Ahora sí, no es broma, empezó el viaje. El 27 de abril llegamos a Beijing y se acabó la joda.
China es distinto a todo. Olvídense del inglés, los chinos hablan chino, y punto. En vano es intentar expresarles con señas lo que uno quiere, ya que la respuesta del chino, siempre va a ser en su idioma. Es decir, no solo reniegan de aprender cualquier otra lengua, sino que además para ellos el único medio de comunicación posible es hablar chino. Por eso sabemos decir "hola" (ni hau), "hielo" (pin quei) y "gracias" (xie xie).
Más allá de eso debemos decir que la gente aquí es muy amable, amén de alguna anécdota que no contaremos, la población en general siempre está dispuesta a ayudar. Está el claro ejemplo del día que me perdí en el subte, y me asignaron cuatro chinos para poder regresar al hostel. Es que por un tema de proporciones, todos deberíamos tener algún chino para nosotros, pero dejaré ese tema para otro columnista.
Como dato curioso, y antes de entrar en detalles de lo que hicimos en el país más poblado del mundo, es llamativa la tranquilidad con la que los ciudadanos escupen por la calle. Sin excepción de género ni edad, todos, ancianos, niños, madres embarazadas, y ejecutivos, juntan fuerza de la garganta con no poco ruido, y lanzan su escupitajo a piacere. Es una buena terapia seguirles el ritmo, pero hay que tener cuidado, ya que al provocar el ruido característico, la garganta se empieza a desgastar por la falta de costumbre y puede terminar en un dolor agudo. Niños no escupan en Uruguay. Y si lo hacen, al menos eviten la parte sonora de recarga salival.
Bueno, entremedio de todo eso dimos algún paseo en Beijing, entre los que se rescata la gran muralla. Que es muy linda, pero es puro escalón. ¿Qué necesidad había de hacer la escalera más larga del mundo? Uno viendo las fotitos, imaginaba un largo camino sí, pero llano. Que en un día soleado, hasta podría hacerse en patineta. Pero no, a los orientales se les ocurrió que cada vez que el muro subía y bajaba, lo hiciera también la parte caminable, y la mejor manera para lograr esto no fue otra que con escaleras.
Bueno pero no todo es crítica. Una vez que terminamos de pasear por las alturas, y mermó un tanto la lluvia de barro que mutó a remeras con pintitas a todas las prendas, nos preparamos para el descenso. Y qué descenso. Como si los locales ya supieran que la reacción lógica luego de abandonar una de las construcciones más increibles de la humanidad sería de desazón, nos tenían preparada una sorpresa.
El descenso se realiza mediante unas naves que se deslizan por toboganes. Dos palabras: incre-ibles. La cara de los muralleros a mitad de camino haciendo todo tipo de señas para que los energúmenos del grupo de viaje aminoren la velocidad pagó el riesgo de vida que corrimos en cada curva.
Y de Beijing nos fuimos para Xian. El viaje fue en tren, 12 horas casi todas durmiendo y no mucho para contar. Usted se preguntará, ¿por qué no se van derechito a Shangai en lugar de hacer una parada en ese pueblo desconocido que empieza con x?
La respuesta es sencilla. Hace muchos años, pero muchos (incluso más de los que haciá que peñarol no quedaba entre los 8 de la copa) a un emperador chino, se le ocurrió una brillante idea. La consigna era simple, como todo mortal, el flaco se iba a morir. Ya le estaban construyendo una tumba de ensueño, con todos los lujos, pero para él faltaba algo.
Y ese algo eran unas 6.000 estatuas de terracota, tamaño natural, simulando ser soldados prontos para dejar todo y defender a su emperador. Eso, sumado a algunos cientos de caballos, todo bajo tierra, protegiendo la tumba de este muchacho. Hizo hacer también un cuartel para los generales terracotenses, y se preocuparon porque todos tengan rasgos distintos. Dicen que no hay dos iguales. Igual a mí no se me dio por compararlos.
Entre nosotros, para mí fue bruto curro del gobierno para impulsar la alicaída economía xianenze. Quién puede ser tan idiota, no sólo de fabricar, sino también de acomodar bajo tierra 6.000 macacos con el solo fin de vigilar a este tarado. Y si así fuese, por pelotudos como este se acabaron las monarquías. Un distinto.
Ahora estamos en Shangai pasando el tiempo antes de ir a Hong Kong. No se olviden de la poronga semanal, y nosotros no nos olvidaremos de la columna.
¡Hasta el jueves que viene!
6 comentarios:
Alf, vos tenés que escribir una guia de viajes.
Honesta. Así se debería de llamar.
Sebastián Beltrame no arrancó así?
No puedo hacer más que agradecer el elogio.
Sebastián Beltrame parece hacer desprolijidades. Por lo pronto, está dejando dirección, teléfono y algún dato más público en algún lugar del éter. Y esto es postalina.
Hay bosques en China?.. o es todo un mito urbano?
La de gente que se habrá perdido ahí...
No te olvides de "gulagüí", que te ubica inmediatamente en la patria original del allá conocido "chispa" Delgado...
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