Hagan lugar en el carro

Las cábalas, los cambios de Tabárez, y el optimismo de Gorzy funcionaron otra vez y Uruguay quedó bien perfilado para clasificar al Mundial que puede marcar un nuevo quiebre en nuestra historia. Del mismo modo que, para muchos, 1950 fue el momento más alto de la Suiza de América (a partir del cual se entró en un declive irrefrenable), 2014 bien puede marcar el punto más alto del "Uruguay Progresista", pocos días antes de las elecciones nacionales. ¿Alguien podrá no votar al Frente Amplio si la selección del frenteamplista Tabárez graba la secuela de Maracaná? ¿Cavani será el Ghiggia del futuro? Dudas que surgen en momentos en los que el fútbol parece alegrarnos más que cualquier otra cosa. 
(Publicado en contratapa de Brecha, 13-09-2013).

La selección tiene eso: si gana, la gente se pone contenta, se vuelca a las calles, te saluda, te deja pasar antes, te agradece. Si pierde, resurge el clásico discurso nihilista ("a mí la selección nunca me importó, yo soy hincha de Peñarol") y sale a la calle a tratar mal a todo el mundo.

Es que desde ciertos campos del mundo cultural las diversas expresiones deportivas han sido vistas con desdén, como si se tratara de manifestaciones de segundo o tercer orden. Hace unos 18 años escuché a un talentoso músico oriental decir algo así como que sentía tristeza por un pueblo que tiene al fútbol como su principal interés cultural, y aún hoy hay varios que afilian a ese pensamiento[i]. ¿Deberíamos ponernos más felices por el Óscar ganado por la canción de Drexler que por el gol de Cavani a los colombianos? ¿Verdad que no necesariamente?

Afortunadamente, el proceso que armó Tabárez a partir de la nada misma suma entre sus logros el haber acercado al fútbol a muchas personas que hasta 2009 pensaban que "Papelito Fernández" era la marca rival del Higienol. Y mientras la selección siguió ganando, el público se siguió sumando. Y cuando tocó perder, si bien algunos se bajaron y empezaron a criticar o despreciar la causa que hasta hacía dos o tres partidos abrazaban con fuerza inusitada, muchos se quedaron. Porque en la vida, como siempre dice el Doctor Da Silveira (principal crítico del actual proceso de selecciones), hay que ser agradecido. Y como el camino es la recompensa, en el camino nos topamos con una fiesta como la del martes pasado, con un Centenario que se llenó hasta en sus rincones más inaccesibles, y con una victoria emocionante, trabajada, sufrida, justa, y uruguaya.

Maracaná 2.0

Si no pasa nada raro, Uruguay clasificará al Mundial. Algo raro sería que: a- Uruguay pierda contra Ecuador y Argentina, y que Venezuela le gane a Paraguay por una diferencia suficiente[ii]. b- Uruguay caiga en el ida y vuelta ante el poderoso seleccionado jordano. Pero si nada de eso ocurre, jugaremos una Copa del Mundo en Brasil, como hace 64 años.

Será la peor temporada estival de los último 30 años, pues la gente optará por guardarse días de licencia para usufructuar durante el Mundial. Nos cansaremos de ver campañas de publicidad encabezadas por los jugadores celestes (ni Fucile se salvará), y ni bien se habilite la venta de entradas para los partidos de Uruguay se desatará una locura similar a la generada por Paul McCartney o One Direction.

Y si se da la lógica, seremos cabezas de serie (para algo tendrá que servir el Ranking FIFA). Y situarán nuestra sede en Porto Alegre, cosa de abaratar los costos. Y seremos locales ante Japón, Irán y Costa Rica (sí, ligaremos un poco con el sorteo). En octavos derrotaremos por penales a Colombia. En cuartos, a Australia con gol de Scotti de rodilla. Ya en semifinales le ganaremos 2 a 0 a Holanda, como en el Mundialito, para llegar a la final a disputarse el 13 de julio de 2014 en Maracaná (no se atrevieron a fijarla el 16).

En lo previo a la final, Ghiggia entrará a la cancha y jugará un "recha" a dos toques con Pelé, que ganará el afrodescendiente, ante la algarabía de la torcida carioca. Se soltarán globos celestes y amarillos. Blatter emitirá un acartonado discurso que, entre puteadas emitidas en portuñol, celebrará el excelente momento del fútbol sudamericano.

Y arrancará el partido.  Brasil será una tromba. Muslera atajará hasta el viento.  Al Ruso Pérez le saldrá sangre del ojo, Godín perderá un premolar y seguirá jugando, Suárez le morderá la oreja a Neymar y verá la roja, y llegaremos al segundo minuto de descuento con los diez leones celestes colgados del travesaño, como manda la historia. Hasta que en la última jugada del partido, el capitán Stuani tirará un pelotazo largo, sin ton ni son. Dani Alves resbalará cual Canals en la final del Uruguayo del 95, y Cavani enfilará con balón dominado rumbo al arco norteño.

Y Kesman relatará "avanza el veloz puntero uruguayo... entra, va a tirar, tira... gol... gol... gol uruguayo... ¿eh? ¿Lo anuló? Lo anuló, lo anuló, la puta que lo parió".

Y saldrá campeón Brasil por penales.

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[i] No diré quién es, aunque comparte nombre y apellido con un árbitro uruguayo.

[ii] Hoy en día, Uruguay tiene un saldo de goles nulo, y Venezuela de -6. Si Uruguay pierde 1 a 0 ante Ecuador y Argentina, Venezuela debería meterle 5 goles a Paraguay para clasificar. Con un agregado: Uruguay jugará con resultados vistos ante una Argentina clasificada, sin Messi, y con la chance siempre vigente de reflotar el Tren de los Pueblos Libres, clausurar UPM, y aceptar que Artigas quiso ser argentino para que vuelvan a darnos una mano nuestros simpáticos hermanitos.