Los jóvenes manos de tijera

Las mágicas performances de los arqueros de nuestros equipos grandes (el ya consagrado Cachorro Burián junto al ascendente Gelpi) nos invitan a una recorrida por los cuidapalos menos confiables de la historia reciente de Nacional y Peñarol, Peñarol y Nacional. Como para valorar lo que tenemos.

5- Mario “Marito” Alles (Nacional, 1986)

La gente lo recuerda con cariño porque integró el plantel del Nacional campeón del mundo de 1988 (no jugó ni medio minuto, es más, Alejandro Chilindrón jugó más que él) pero lo cierto es que nadie se atrevería a decir que era lo que se dice un arquero que transmitía seguridad. Alto (quizás demasiado para la época) y desgarbado, con un pelo extremadamente lacio y un estilo capilar eternamente anticuado (pasaban los años, pasaban las modas, pero el pelo de Alles siempre lucía antiguo), supo mandarse una recordada cagada en complicidad con Pedro Barrios, ante Huracán Buceo, que en última instancia le costó el Uruguayo del 86 a los de la Quinta de la Paraguaya. Empero, tenía un don: atajar penales. Jugando por Argentinos Juniors atajó uno en una final por el descenso, y jugando en Nacional le atajó 3 a River Plate argentino, puntualmente a Francescoli, Beto Alonso y un tal Alfaro, que no sabemos si es el que salía con Parrado en Vértigo.

4- Nicolás Biglianti (Peñarol, 2008).

Llegó en un momento complicado para el arco carbonero, que venía de tener un equipo mediocre con un arquero brillante (Juan Castillo) y ahora se veía obligado a compensar, con un equipo plagado de estrellas pero sin presupuesto para invertir en un arquero consagrado. Llegó a Peñarol en el final de su carrera, con casi 34 años y un prontuario que incluía largo pasaje por Liverpool, y no tan largos por Central, Fénix y Rampla. Era el típico caso del arquero laburador, el que a falta de técnica ponía el alma en cada pelota, en cada mano a mano. Claro que a veces el alma nos juega malas pasadas, como le pasó en la final del Uruguayo 2008 ante Defensor, cuando ante un débil cabezazo de un zaguero violeta, el hombre se tiró en forma extraña, medio en cámara lenta, cual si fuera el recordado Benji Price de la serie “Supercampeones”, pero sin éxito: Defensor ganó y fue campeón gracias a ese gol. Hoy, con casi 38 años, le toca ser suplente de Juan Castillo, a la espera de una nueva oportunidad de demostrar que está más vigente que nunca.

3- Jimmy “Bebote” Schmidt (Nacional, 1999).

El tema fue así: Nacional tenía cuatro arqueros. Uno andaba bárbaro (Gustavo Munúa), pero se quebró. Otro era más o menos pero tenía mucha suerte, lo que lo hacía más que efectivo (Leo Romay). El tercero era muy bueno técnicamente, pero tenía mala suerte (Carlos Nicola). Tanta que entre 1995 y 1999, le tocó jugar finales ante Peñarol en 1995, 1996, 1997 y 1999. Y las perdió todas, en particular la última, con gran protagonismo de su parte. Lo cierto que el entrenador De León, de cara a la Liguilla 99, decidió darle entrada a Schmidt. “¿Cuán malo puede ser?”, se habrá preguntado. Y lo cierto es que el arquero corpulento, de mirada perdida y movimientos impredecibles, no jugó de la mejor manera. Se comió un gol ante Huracán de esos que salen en los resúmenes anuales y TyC Sports. Y no volvió a jugar con el escudo tricolor en el pecho, aunque logró recomponerse y triunfar en el exigente fútbol incaico, con pasajes por España, Colombia y Bélgica. Capaz que le fue mal.

 

2- Gonzalo Salgueiro (Peñarol, 2008).

Arquero carilindo que llegó a huestes aurinegras en 2007, procedente de Juventud de Las Piedras y tras haberse iniciado en Bella Vista cual Adrián Berbia, que también era un lindo botija. Tenía 20 años cuando lo trajeron, pero eso no impidió que la hinchada carbonera comenzara a insultarlo ni bien cometió sus primeros errores. En su no tan corta trayectoria en el arco aurinegro, se demostró no muy confiable, con una extraña tendencia a cometer largas secuencias de errores en un mismo partido. Lo más raro se le vio en un encuentro ante Danubio por la Liguilla, en la que el tipo sacó unas 7 veces mal desde su arco (sacaba y se la dejaba en los pies a un delantero rival), tanto que al final debió pedirle asistencia a un compañero. Ahora bien, jugó un solo clásico importante, y lo ganó: 4 a 2 por el Clausura 2008. Usted me dirá que Peñarol no lo ganó gracias a él, y quizás tenga razón, pero no tendrá cómo probarlo. Tras cortos pasajes por Grecia y Rumania, volvió a Uruguay para defender a Boston River, Cerrito y Deportivo Maldonado, como para demostrarnos que el tipo no le hace asco a nada.

1- Sebastián “Tian” Pereira (Peñarol, 2006).

Afrodescenciente (condición no muy común en los arqueros del fútbol uruguayo), histórico emblema de Huracán Buceo en el siglo pasado que pasó luego por el poderoso Deportivo Colonia, y el sorprendente Real Arroyo Seco de la hermana República Argentina. Llegó a Peñarol de la mano de Gregorio Pérez para ser suplente de Juan Castillo, que por aquellos años atajaba hasta el viento. Lo malo de los arqueros no demasiado buenos que uno trae para ser suplentes de uno excelente, es que tarde o temprano terminan jugando. A nuestro querido Tian le ocurrió una noche en el Franzini, precisamente el doce de noviembre de 2006, ante Progreso, que ese día lució una indumentaria horripilante, con un amarillo flúo símil chaleco de inspector de tránsito. Ganó Peñarol 4 a 0, por lo que Pereira es probablemente el único arquero de la historia carbonera que nunca recibió un gol. Aunque ganas no le faltaron: esa noche en la que jugó con el inusual número 31 en la espalda, motivó que el recordado contador Juan Pedro Damiani comentara: “se ganó, aunque el arquero salió a cazar mariposas”.