domingo, 11 de diciembre de 2011

CUENTO: Bzzz

"Bzzz"


Anoche tuve una lucha a muerte con un mosquito. Evidentemente la parte de muerte
corría para el lado del mosquito, no para mí que, a menos de que se tratase de un aedas
aegipti portador de dengue, solo corría el riesgo de ser picado o soportar un molesto
zumbido toda la noche.
Prendí la radio, apagué la luz, me saqué los lentes y me acosté en procura de un
merecido descanso. Cerré los ojos, dos minutos y "bzzz", por primera vez, zumbándome al oído
mi enemigo me invitaba a la batalla. "Bzzz". Intenté ignorarlo, soy un tipo pacífico, me
tapé las orejas con la frazada pero hacía demasiado calor, entonces empecé a meditar sobre
el hecho de aceptar el duelo, prender la luz y enfrentar a la bestia.
"Bzzz", me calenté, prendí la luz, me puse los lentes, miré para todos lados y lo
ví, posado en la pared, al lado de la cama. Con un golpe fuerte y rápido, terminé con su
vida. No me siento culpable por esto ya que la misma terminaría inexorablemente de forma
natural unas horas más tarde. Me saqué los lentes, apagué la luz y me acosté triunfante.
"Bzzz". La puta madre que lo parió, no, no había revivido (creo que un mosquito
zombie hubiese sido demasiado), había otro. Lo pude constatar porque, al prender de nuevo la
luz, la mancha, recuerdo de la vida pasada de su condenado congénere, seguía ahí, al lado de
la cama.
Me acosté, luz prendida, lentes puestos mirando el techo y las paredes, casi sin
mover la cabeza, mero movimiento ocular. El muy vivo tampoco se atrevía a arrimarse con la
luz prendida, cagón.
De golpe, lo vi. En la pared de en frente, a los pies de la cama, bien alto. Me
acerqué sigilosamente para corroborar su existencia y descartar la posibilidad de que se
tratara de una pequeña mancha negra.
Era él.
Pero había un problema, estaba a una altura considerable a la que no llegaba
simplemente desde el piso y que, incluso al subirme a la cama, noté que precisaría un objeto
contundente que me sirviera de extensión manual.
Agarré una alpargata (no recuerdo si la derecha o la izquierda y, ahora que me pongo
a pensar, creo que las alpargatas no responden a esa categorización (este paréntesis fue al
pedo, y este también)), me subí a la cama y me di cuenta de que no sería tan simple, tendría
que soltar la alpargata y pegarle en el aire porque así y todo no llegaba a pegarle
directamente.
Ensayé hipotéticamente el golpe durante unos segundos, largué la alpargata y vi
claramente, como si de una cámara lenta se tratase, cómo el muy hijo de puta se escapaba por
medio milímetro.
Me desquicié, salté de la cama al piso, recogí la alpargata y busqué rápidamente con
la vista. Ahora estaba en el techo. Si no llegaba a lo alto de la pared, la tarea de pegarle
en el techo sería prácticamente imposible. Pero si algo nos enseñaron el afortunado Muñeco
Gallardo y el desafortunado Gregorio, es que nada es imposible. Ese campeonato que parecía
ganado para él y totalmente perdido para mí, podía revertirse.
No fue el caso. Me picó toda la noche (Peñarol nomá). Disculpe si lo aburrí con el
cuento, señor. ¿Me podría decir cómo se llaman las tablitas "más" ahora?

5 comentarios:

elCofre dijo...

Y no me rompan las bolas con la tormenta.

Vesubio dijo...

tanto cuento para hacerle los mandados al triste gregorio.

las tabletas se llaman fuji ahora.

Rodrigo Vagoneta dijo...

Las tabletas Más ahora se llaman Fuji, lo que hace pensar en la posibilidad de que tengan un modo cámara de fotos, por qué no.
Pa mi las alpargatas sí tienen izquierda y derecha, las mías por lo menos.
Y buenísimo el cuento, Gjoffe! No repitas mucho lo del mosquito muerto porque desde el episodio del perro asesinado en Nueva Palmira, las organizaciones protectoras de animales estan medio sensibles...

SofíaBD dijo...

repelente en las orejas para que no escucharlos

Alvaro Fagalde dijo...

lo hubieras matado con el olor a patas.