Cualquier cosa te llamo. (2da parte. Ultima?)



Un viejo axioma dice que segundas partes nunca fueron buenas. Esperemos poder refutarlo en el espacio que queda de la columna de hoy.  Si no ante cada crítica del lector  apelaremos al slogan de la bebida sensación del verano Chernobylense. “Peor es la sed”.

Ahora sí, sin mayores preámbulos vamos a hablar de lo que nos compete. El Celular. Así como el jueves pasado dimos algunos ejemplos sobre los usos y costumbres de este singular aparato, hoy veremos algunos casos que nos quedaron en el tintero.

Prohibido hablar por celular. Hay en lugares, que por obvias normas de convivencia esta sugerido el no uso del celular. Cines, teatros y conferencias son el lugar indicado para tener al menos el celular en silencio. A pesar de esto no va a faltar el sorete (siendo benévolo en el adjetivo) que se ponga a hablar por celular en el cine.  Y desafiando a cualquier cálculo de probabilidades seguramente va a estar sentado justo detrás de nosotros. 

Un buen lugar para que te suene el teléfono es en un funeral. En pleno oficio religioso y en el momento de mayor silencio, justo cuando la viuda le acierta al jonca con el primer cascotazo de tierra,  entra esa llamada inoportuna. Y vos te olvidaste de ponerlo en vibrador. Que suene, de ultima, vaya y pase, pero lo peor de todo es que un par de días antes tu sobrina más chica había estado jugando con tu teléfono y te había puesto “La cucaracha” como ringtone.  Ahí nomas queres cambiarle el lugar al muerto.

Un lugar donde esta prohibidísimo hablar por celular es en el Banco.  El miedo a que vos, con un simple teléfono puedas vulnerar la seguridad bancaria, es enorme. Mayor, incluso, a que entres con un rifle cargado al grito de “Arriba las manos”.
Hoy por hoy hay tanta histeria con ese tema, que es más fácil que pase desapercibida la palabra pija en la homilía dominical del Papa a una llamada que te haga sonar el celular en plena fila de depósitos.

Los botijas* y el celular.  Cuál es la edad ideal para que la gurisada pueda entrar en el mundo de la telefonía Celular. Algunos dirán que a los 8 o 9 años. Otros sostienen que el momento ideal es en los despertares de la adolescencia, así entre tanta paja no están tan pendientes del aparato (del aparato telefónico). Los más drásticos dicen que recién a los 18, aunque pedagogos conservadores ultra ortodoxos sostienen que es mejor después de los 21.

Lo cierto es que los infantes sienten cada vez mayor atracción ante estos aparatos. Los más inteligentes (hablo de los teléfonos, no de los pibes) son casi una consola de videojuegos. Lo suficientemente adictivos para que el menor en cuestión nos confisque el teléfono y nos lo devuelva solamente porque se le agoto la batería. Ante semejante panorama, lo más común es que claudiquemos en nuestros férreos principios de padre o tutor y le terminemos  regalando  para  su cumpleaños o alguna navidad un teléfono. Que nunca será el esperado por el fucking gurí, que va a terminar jugando  una vez más con el nuestro.

* Desesperado intento por caer en gracia ante los lectores orientales y sentirme uno más.

En el mundo del celular hay mucha tela para cortar, y si el Señor de los Anillos fue una trilogía al igual que Volver al Futuro, alguien puede negarme el derecho de guardarme material para una tercera entrega? 
Sí lo se… soy un crá. Uruguay nomá!!!