domingo, 17 de abril de 2011

Menos tela y más volumen de juego

Lo sabemos todos y todas: el martes pasado se presentó la monstruosa bandera mirasol, en un emotivo acto que incluyó la derrota del primer equipo carbonero ante un rival que no se jugaba nada. Pero esto no es nuevo: en Uruguay hacer una bandera grande es sinónimo de derrota e infortunio. Le invitamos a repasar una historia con más puntadas que puntos.

1990: nace una (in) sana costumbre.

El 8 de enero de 1990 hubo clásico en el marco de la recordada Liguilla estival. Grande fue la sorpresa de los espectadores allí apostados, cuando al ingresar al verde gramado el elenco tricolor (totalmente vestido de blanco en la emergencia), su bullanguera parcialidad comenzó a desplegar una bandera de dimensiones poco habituales, y con el diseño del clásico pabellón parquense (azul con diagonal blanca, y las letras C. N. de F. en rojo). Ocupaba más o menos un anillo del Centenario de ancho, y algo así como el doble de largo.

Nacional pasó a ganar ese clásico con lindo gol de volea con pique al piso de William Castro, a lo que la hinchada volvió a desplegar orgullosa su reluciente bandera. Pero lo hizo con las letras al revés. Poco importaba, pues la fiesta parecía completa: triunfo adentro y afuera de la cancha (pues si hay algo que es común a todas las banderas de nuestro fútbol, es que al momento de exhibirla por primera vez, la hinchada “dueña del trapo” festeja inusitadamente, mientras la otra primero se queda muda y estática, como acusando el golpe, para minutos después comenzar a insultar). Pero en la hora, dos cabezazos en el área tricolor, y gol de Gerardo Pilas. Habilitando el desde entonces clásico “duro, duro, duro… ahora la bandera se la meten en la propia cavidad anal”.

De más está decir que Nacional no ganó nada en 1990, ni en 1991. Con el tiempo, se instaló la costumbre de hacer circular la bandera por toda la tribuna cabecera (lo que no colaboró con su mantenimiento), y ya sobre el final de sus días apenas si era desplegada sobre el cemento, acaso para tapar los claros en épocas de escasas alegrías deportivas.

1991: no hay mal que dure 100 años

Tras algunos intentos no muy felices (durante 1990 la hinchada de Peñarol tuvo varias banderas que crecían partido a partido pero de un modo desprolijo, al extremo de presentar diferentes tonalidades de amarillo), Peñarol presentó la que hasta 1999 sería la bandera más grande del Uruguay. Diseño no muy jugado pero efectivo (la clásica bandera peñarolense con diseño similar a la de Estados Unidos, pero con menos franjas y 11 estrellas en lugar de 50), y la leyenda “100 años de gloria”, apelando al centenario de la fundación del C.U.R.C.C. Fue presentada en acto público en las canteras del Parque Rodó (curiosamente, Peñarol estuvo cerca de tener un estadio para 100.000 personas bien cerca de ahí, en donde luego se edificó la Facultad de Ingeniería).

Naturalmente, Peñarol no ganó nada en 1991. Ni mucho menos en 1992.

En 1999 se le agregó un 8, buscando robarle protagonismo al centenario tricolor. Se ve que estaba hecha con una tela buena, porque consiguió extender su permanencia hasta bien entrado el siglo XXI. Fue alrededor del año 2009 cuando se dejó ver por última vez: su despedida no fue la mejor, pues desplegada al revés y con una forma irregular (símil pez), literalmente quedó hecha bolsa.

1999: una vida complicada

De cara a los festejos de los 100 años del club, la hinchada de Nacional (a través del extinto “Movimiento de Barras y Banderas”) decidió tener una bandera de dimensiones colosales, suficientes para tapar una cabecera del Centenario (taludes incluidos). La mandaron hacer a la lejana China comunista, con todo lo que ello implica.

Estuvo demorada nosecuánto tiempo en la aduana, y cuando llegó se comprobó un pequeño detalle: los chinos (seguramente manyas debido al pasaje ficticio del chino Hay Dong por filas mirasoles) la hicieron al revés, pues le imprimieron el logo de los 100 años de Nacional con la bandera en posición vertical. Como resultado, faltaba bandera hacia los costados, y sobraba mucha bandera para abajo (tanta, que nunca llegó a verse lo que decía en el extremo inferior).

Pese al esfuerzo que dio producirla, fue muy poco utilizada: debutó en la segunda final del Uruguayo 99 (que Nacional y Peñarol empataron 1 a 1), y se rompió una semana después, en ocasión de la tercera y definitiva final (que para peor, ganó a Peñarol). Y como si fuera poco, cuando los hinchas retiraban el gigante y ya rajado trapo, éste tomó fuego.

Recuperado, fue desplegado otras dos veces: empate 3 a 3 ante Boca Juniors por la Mercosur 2000 (eliminación para Nacional que necesitaba ganar), y empate 1 a 1 ante Peñarol por la segunda final del Uruguayo 2000, en lo que supuso la única alegría vinculada al mastodonte de tela blanca (pues con ese empate y la ayuda del árbitro Méndez, Nacional se coronó campeón).

Resumiendo, muchos miles de dólares a cambio de una derrota y tres empates.

(Continuará).

(Publicado en Guambia, 16/04/11.)

6 comentarios:

Luí dijo...

Excelente reseña, con ese tipo de información vital para un pasar digno por este planeta. Hoy, conocer la historia desgraciada de las banderas, da un plus en cualquier cumpleaños, y puede servir para que a uno lo agasajen con más bebidas espirituosas de las previstas, sólo para que la oratoria no decaiga.

Si es verdad que "continuará", se espera ansiosamente la aparición de "C.N.d.e F." y "Hugo Corazón de León" (qué poco serio).

Rafa dijo...

y la celeste enorme con el 1950 para intimidar a los brasileros que solo nos hicieron 4 en el centenario...
gran columna reyes.

Alvaro Fagalde dijo...

¿No existe mas el movimiento de barras y banderas?. Bueno, era un nombre medio de palomos, ¿no?

Opera Egipcia dijo...

una porqueria los feriados laborables y las banderas grandes, todas.

Gustavo Lanfredi dijo...

Esto me hace pensar que fue una suerte que a Uruguay le fuera bien cuando cantò el zurdo Bessio la version del himno, sino pasaria algo parecido que con el tema de las banderas. Ahora quedò abierto el panorama para que otros cantantes puedan versionar el himno, (lo que no tiene nada de malo, en mi humilde opinion). Eso sì: ojala no le pase a nadie como a Cristina Aguilera (creo que fue ella, no?)que se equivocò en la letra del himno americano, en la final del futbol americano, y creo que nadie la crucificò.

Andrés Reyes dijo...

Es que al ser la hermana del Pato, se le perdona todo.

Gracias a todos por los conceptos vertidos.