Manos celestes

Las recientes performances de los arqueros del combinado nacional reavivaron una polémica, que podía sintetizarse más o menos así: hace tiempo que no tenemos un arquero que te ande bien dos partidos seguidos. Por no decir lisa y llanamente que Muslera ha venido mandándose una cagada tras otra desde el partido con Corea, y que Castillo nos caerá muy simpático con su look de Guenoa, pero cada vez que juega se come un gol pavo. Lo que sigue es un top ten de los arqueros más representativos de los últimos 30 años de nuestra selección.

10- Jorge Seré

Jugó pocos partidos con la selección (recordamos uno contra Italia, en el que quedó petrificado ante un tiro libre de Baggio), pero su presencia en este ranking se debe a que renunció porque no quería ser suplente de Zeoli y Eduardo Pereira. Hizo bien, porque después Tabárez trajo a Álvez y se hubiera quedado afuera del plantel. Actualmente usa Hawaiian Tropic en la pelada y opina en VTV.

9- Gualberto Velichco

Atajó en algunos amistosos durante el año 85. Capaz de mandarse la atajada más inverosímil y la cagada más infantil en la misma jugada. Siempre quisimos verlo mejor ubicado que Seré en alguna lista, y hoy nos damos el gusto.

8- Celso Otero

No tenemos muy en claro si alguna vez jugó un partido, pero estaba en el póster del 86 y nos cae simpático.

7- Eduardo Pereira

Más bien limitado técnicamente, y con un look desalineado (pelo, bigotes y pantalones largos, con una toallita emergiendo de su camiseta), pero se mandó flor de atajada en el 87 ante el malogrado Funes, y se ganó un lugar.

6- Sebastián Viera

Ahora todos dicen que es un metrosexual venido a menos, pero en su momento todos se rasgaban las vestiduras por el auténtico “Ángel del Arco”, apodo regalado por Rodrigo Romano una vez que sacamos un punto de pedo en la altura de La Paz colgándonos del palo de un modo vergonzoso. Su relación con Rocío Marengo afectó su imagen pública.

5- Gustavo Munúa

Fue una de las principales víctimas de la Era Carrasco (sin ir más lejos, fue el arquero en el 0-3 ante Venezuela). Después se comió un par de goleadas ya con Fossati, y nunca más. Por suerte se las arregló para pegarle una piña a un compañero de origen israelí, y así ganar algo de prensa. Actualmente juega en un equipo de España. No sabemos cuál, pero de seguro está en zona de descenso.

4- Héctor Fabián Carini

Hasta las Eliminatorias pasadas, era algo así como el dueño del puesto. Habitué en las selecciones juveniles de Púa de fines de siglo, ni bien debutó en la selección mayor pareció adueñarse del puesto, llegando a prolongar su permanencia pese a su no demasiado exitoso (aunque aceptable) rendimiento en Corea Japón 2002. Pero algo le jugó en contra: su contratista. Pues el Grupo Casal lo colocó en equipos donde no tenía la más mínima chance de jugar (Juventus e Inter, entre otros). Y si bien tuvo a la selección como su única actividad futbolística durante un lustro, se comió un par de goles bobos y Tabárez lo borró de un plumazo. Es justo afirmar que Muslera se ha mandado muchas más cagadas, y ahí lo tienen con su cara de niño saliendo como una señorita ante un centro irlandés.

3- Robert Dante Siboldi

Si a uno le preguntan por el nombre de un arquero desafortunado, piensa inequívocamente en él. Agarró las épocas más oscuras de las selecciones cubillescas, y varias veces supo ser la diferencia entre una goleada y una derrota decorosa en número. Solía jugar con un buzo violeta o amarillo flúo, lo que seguramente no colaboró con su imagen. Porque encima eso: coincidió con la época en que la empresa nipona NR vestía a la selección, con sus diseños más dignos de Supercampeones que de la celeste olímpica. Entre 1992 y 1997 solo faltó a la Copa América del 95, en la que Uruguay se coronó campeón. Perdió dos Copas América, dos Eliminatorias, y jugando por Peñarol disputó dos clásicos y se comió 3 goles en cada uno.

2- Rodolfo Rodríguez

Es el tipo que más partidos disputó con el buzo gris, fue quien levantó la Copa de Oro en el 81, y la Copa América en el 83 (esto lo suponemos porque las imágenes apenas si muestran a Gorzy dando la vuelta olímpica al lado de Wilmar). También clasificó al Mundial del 86, pero un compañero (el Charly Batista) lo lesionó en un partido amistoso justo antes de viajar, y cerró su carrera sin jugar un solo minuto por una Copa del Mundo. Después Dios castigó a Batista y le mandó a un árbitro que lo echó enseguida (bien echado, hay que decirlo). Nadie nunca supo si Rodolfo era bueno atajando. Era alto, fuerte por arriba, pero era el hijo mayor de Morena y eso no se levantaba con nada. Sin embargo, tenía mucha personalidad, y con eso le daba para que ningún técnico se animara a no citarlo.

1- Fernando Harry Álvez

Lejos el mejor técnicamente. Un adelantado, conocedor de todos los secretos del puesto, jugó prácticamente hasta los 40 y lo hacía sobrado pese a que desde los 30 padecía diversos problemas físicos. Eso sí: un gran perdedor (no de la vida, sino del fútbol). Algo así como la versión peñarolense de Juan Ramón Carrasco: entre que debutó y se retiró, Peñarol obtuvo dos Libertadores. En ambos casos, Álvez dejó el club justo antes de comenzar la competición. En la selección su legajo no es mucho mejor: si bien fue el portero titular en la Copa América del 95, no estuvo ni en la del 83, ni en la del 87, ni alcanzó la final del 89 (sí estuvo en la del 91, en la que Uruguay no pasó la primera fase). Y no vio acción en las dos eliminatorias correspondientes a las Copas del Mundo en las que sí fue titular, y en las que acumuló 13 goles en 8 partidos, incluyendo uno de 45 metros y seis en un mismo partido. ¡Pero qué estéticas eran sus intervenciones! Al gran Harry, Salud.

(Publicado en Guambia, 2-04-11).