jueves, 20 de octubre de 2011

Grandes desaciertos de ayer, hoy, mañana y siempre

Por si se ha logrado entusiasmar con la recta final del Torneo Apertura le cuento que no habrá fútbol local de acá a veinte días, si las cenizas lo permiten. Es que a sugerencia del Maestro Tabárez, Uruguay decidió concurrir a los Panamericanos de Guadalajara con una selección sub 22, y no con un rejuntado de futbolistas amateurs tal como se ha acostumbrado históricamente. Y como le ha venido yendo tan bien al propio Óscar Washington, nadie se atrevió a contradecirlo, así que acá nos ve. Lo que sigue es un ranking de los desatinos más evocables de la rica historia (en desatinos) de nuestro balompié.

5- La contratación de Passarella

Se dijo que Paquito Casal intentó un golpe publicitario que acicateara la imagen internacional de la eternamente vilipendiada selección celeste. Corría el año 99, y Uruguay venía de quedar afuera de dos Mundiales consecutivos. Todo hacía indicar que en el 2002 se correría la misma suerte. Hasta que apareció Passarella, y en unos pocos meses… nos confirmó la sensación de que se correría la misma suerte. Afortunadamente, fingió que se ofendió porque Nacional no le cedió a Vicente Sánchez (que es más o menos como si Tabárez renunciara hoy porque Racing no le cede a Ernesto Dudok), y se fue a pensar la mejor forma de mandar a River a la B (dada su condición de bostero de ley). Por suerte llegó Víctor Haroldo Púa y nos llevó al Mundial, que si no, Darío nunca hubiera podido anotar el tercer mejor gol de la historia de la Copa del Mundo.

4- La serie de amistosos ante Alemania de 1992 – 93

A fines de 1992, la poderosa selección uruguaya de los hambrientos futbolistas de Luisito Cubilla recibió a la recientemente unificada Alemania en el Centenario. Se auguraba un lleno total (valga la redundancia) pues no todos los días se recibe a un campeón del mundo con todas sus estrellas (Matthaus, Brehme, Klinsmann, etc.) Pero se vendieron 10.000 entradas, y Alemania ganó 4 a 1 (el gol uruguayo lo metió un teutón generoso en contra). Pero eso no fue lo peor: el compromiso incluía la obligación de disputar la revancha en suelo germano un año más tarde. Lo cual no sería tan terrible, si en el medio Uruguay no hubiera quedado eliminado de la Copa del Mundo, con la selección menos popular de la historia, y cambio de entrenador incluido. Los dirigentes de la época no consiguieron cancelar el compromiso, y la celeste viajó con un equipo improvisado y un entrenador (Roberto Fleitas) que asumió pura y exclusivamente para dirigir ese encuentro. Ganó Alemania 5 a 0, pero para el recuerdo quedó la convocatoria del delantero Jacinto Cabrera, que recibió la citación mientras pintaba su propia casa, brocha en mano.

3- La colocación de butacas en el Estadio Centenario

Son incómodas, se decoloran, acumulan podredumbre, se prenden fuego fácilmente, y suelen ser empleadas como proyectiles de largo alcance, merced a la posibilidad que ofrecen de ser lanzadas cual frisbee. Y lo que es peor: impiden ver el partido colocando las nalgas en el espacio destinado a colocar los pies, y apoyando la espalda contra el escalón trasero, que era por lejos la posición más cómoda para disfrutar de un partido con poco público.

2- La firma del acuerdo con Nr

Al asumir como presidente de la AUF, Hugo Batalla fijó como una de sus prioridades el volver a jugar con la camiseta celeste ante el combinado argentino. Tema crucial si los hay. Para ello, ideó algo que veinte años después suena medio alocado: de ahí en más, la selección uruguaya pasaría a jugar con short azul y medias celestes. Y la camiseta suplente dejó de ser blanca, para ser roja ¡Una porquería! Porque encima la AUF arregló con la empresa japonesa Nr, que en Italia supo hacerle la camiseta al Nápoli de Maradona, pero que acá se fue literalmente al carajo al ponerle unos triangulitos blancos y como unos cuadraditos azules y blancos en una manga. Un asco, no podíamos más que quedar eliminados con ese diseño impresentable. Pero eso sí: con Argentina, jugamos con la celeste. La marca Nr nos siguió acompañando hasta 1999, y ni siquiera la obtención de la Copa América del 95 pudo modificar el sentimiento de aversión que nos genera el recuerdo de aquel uniforme planificado por el líder del PGP. Ironías del destino: en los tres partidos importantes que Uruguay le ganó a Argentina en los últimos 25 años (final de la Copa América 87, semifinal Copa América 89, cuartos de final Copa América 2011), Uruguay jugó de blanco.

1- No haberle dado bola a Eugenio

Que nos tilden de mamaderas, pero lo cierto es que Don Figueredo es el verdadero artífice del momento onírico que vive nuestro fútbol, pues entre otras cosas, se encargó de contratar a Tabárez. Y si no estamos más arriba aún, es porque no le dieron la bola suficiente. Propuso construir la sede de la AUF bajo la Tribuna América, propuso eliminar los taludes y acercar la tribuna hasta los límites mismos de la cancha, y así convertir al Coloso de Cemento en un hervidero incorruptible. Pero no le llevaron el apunte. Mas no se resignó, y fundió a Huracán Buceo, que era un cuadro que históricamente le había complicado la vida a los grandes. Pero lo echaron como un perro. ¡Larga vida al gran Euge! El hombre que mejor coloca las medallas en el mundo.

(Publicado en Guambia, 19/10/11).

7 comentarios:

el abu dijo...

Y que decir de la camiseta L-Sporto del mundial 2002?
La leyenda dice que ofrecieron 2 millones (que nunca pagaron) mientras que Nike ofrecio 1 solo.

La idea de sacar los taludes y las plateas me parece excelente. Algun dia se van a avivar (?)

Andrés Reyes dijo...

¿Vos viste? Euge siempre está una jugada adelantado.

el abu dijo...

Lastima que siempre en offside. Pero bueno, nadie le puede decir que no se codea con los grandes dirigentes mundiales, sirviendoles café.

Evaristo dijo...

Y todavia lo cuestionan a Figueredo...estan todos locos, todos putos

pipicui dijo...

Son todos unos ingratos con Eugenio!
Si la recompensa es el camino, Figueredo era el atajo... Y nadie lo supo ver.

pipicui dijo...

Por otra parte, divertidísima columna.

Andrés Reyes dijo...

Gracias, Pipi querido.