domingo, 18 de abril de 2010

Tuya, Víctor

Analizando fríamente la gestión celeste en la Copa del Mundo de Corea y Japón, nadie diría que fue penosa: perdió por un gol ante una respetable selección europea, empató con el campeón del mundo, y casi gana un partido que perdía 3 a 0 al cabo del primer tiempo ante la clásica vedette africana del certamen. En todo caso, marcó un avance respecto a las 3 experiencias previas (74, 86 y 90), donde siempre nos habíamos comido al menos una buena comida (Holanda, Dinamarca y Bélgica, respectivamente). Pero, acaso por algunos procesos previos poco claros, o por el espantoso uniforme marca L’Sporto (que no en vano rima con lo que rima), o porque nos cuesta ser felices, nadie pareció quedar conforme.

Las instancias previas a la Copa del Mundo del 2002 reservaron toda clase de infortunio: jugadores que disputaron toda la Eliminatoria y quedaron sin Mundial (Washington Tais), jugadores que aparecieron de la nada (Gustavo Méndez), jugadores que todos sabíamos que iban a jugar el Mundial pese a que no jugaban un partido desde la época de Cubilla (Fonseca). Encima, hasta último momento pareció que no había acuerdo por los derechos, y que la Copa del Mundo (la primera en doce años) solo podría verse a través de la onerosa pantalla de Direct TV. Pero finalmente, el Robin Hood criollo (Federico Fasano) adquirió los derechos, pactó con Tenfield y la desaparecida Señal 1 (aún no existía VTV… ¡qué tiempos!), pactó luego con las tres familias de la televisión nacional (“la mejor cobertura… los mejores, juntos”), y todos felices.

Recordemos que Uruguay había clasificado gracias a que un ex futbolista de Nacional y Peñarol realizó las gestiones necesarias para que integrantes de la barra brava de Platense le brindaran un recibimiento de camaradería a la delegación de Australia, en la que no faltaron insultos y escupidas.

Ya en Corea, y jugando sobre la madrugada de nuestro país, nos tocó debutar ante Dinamarca. Nos tranquilizó comprobar que Elkjaer Larssen, Soren Lerby y los hermanos Laudrup ya no estaban. Pero sí estaba un tal Tomasson, que nos clavó de entrada. Hasta nos pareció ver al gran Harry Álvez protestando nosequé, o a Diogo corriendo de atrás a los daneses. Pero no, eran Carini y Méndez, con resultados análogos.

Lo cierto es que arrancó el segundo tiempo, y empatamos con un gol que ingresó al top five de la historia de los Mundiales: córner, saltan varios, resta un hombre, la para Pablo García, sin dejarla tocar el piso la domina tres veces y se la tira a Darío Rodríguez, que en el aire medio que la pifia pero la clava en el ángulo. “Darío, Darío, Darío, de volea, de volea, de volea” gritó Víctor Hugo Morales, trabajando para Fasano en un vano intento por reflotar el recordado relato del gol de De la Peña a Olimpia. Pero cerca del final Tomasson nos volvió a clavar.

El segundo rival celeste fue Francia. Pagaba 1.10 que nos goleaban, sobre todo porque habían marchado con Senegal en el debut. ¿Qué mejor que Uruguay para levantarles el ánimo? A todo esto, ya comenzaban a circular los clásicos rumores sobre los “problemas de convivencia que se dan en todo grupo humano”: que Abreu no se hablaba con Recoba, que O’Neill no se hablaba con Recoba, que Recoba no se hablaba consigo mismo, que había trolas en la concentración, que el cuadro lo armaba Méndez, que Púa amenazó con poner a Elduayen de titular si no le hacían caso, que Jokas gusta de Baum, etc.

Pero el partido se jugó y cerca estuvimos de ganarlo, ayudados por el gran Tití Henry (un pechofrío, según Da Silveira… casi un guacho nabo) que le metió una plancha al Gato Romero y se fue expulsado. Y por el árbitro, que minutos después dejó pasar una plancha de Darío Silva. “Dios te va a castigar” le gritó el ágil francés, desde el piso.

En la hora, Abreu –en una de las dos pelotas que tocó en todo el Mundial– se la bajó al pelusa Magallanes, que quedó solo ante el calvo arquero Barthes , quien con su pie izquierdo alcanzó a desviar el balón.

Ganándole a Senegal estábamos del otro lado. Claro que a poco de terminar el primer tiempo, perdíamos 3 a 0, y Rodrigo Romano le pedía al Señor que el partido se terminara pronto. ¿Pero ahí qué pasó? Un tal Bouba Diop tomó la pelota y entró a dominarla como Parabiaguito, nos entró a babosear el muy mugriento. ¿No le enseñaron que en el fulbo hay códigos? Allá fue Pablo García y algún otro a recordarle que cuando juega la celeste corren tres millones. “Nosotros somos 14 millones” tiró el senegalés. Pobrecito, no sabía que no hay cosa peor en la vida que menospreciar a un uruguayo. ¡Peñarol y Cerro, papá!

Y ahí alguien le armó el equipo a Púa y mandó a la cancha al Chengue y a Forlán. Y a los 30 segundos, zas, gol del Chengue. Y más tarde, Forlán la clavó en el ángulo, y se empezaba a sentir el aroma fecal de los morochos. Más todavía cuando en la hora el Chengue inventa un penal, que el Chino, cuando todos pensábamos que lo erraba para recibirse de infeliz, la colocó contra un palo y listo, a lucharla en los descuentos.

Y ahí se produjo el instante mágico: Varela pateó de distancia con el arquero a medio camino, un senegalés restó de cabeza sobre la línea. La pelota ascendió perpendicularmente al piso, y entró a descender. Debajo la esperaba el espigado Chengue, a dos metros del arco, sin arquero, sin rivales a la vista, sin nada más que la obligación de meter la cabeza, concretar la histórica levantada, y meterse en la historia grande del fútbol mundial. ¡Uruguay nomás! ¡Gorzy nomás! ¡Viva Tenfield, viva Casal, vivan los repatriados!

Pero no. Aún no sabemos cómo, pero lo erró. Y ahí nomás terminaron el partido y el Mundial.

Apenas si nos quedó el consuelo de la imagen de Púa cabeceando una pelota invisible, imagen que –ni bien la vimos– comprendimos que sería algo digno de contarle a nuestros nietos, acaso mientras buscamos explicarle por qué quedamos afuera del Mundial de Cuba – Puerto Rico 2038.

(Publicado en Guambia, 17/04/10).

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Una maravilla Reyes.
Simplemente excelente. Tiene segmentos descacharrantes (por ejemplo, la aparición de Elduayen)
La quiero imprimir y leer de vez en cuando.

Evaristo dijo...

ja ya ni me acordaba de la ultima aparacion del team celeste en un mundial. gracias por refrescarme la memoria, Magallanes?? donde estara?? habra vuelto a su planeta? esto va directo para el redactor de paranormales

Alvaro Fagalde dijo...

Notable, Sr. Director. Es la primera vez que le pongo un bueno.
El cabezazo (!) del Chengue desafió las leyes de la Física.
¿Qué dirá nuestro nuevo adherente al blog, el propio Julio Rios?

Sinca Bellos dijo...

Espectacular Reyes, si yo pudiera escribir así no estaba perdiendo el tiempo acá.

Dobleveo dijo...

Nacho, compra el Ultimas Noticias los sábados loco, ahí ya te viene impreso, de paso colaboras con inefables humoristas Uruguayos como el Sr. Reies.

Andrés Reyes dijo...

No tengo palabras para expresar mi agradecimiento.

Anónimo dijo...

No es malo el dato Dobleveo. Gracias.

De nada Reyes

Javier Ulhmann dijo...

Uy... otra brillante crónica de Uruguay en los mundiales, espectacular Reyes!!!. Todavía hoy.. de cuando en cuando pongo la repetición de la última jugada en youtube... me surgen siempre las mismas preguntas... ¿porqué patea Garcia el tiro libre al arco y no tira el centro?, ¿porqué Dario Silva saca el outball si el tendría que haber estado en el areá para cabecear?, ¿qué hacia el morocho justito ahi y cómo ligó para sacar el tiro de Varela que merecía ser gol?... lo menos extraño en realidad y con todo respeto era que el Chengue errara ese cabezaso. Lo dice un oriental que apoyo siempre el proyecto Chengue Morales pero que es conciente de sus limitaciones para con lo que tiene que ver con la discipilina futbolística. Un abrazo a todos.

zorro d colonia dijo...

bbrillante reyes.
Ya en ese entonces jokitas gustaba de baum? si le habrá juntado ganas entonces,eh!
Chino de mierda,pasásela al loco,hijosietemilputas!!!

El Nacho dijo...

Excelente columna!
Mejor que la que se comió Darío Silva.


Muy buena Reyes!