El Dr. que todos quisiéramos

Continuando con este ciclo de recomendaciones de recomendaciones de series, esta semana le toca el turno al inefable Dr. Gregory House.
Inefable por no decir reverendo hijo de puta. Aún así es el mejor Dr. que uno podría tener siempre y cuándo tenga alguna enfermedad impensada e indetectable por el común de los galenos.

Una vez más los dejo en dedos de Casciari y una reseña en Espoiler.tv

Si Ud. ya conoce House, de igual manera puede disfrutar de esta, una vez más, brillante reseña.

House, mejorando
la media mundial
de Espoiler de Hernan Casciari

La semana pasada apareció en casi toda la prensa que House M.D. es la serie que más se ve en todo el mundo, desbancando de este podio a CSI, que llevaba unos años ocupando el sitio. Según un estudio, la serie protagonizada por Hugh Laurie obtiene más de 81 millones de espectadores, que se reparten en sesenta y pico de países.

¿Para qué cuento esto? Porque me sorprende que una serie tan buena sea la más vista en todo el mundo.

En general, las tramas al estilo de CSI (y sus franquicias) son mucho más propensas a eternizarse en la media popular, porque sus diálogos van rápidamente a todos los cerebros, porque en lugar de analizar sintetizan, porque son entretenidas pero nunca profundas, y porque etcétera.

En House M.D. no ocurre nada de esto. Sobre todo en la última temporada emitida, que posiblemente sea la mejor de las cinco. Es bastante extraño (y también conmovedor) que el mundo entero escoja a esta serie como la más exitosa, porque el mundo, por lo general, no escoge mayoritariamente lo mejor.

Nunca.

Pongamos por caso el mejor disco del año (una cagada), la mejor película del año (un sorete), el libro más vendido del año (una bosta). ¡Todo lo que aparece como 'más vendido' es una mierda gigante! Y también todo lo que aparece como 'más votado'. Sin ir más lejos...

Y es que las mayorías están muy sobrevaloradas.

Si compusiéramos un estereotipo humano basado en el consumo mayoritario que hacemos de la cultura, seríamos una raza compuesta por millones de especímenes de quince años que va por la calle dando grititos, junto a sus madres premenopaúsicas.

—¡Ay, los Jonasbrothers!

—¡Agh, Paulocoelo!

—¡Auch, Spidermantres!

En cambio, la ficción televisiva tiende a equilibrar un poco las neuronas de las masas, y nadie sabe bien los motivos. Porque (con la mano en el corazón) la serie más vista del mundo, como están las cosas en otros ámbitos, debería ser Desperate Housewives. Ésa sería la lógica. Y hasta incluso Gossip Girl.

Pero no. Es House M.D. Una serie críptica, cuyos diálogos rozan la inteligencia filosófica muchas veces, con planteos sociales oscuros, sin caer casi nunca en el dramatismo simplón y —repito, por si alguien todavía no captó la indirecta— con una quinta temporada más buena que mojar el pan caliente en el estofado de mi abuela Chola.

Es muy extraño que esto ocurra con la tele, que históricamente es más tonta que los libros. Y más estúpida que el cine. Y por otra parte qué alivio; por lo menos hay una decisión colectiva en la que no somos una raza tan pánfila.


Por la copia,
elMarto