martes, 22 de septiembre de 2009

Decime cuál cuál cuál es tu nombre...

Elegir el nombre de cualquier cosa no es de poca importancia, principalmente para la cosa a la que se le pone el nombre o para el que lo pone. El nombre no es nada menor a la hora de dar una imagen y reflejar un concepto. Hay un cuadro de fútbol que se llama Coraceros, ¿hay lío en esos partidos? No debería, pues se llama Coraceros. Dónde comprar un pancho más rico que en el “Rey del pancho”, o mejor carne que “El novillo alegre” o una compañía de transporte que se llame “Cita”.
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Desgraciadamente nada de esto se refleja en el ámbito que nos atañe: el almacén. Pululan nombres compuestos por las primeras sílabas de los 4 hijos del bolichero, o el nombre de su mujer y el de él juntos, o la suma del número equivalente en el alfabeto griego de las letras del nombre de su madre; en fin, artilugios dignos de nuestro señor Director a la hora de construir una intriga para una misión. ¿qué significa esto? El almacenero es un energúmeno que le busca dar “su” toque a todo, incluído el nombre del comercio, más allá de si es redituable comercialmente que mi almacén se llame “El barba”, “Los piratas”, “La familia”, “La amistad”, “Esperanza”.
Claro que los hay más originales: “rojo el 42” supongo que ganó algo con ese número. El error radica en que la clientela no va a “el barba”, le dicen al mocoso de 5 años: -andá a lo de Pedro y traete 2 flautas y una manteca con sal-, y si le preguntan no saben como se llama el boliche, pero dicen también voy al Disco o voy al Multiahorro (nombre largo y cacofónico cómo la misma mierda) o hice las compras en el Yeán que es más barato (aunque se tomó 2 ómnibus para ir y volvió en un taxi de la costa de oro a La teja). Compran la leche en lo de Carlos o lo de la Pola, no en “Minimercado los responsables” o en “Autoservice la plata rinde”. Muchas cosas fueron graciosas en ésta investigación de nombres, pero recuerdo “Wal-Mar” así escrito en la zona de Bella Italia, el dueño se llama Walter y su mujer Marta. Genial. Imagino que ustedes tendrán muchos otros más graciosos aún que éste. El hecho es que es fútil en materia de rentabilidad para el almacenero preocuparse por dejar su impronta o su huella en el nombre del comercio, pues nadie lo registra, y muestra las miserias (en muchos casos intelectuales) de cada uno. Los hay más pragmáticos; los que no tienen nombre, unos afiches de Stella Artois al lado de otros de Refresco PP KU y uno ya sabe que allí dentro estará la solución inmediata a mis impulsos de pequeño consumo. Estos a mí no me gustan. Yo creo que es bravo ya estar de este (el otro para ustedes) lado del mostrador como para no poder darme el lujo de saber que ahí arriba del portón de chapa y reja de la entrada de mi almacén reza la frase que me define, todo lo que engloba mi mancomunión con mi almacén. Por eso defiendo los nombres de almacén por más al pedo que sean. Tienen que estar. Uno de estilo antihéroe es el nombre de la ilustración, pero que puede esperar uno al cruzar el umbral de ese club. Tan simple como lo que dice allí arriba.
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En mi caso me dejé vencer por las influencias sajonas y africanas de mis raíces, le quise poner “el lobizón”, pero me dijeron que ya existía algo llamado así “Séptimo hijo” sonaba muy solemne, así que me calenté y le encajé a una madera de celosía que colgué arriba de la puerta: “El 7 negro”

10 comentarios:

Philip Michael Thomas dijo...

Disculpen el adelanto de la publicación, pero no supe aún cómo programar la publicación

Carles dijo...

Gran columna, muy interesante e hilarante. Me gustó la propuesta picarezca del nombre de tu boliche.

luca dijo...

buenisimo!! yo compro puchos y productos vencidos en "el azulito-donde el cliente no siempre tiene la razón"
...lo del cacho

andal13 dijo...

¡Buenísimo! Me recordaste mi infancia, cuando me mandaban a hacer los mandados (valga la redundancia) a lo de Manolo... No sé si tenía nombre o no el almacén (probablemente sí, pero sería de dominio público!)

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Sinca Bellos dijo...

Philip, muy buena columna, yo conoci en persona al dueño de una fabrica de pastas de nombre "El Tallarín Rebelde". Razón social y nombre fantasía, por Colón creo que la tenia, un fenomeno el veterano.


Andal, obviamente el magistero es tu vocación

Anónimo dijo...

Jajaja! que gran columna.
Apasionante el tema de los nombres.
Yo recuerdo uno que se llamaba "Yo compro en la esquina" Que grande. Era "lo de Fabián"... a quién le importa? pero bueno me hizo acordar...
gracias Philip

andal13 dijo...

Es cierto, Sinca, la docencia es un apostolado!

Durante años, al lado del Disco de Agraciada y Asencio hubo una ferretería que se llamaba "Al lado" (evidentemente, podría haberse llamado de cualquier forma que todo el mundo igual le diría "al lado del Disco"). Ahora se mudaron a la vereda de enfrente, pero se sigue llamando igual. ¿No convendría cambiarle el nombre?

Andrés Reyes dijo...

Excelente columna. Me quedo con un volante que me dieron en Jardines del Hipódromo, que decía: "¿Cómo no vas a ir, donde compra Ribair?"

Sublime.

Yo como en "lo del Sapo" (ignoro cómo se llama realmente) y en "El Gauchito Gil", tal era el antiguo nombre de un antro que ahora se llama de modo diferente, lo que me importa muy poco.

Ce dijo...

Muy buena la columna.

Me acuerdo de haber visto en internet que hay una lavandería que se llama "Clean Eastwood" (creo que en Buenos Aires).

Philip Michael Thomas dijo...

gracias por los conceptos vertidos