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Por eso hoy, que estuvo todo el mundo pensando en el partido del orto ante Brasil, decidí aislarme. Otra vez. Siempre que hay un partido de estos insoportablemente esperados, me recluyo, me encierro en mi cuarto, pongo Roxette al mango (sí, sé que suena gay, pero si no soy sincero con ustedes, ¿con quién lo seré?) y espero que pase el día. Claro que siempre algún boludo, de los que me conoce bien, me intenta arruinar la jornada.
"Gol del Pelusa, gol del Pelusa" me grita mi padre desde afuera mientras golpea mi puerta con ambas manos. ¿Quién mierda será el Pelusa, y qué mierda me importa? Hasta mi madre la otra vez me mandó un sms que decía "Gol de Forlán". ¡Mi vieja! Que es tan tacaña con el celular que cuando murió la abuela me dejó una llamada perdida.
Hoy por suerte, vengo bien. Nadie se acordó de molestarme. Y apagué el celular, claro está. Percibo un extraño silencio. Algo me dice que no hay nadie en casa. ¿Será que perdimos? ¿Será que ganamos y salieron a festejar? ¿Será que dejaron prendido el gas y ahora soy dueño de todo?
En fin... ya me enteraré.
4 comentarios:
Muy sabio lo suyo Dugui!!!!!
Jaja!
Lo bien que hiciste Dugui, lo bien qie hiciste...
Dugui: tus entradas son cada vez menos populars.
Dugui> hay un puesto bacante en el Burnys de la tienda inglesa de Portones, te lo cometo por si querés volver a tener un contacto más cercano a nuestra sociedad sin tener que alejarte tanto de tus tares ordinarias. te la tiro ! tu mismo tío !!
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