Los líderes de las barras logran legitimarse hacia adentro y
hacia afuera porque parecen ser los únicos capaces de controlar a los
violentos. Ése es el principal mérito de los líderes de las barras: el habernos
convencido de que solo otorgándoles el monopolio del uso de la fuerza dentro de
las tribunas cabeceras, tendremos paz. Por eso no hay policías en la Ámsterdam:
los "referentes" de la barras pueden hacerlo mucho mejor. No sería de
extrañar que algún candidato a la presidencia de la oposición base su política
de "mano dura con la delincuencia" en tomar como ejemplo a los jefes
de las barras, esos verdaderos "Rudolph Giulianis" del subdesarrollo[i].
Cuando Antonio Pacheco -seguramente con las mejores
intenciones- va hasta la Ámsterdam a pedirle a los "muchachos" que
aflojen un poco, cuando Jorge Gonçalves los recibe en pleno Palacio Peñarol
para confesarles su deseo de haber mantenido relaciones sexuales no consentidas
con jugadores de Nacional, y cuando la dirigencia tricolor permite que uno de
los "referentes" de la "Banda del Parque" dé una
conferencia de prensa en el Gran Parque Central, se está reproduciendo este
modelo.
***
Este espacio busca trascender el diagnóstico barato, y va a
la búsqueda de propuestas factibles para combatir los males de nuestro fútbol.
Para muestra, un botón.
Al Bicho le gusta esto
Estamos cansados de ver cómo los hinchas de diferentes
equipos se dedican amenazas vía facebook.
La clave está en que el Ministerio del Interior pueda hacerse un perfil
"trucho" (su nombre puede ser "El Rocho del CAP" o "La
Yessy Bolsilluda") desde el cual individualizar a los insurgentes, quienes
tienen vida social, van a clase, a la fábrica, a la oficina. Será cuestión de
identificarlos y de detenerlos en esos ámbitos, donde no tendrán el respaldo de
la masa.
Derecho de admisión
Todos y todas sabemos que a los boleteros de la AUF y a la
policía se le complica frenar las avalanchas de hinchas que pretenden -y
logran- entrar sin entrada. Pues a grandes problemas, grandes soluciones:
dejémoslos entrar, pero no los dejemos salir. Un par de candados en el portón
serán suficientes para que se vayan entregando de a uno, ni bien se acaben las
existencias de chorizos y coca.
Pulseras electrónicas
La idea es sencilla: los hinchas más díscolos serán
obligados a llevar una pulsera que se activará los días de partido, de forma
que si -por ejemplo- un hincha de Peñarol violento se acerca a menos de un
quilómetro del Parque Batlle, da aviso a la policía (no aplicable a los
partidos que Peñarol juega fuera del Centenario, algo que afortunadamente no
sucede desde 1972). Para comodidad de los "condenados", las pulseras
vienen en varios colores a elección: amarillo y negro; rojo, azul y blanco;
celeste y blanco; violeta (con funda para poner el ipod incluida); etc.
***
Ojalá alguien tome la decisión de hacer algo al respecto. Pues
de otro modo, quienes amamos ese deporte que te obliga a prestar atención
durante 90 minutos más descuentos[ii],
nos veremos obligados a alejarnos, de a poco, de los estadios. O a visitarlos
solo cuando juegue esa selección uruguaya que, por ahora, y acaso gracias a que
es moda, se mantiene al margen.[iii]
[i] Rudolph Giuliani fue un famoso alcalde de Nueva York,
famoso por haber reducido la delincuencia en dicha ciudad.
[ii] La principal ventaja del fútbol radica en que el
momento más emocionante del partido puede ocurrir en cualquier momento. En
cambio, uno puede decir que vio un partido de básquetbol si miró el último
cuarto (nadie dirá "¿viste qué buena estuvo la bandeja que metió el Panchi
Barrera cuando iban 13 a 11?"), uno de tenis si vio el último set, o una
carrera de Fórmula Uno si vio la partida y la llegada. Claro que la ventaja se
vuelve desventaja cuando uno está casi dos horas viendo un partido esperando una
emoción que finalmente no llega.
[iii] Habría que averiguar quién fue el iluminado que
decidió obsequiarles aquellas banderas gigantes a los barrabravas de Peñarol y
Nacional, para que las desplegaran durante los partidos de Uruguay, en una
suerte de mensaje de confraternidad que nadie alcanzó a entender del todo. No
es casualidad que la aparición de esas banderas coincidiera con la crisis de la
selección, y que ni bien desaparecieron, el equipo de Tabárez retomó la senda
del triunfo.
12 comentarios:
Está inspirado señor director!! Hasta hace unos minutos lo consideraba un chanta, ahora es un chanta creativo y reflexivo.
Vamolosriche!
Aplaudo de pie.
Hay gente que compró Kung Fu Panda y va a ver Kung Fu Panda. Mágico.
Con mucho respeto digo que no entiendo el artículo.
También digo que no puede ser tan difícil meter en cana a los que rompieron todo, incluso los dientes del granadero.
Si la gente que va al fútbol está podrida de esto, no vayamos más. Reyes, organizate eso, no van más periodistas, ni público. Van a ver como Damianito y H se ponen las pilas para identificar y procesar a los delincuentes. O miento yo? Eh? Miento?
Y basta de mujeres comentando fútbol o cualquiera de sus derivados.
Comparto que esto se fue de mambo y no debe demorar en encontrarse una solución que vaya encauzando el asunto. Creo que el derecho de admisión es el camino, hay que ver como se aplica.
"Que sponsor la violencia"
Horacio Buscaglia.
Ponés a Brecha como pantalla.
Da la cara cagón. Y no te lo escribo en una servilleta.
Esto es el Albion, nene. No te animás a pasar por la puerta de la cancha.
Muchas gracias por los conceptos. Y para Brunzo: chupádmela.
Coincido! Muy buena reflexión!
chupenmela bien chupada.
en ese partido no había más de 40 mil seres humanos, en un país de millones y monedas, es algo así como el 12 o 13% de la población. a que voy... me importa tres carajos lo que pase adentro del estadio y ese día les aseguro que dejas el auto con la llave puesta en la rambla y nadie te lo toca, la playa de pocitos era un espectaculo. tonces... si prosperan ideas como las del "bicho reyes", tamos jodidos, más vale que sigan todos encerrados ahí adentro que al menos dos veces al año durante unas seis horas, el resto de país goza de una seguridad digna de islandia. sino consulten como bajan las denuncias de robos, rapiñas y hurtos durante los encuentros clásicos en el mismisimo observatorio del Ministrio del interior (esto último es verdura pero le da un peso increíble a ni fundamentación)
me falto el tres millones (gracias Jaime) además debo agregar el clásico BIMBO, así que son tres jornadas anuales de seguridad plena
Muy bien Reche muy bien!
Tengo hambre.
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