domingo, 7 de junio de 2009

Ganó Uruguay, perdió Brasil

Desde el legendario “Maracanazo” y hasta nuestros días, hemos jugado en una infinidad de oportunidades ante Brasil, casi siempre con suerte contraria a nuestros intereses. Lo que sigue pretende ser una breve aunque emocionante apelación a la memoria futbolística de un pueblo que sigue exhibiendo la bandera con la leyenda “1950”, pese a que jugadores como Martín Cáceres nacieron 37 años después. Material ideal para recibir al combinado oriental con papel picado, o para hacer un anatómico conito tras el segundo gol de Alexandre Pato, llegado el caso.

1970, semifinal de la Copa del Mundo de México. Los periodistas, los filósofos y los astrólogos (categorías que hoy en día pueden encontrar su síntesis perfecta en la figura de un Julio Ríos), coincidían en que Uruguay tenía todo para ganar. Más que nada, porque había llegado hasta la fase decisiva del torneo jugando mal, y –fundamentalmente– porque el año terminaba en 0, al igual que 1930 y 1950 (eso es lo que llaman ciencia aplicada al deporte). Todo pareció cerrar cuando en un pique aislado por derecha, el panzón y patilludo Luis Alberto Cubilla tiró el clásico pedito de vieja en dirección al arco de Félix, un hombre ante quien el Cachorro Burián parecería ser el arquero perfecto. La pelota se metió mansita por el segundo palo, y ya todos pensaban en traerse la Copa Jules Rimet para nuestras costas, y acaso fundirla para adelantar la construcción de la torre de Antel. Lamentablemente, la historia dice que Brasil empató sobre la hora del primer tiempo, y que terminaría ganando por 3 a 1 ante un variado festival de patadas celestes.

1981, final de la Copa de Oro. Con la milicada como testigo, tuvimos que enfrentar a un más que respetable Brasil por la final del Mundialito. El partido fue parejo y tirando a feo. Una jugada individual de Ruben Paz terminó con un gol de chiripa del Chifle Barrios, el único que anotaría en sus 53 años de fútbol profesional. Tanto lo gritó que quedaría disfórico para siempre. Empató Sócrates gracias a un penal cometido por el delicado Indio Olivera, pero al rato hubo centro de Venancio Ramos y cabezazo de Victorino agachándose, aprovechando las carencias físicas del cuidapalos verdeamarelo (que había perdido las manos en un accidente doméstico). Terminó el partido y De León dio la vuelta con la camiseta del Gremio. Los milicos se calentaron y lo acusaron de vendepatria. Hoy De León junta votos para el Partido Colorado, mientras el Cebolla Rodríguez da la vuelta olímpica en Francia con la bandera de Peñarol. Los franceses no saben de qué acusarlo.

1983, final de la Copa América. Tras superar varios escollos y dejar a Fernando Morena fracturado en el camino, Uruguay llegó a la final ante Brasil. Primer partido en el Centenario, con dos goles de Francescoli al precio de uno, y un recordado tanto del regordete Víctor Hugo Diogo, pared con el Pato Aguilera incluida. Pero lo mejor vino en la revancha disputada en Bahía, con el Pato como protagonista. Perdíamos 1 a 0 con gol de Jorginho, pero a 15 del final otra vez el Chicharra les cagó el pastel: la tiró por un lado y la fue a buscar por el otro, para luego servir el centro a la cabeza del Pato, que saltó y la clavó en el arco de Leao, que desde entonces tiene mal humor. El zaguero Mozer le cabeceó la nuca al Pato, que cayó semi inconsciente. “Tomate esto que se te pasa”, le dijeron. Ya nunca sería el mismo.

1995, final de la Copa América en Montevideo. Antes de irse a su casa, el popular Luis Alberto Lacalle se juntó con Eugenio Figueredo para organizar la Copa cuya mascota –curiosamente– se llamó Pepe. Un equipo B de Brasil llegó a darnos un bello paseo durante el primer tiempo de la final, con gol de Tulio incluido (un clásico ejemplar de delantero brasileño que aparece con fuerza y desaparece sin dejar rastro). Pero en el complemento entró Bengoechea, que andaba con aquello abierto a más no poder, y la clavó en un ángulo. Aguantamos el empate, fuimos a penales, y ahí el gran Harry Álvez (otro ídolo devenido en político sin suerte) le atajó el penal al pobre Tulio, cuyos quince minutos de fama comenzaban a evaporarse.

Quedaron afuera por razones de espacio: la final de la Copa América del 89 que perdimos con gol del puto de Romario; el 1 a 0 en el 92 con gol de Adrián Paz tras peinada de Hugo Romeo Guerra; el pesto con el que nos dejaron afuera de USA 94, con otros dos goles del putazo de Romario; la vez que casi les ganamos en el Maracaná cuando Darío y el Chino se dieron un chupón, o la vez que sí les ganamos en el Estadio con gol de penal de Magallanes, con el brisco de Romario en cancha, que ni la tocó, hay que decirlo.


(Publicado en el sábado 6/6/9 en Guambia.)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaja! excelente Reyes, excelente!

che si hay mala onda con Romario, que no se note.

y si lo del chino y dario fue chupon, no me quiero imaginar que son otras cosas... xd


pd: emocionó ver al estadio ayer coreando: "pelaaado pelaaado"

Internauta Rebelde dijo...

10 puánts Reyes, como siempre.

Rafa dijo...

casi los dejamos afuera de la copa américa...casi les ganamos en morumbí y casia eller tiene un unplugged de mtv que la gasta...
buenisima la columna,,,hay que decirlo..

Bestiario dijo...

La única que vi de las que comentas fue la del 95. Capaz que no agarre la mejor época futbolística de la celeste jj.
¿Qué será de la vida de Tulio no?
Y sí, Romario puto.

Bestiario dijo...

Ah aclaro, la del '95 la vi por la tele. Estaba enfermo ese día y me la perdí. Pensar que ese año ganamos la Copa América y el Sudamericano de basquet contra Argentina en la final... a esa sí fui

Alvaro Fagalde dijo...

nos queda clasificar para el mundial de rugby