viernes, 20 de mayo de 2016

Salada la canchita: Embutido infantil, final (parte 2)

Al principio el cine fue poco más que fotos en movimiento. En un mundo que dependía aún de la pintura para saber qué cara tenía un rey o cómo había sido un acontecimiento político relevante, no era poca cosa. Se dice que Méliès descubrió el poder de los "efectos especiales" el día que dejó filmando una escena y se le trabó la cámara. Al revelar el rollo vio que un personaje que estaba parado, "desaparecía" mágicamente dado el celuloide que faltaba. A partir de ahí, comenzó a experimentar con apariciones, cámaras que se acercaban y todo tipo de trucajes que le permitiera su primeriza imaginación y la rudimentaria técnica de comienzos del siglo XX.

Es que la historia de la evolución del lenguaje cinematográfico es a la vez, la historia de la madurez de los artistas que allí se expresan, combinado con los avances técnicos que permitían no sólo mejores FX, sino -fundamentalmente- una fotografía más sensible a la luz, lo que posibilitara rodajes más sencillos y en escenarios naturales. Y con mejores resultados, obviamente.


"Viaje a la luna" (1902) de George Méliès

El siguiente avance tecnológico de importancia fue la llegada del sonido en 1927. Antes de eso, la evolución técnica había permitido que se pudiera filmar con
muchísima movilidad, al haber inventado cámaras mucho más livianas y fotografía más sensible. Al arribar el sonido -medio de costado, porque las productoras no querían saber nada con ese invento que estaba en estado muy primitivo pero Warner Bros. estaba en bancarrota y no tenía nada que perder, así que lo introdujo- hubo que volver a los decorados artificiales y a los films con actores estáticos, hasta que se perfeccionaran los micrófonos en escena.

Así llegamos hasta los 50. Hollywood se había organizado en un rígido esquema de sellos productores que tenían a directores, actores y técnicos bajo contrato y sin posibilidad casi de decidir qué filmaban, pero esa época cayó fundamentalmente por la aparición de un enemigo formidable que llevaba imágenes en movimiento al propio hogar. La televisión, obvio.


A ese bicho se lo combatió con color (que ya existía desde 1935), pantalla ancha y espectacularidad de todo tipo, ya que la "caja boba" todavía era en blanco y negro y con las precariedades técnicas de los primeros años del cine sonoro. Se buscó -en esa línea- la primera experiencia 3D (bastante fallida) y con el llamado Cinerama, que era básicamente tres cámaras filmando tres imágenes contiguas a ser proyectadas en sendas pantallas. En este trailer se puede llegar a ver la imagen con sus divisiones: 

Trailer de "La conquista del Oeste" (1962)

Tanta espectacularidad trajo un poco de infantilismo. El público que pagaba su entrada al cine era cada vez más joven (los mayores se quedaban en su casa mirando T.V,) y demandaba contenidos más modernos. Al mismo tiempo, en Europa se hacían filmes mucho más audaces en temáticas, en técnicas, en narración y, además, notoriamente más permisivos que la asfixiante censura norteamericana. Algunos jóvenes procedentes de la televisión aportaron frescura y audacia. No es casualidad que en 1969 ganara el Oscar a mejor film "Perdidos en la noche" y a mejor film en lengua extranjera "Z".


Parecen de verdad, mismo
Eso fue hasta mediados de los 70. Dos films por los que no se apostaba mucho, dirigidos por unos jóvenes bastante desconocidos, fueron unos taquillazos de novela: "Tiburón" (1975, Steven Spielberg, no sé si lo sacan) y "La guerra de las galaxias (1977, George Lucas). La historia de un bicho peligroso (muy bien narrada) y el comienzo de una saga de aventuras no demasiado novedosa más allá de sus ingeniosos efectos especiales -mecánicos- cambiaron definitivamente a un Hollywood en crisis financiera. La sociedad norteamericana, luego de la derrota en Vietnam estaba bastante harta de tanto liberalismo y se encaminaba al reaganismo.

El siguiente avance tecnológico que cambió a la industria fue la aparición de los FX por computadora con "Jurassic Park" (1992, Spielberg again).  Los dinosaurios aparecían como reales por primera vez en la vida. Poco después, "Terminator II" (1992, James Cameron) integraría el nuevo juguete plenamente a la anécdota y todos a aprender computación.

El último chiche es la segunda etapa del 3D, bastante convincente aunque aún no logrado del todo.     

¿Cuál es el futuro de la industria hollywoodense?. Bastante exitosa en taquilla pero un poco como que muy corta de ideas (abundan los refritos de películas o series de televisión viejos, hayan tenido mucho éxito o no) y apoyada en  la profusión de espectacularidad audiovisual. Muchas veces, con poca sustancia.


Vivan las nuevas tecnologías...
¿Habrá algún nuevo invento que agregue más pirotecnia a la exhibición cinematográfica?. ¿O se abaratarán los televisores HD, LCD y/o cristal líquido y todos tendremos en el living unas pantallas que no tendrán nada que envidiarle a ningún shopping?. Podría darse que algunos directores utilicen las nuevas tecnologías (CGI, 3D, pantalla anchísima Imax) con fines expresivos, de la misma manera que otros se aprovecharon de los inventos del sonido y del color. ¿O estoy pidiendo demasiado yo?.


Explicando algunos FX de "Deadpool".

8 comentarios:

Enanobufon dijo...

Los efectos de deadpool muestran que ya ni actores se van a precisar che... Muy esclarecedor como siempre Faga... Ahora, Donde puedo comprar el IMAX, ¿Viene con la botija de regalo?

zorro d colonia dijo...

Fagalde y 10 más

Alvaro Fagalde dijo...

Negativo, Enano. Positivo muñeco (inflable).

Gracias, Zorrete.

Unknown dijo...

Excelente Faga!!

Yo creo que coincido con Lanchi, quien en otra columna (ver mas abajo) decía que lo que sigue es la realidad virtual.

Sería bueno, aunque costoso, verlo aplicado en la pantalla grande. Que el espectador se sienta parte. No recomendable sentirse parte si la peli es una porneta...

Anónimo dijo...

Faga usté me pone y ya està

- Itu - dijo...

10 puntos, los efectos me pueden. Gracias Faga

Ce dijo...

Muy buena colurna, Fagalde.

Alvaro Fagalde dijo...

Gracias por los elogios (in) merecidos.