Pobre ciudadano
El ciudadano se sintió entrando en el infierno. Él pagaba todos sus impuestos, no tiraba basura en la calle y recogía lo que su perro dejaba. Por eso no entendía cómo había llegado a juicio, siendo tan buen ciudadano y sin haber cometido crimen alguno.
– Sigo sin entender de qué me están acusando – sacó el papel que llevaba en una carpeta para su abogado de oficio – acá dice que me acusan con el cargo de “ciudadanía de excelencia soberana con énfasis en la no delincuencia y comportamiento correcto especialmente agravado”. ¿Qué es esto?
– Bueno, – dijo el juez – le voy a decir la verdad, amigo…, este… – se fijó en sus papeles como buscando algo – López, señor López.
Se produjo un silencio, las miradas de juez y acusado se cruzaron un segundo, el fiscal papaba moscas y el abogado defensor ni siquiera había llegado.
– Le decía, González…
– López, – corrigió el ciudadano – Ramiro López.
–Bueno, lo que pasa es que… – el juez movía las manos, esbozaba abrir la boca, y luego movía las manos devuelta como queriendo decir algo pero evidentemente no le salían las palabras – la vida…, a veces…, puede resultar un tanto “monótona”, digo, si uno no se divierte, que no se si es ese su caso pero creo que sí. En todo caso, si uno lleva una vida totalmente correcta, sin desviaciones legales, ora tirar basura en el laguito del Parque Rodó, ora guardarse algunos ganchitos cada vez que uno concurre a una oficina pública, ora orar con sus alumnos en la escuela pública, valga la redundancia, siendo que esta es laica. Si uno vive así no solo atenta contra el sentimiento de libertad rebelde propio, sino también contra el sistema político y legal que precisa infractores para mover la máquina judicial y darle trabajo a personas como yo, o como el señor fiscal. Es así, Pérez.
– López, insistió el ciudadano, me llamo Ramiro López.
– Mire, señor Ramírez…
– No, Ramírez, no. Ramiro López, no Ramírez, ¿entiende?
– Bueno, llámese como quiera, no me importa. He resuelto procesarlo con prisión por el cargo de homicidio especialmente agravado.
– ¡Pero yo no maté a nadie! – estalló el ciudadano
– No, tiene razón. Usted no, pero yo sí y a alguien había que echarle la culpa.
11 comentarios:
Pongale las esposas a Ramirez , aguacil XD
Yo le doy mi pulgar para arriba este cuento. ¿Y usted?
Conocía al autor de antes y temía que publicara los cuentos que surgen de sus momentos estupefacientisticos.
siempre fue un sorete este gurméndez
No te hagas el vivo, copion.
(Kafka)
gomorra
Estás de fiscalizador de plagios Fagalde.
Cuando abro la pagina me sale la fotito de Bestiario y la de prudente. Parecido no es lo mismo.
ja quieto,loco
Ando medio ovarico ultimamente, si.
nunca leí a kafca
gracias a los que me dan pa delante.
estoy contento de que alguien más que mi madre (y los 20 suscriptores de la gloriosa resvista "El sótano") pueda leer mis cuentos
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