Para quienes crecimos en los años ochenta y adyacencias, calor, noche, olor a cigarro y choripán eran sinónimo de Liguilla. Aquel apasionante torneo que terminaba siendo mucho más importante que el Campeonato Uruguayo. Cinco partidos que podían más que veinticuatro, con jornadas ricas en cantidad de espectadores, anécdotas y goles inolvidables. Pero un buen día, de la mano del clamor popular (léase: opinión del Toto Da Silveira), el campeón uruguayo comenzó a clasificar directamente a la Liguilla, y ésta murió. Tras el luto, renacieron los torneos de verano del fútbol oriental, cuya historia clásica nos permitimos repasar.
2004: nace la Copa Conrad
Ante un estadio Domingo Burgueño Miguel repleto, el Peñarol campeón de Aguirre (ya sin Chilavert, que se fue a seguir engordando a Vélez) marcó el debut del efímero Nacional de Ostolaza. Ganaron los aurinegros por 1 a 0, gol de Carlitos Bueno de penal. En el arco tricolor hizo sus primeras armas el metrosexual Sebastián Viera, todavía sin su clásico gorrito. Pocos días después se jugó la revancha, en el Artigas de Paysandú. Nacional goleó 3 a 0, con sorpresivo gol de Rariz, autogol del Cebolla Rodríguez, y penal del Cacique Medina.
2005: muere la Copa Conrad
Poco duró el amor entre el fútbol charrúa y el hotel puntaesteño: la segunda edición terminó con una refriega entre hinchas en pleno terreno de juego, lo que no colaboró con la imagen del “hotel and casino resort”. Antes, el pintoresco Gonzalo Pizzichillo había puesto en ganancia a los mirasoles dirigidos por el Nando Morena, pero empató el Loco Abreu con toque de billar (del juego, no del Bomba Villar) para los ahora dirigidos por Martín Lasarte. En los penales Viera contuvo el de Cedrés, y Abreu, sin picarla, clausuró el torneo.
Poco duró el amor entre el fútbol charrúa y el hotel puntaesteño: la segunda edición terminó con una refriega entre hinchas en pleno terreno de juego, lo que no colaboró con la imagen del “hotel and casino resort”. Antes, el pintoresco Gonzalo Pizzichillo había puesto en ganancia a los mirasoles dirigidos por el Nando Morena, pero empató el Loco Abreu con toque de billar (del juego, no del Bomba Villar) para los ahora dirigidos por Martín Lasarte. En los penales Viera contuvo el de Cedrés, y Abreu, sin picarla, clausuró el torneo.
2006: ricardiquísimo
Al año siguiente el campeonato se mantuvo en Maldonado, pero la expectativa bajó casi tanto como el glamour del sponsor: nació la Copa Ricard, con un insípido partido que terminó 1 a 0 para Nacional, con olvidado gol de Rodrigo Sebastián Vázquez, uno de los variados casos de futbolistas a los que nunca sabemos si nombrar por un nombre o por el otro.
Al año siguiente el campeonato se mantuvo en Maldonado, pero la expectativa bajó casi tanto como el glamour del sponsor: nació la Copa Ricard, con un insípido partido que terminó 1 a 0 para Nacional, con olvidado gol de Rodrigo Sebastián Vázquez, uno de los variados casos de futbolistas a los que nunca sabemos si nombrar por un nombre o por el otro.
2007: los pibes de Daniel
La emoción (?) mantuvo el nombre, pero se mudó a la capital: la segunda edición de la Copa Ricard se jugó en el Centenario, y ganó el Peñarol de Gregorio por penales. Pero el triunfo moral se lo llevó el Nacional de Daniel Carreño, que jugó con varios juveniles ignotos. Entre ellos Fornaroli, que dejó una para el archivo: tomó el balón en el mediocampo, contra la Olímpica. Levantó la vista y allí estaba Paolo Montero, que a tres años de Sudáfrica todavía era algo así como el gran caudillo celeste. Y Forna la pisó con la rodilla, y lo encaró como diciendo “sacamelá si podés, viejito”. Montero lo miró como sin poder creerlo del todo, y le tiró un guadañazo que no llegó a destino. Erraron sus penales Rodrigo (o Sebastián) Vázquez y el Cuqui Juárez, en el último aporte de ambos a la divisa alba.
La emoción (?) mantuvo el nombre, pero se mudó a la capital: la segunda edición de la Copa Ricard se jugó en el Centenario, y ganó el Peñarol de Gregorio por penales. Pero el triunfo moral se lo llevó el Nacional de Daniel Carreño, que jugó con varios juveniles ignotos. Entre ellos Fornaroli, que dejó una para el archivo: tomó el balón en el mediocampo, contra la Olímpica. Levantó la vista y allí estaba Paolo Montero, que a tres años de Sudáfrica todavía era algo así como el gran caudillo celeste. Y Forna la pisó con la rodilla, y lo encaró como diciendo “sacamelá si podés, viejito”. Montero lo miró como sin poder creerlo del todo, y le tiró un guadañazo que no llegó a destino. Erraron sus penales Rodrigo (o Sebastián) Vázquez y el Cuqui Juárez, en el último aporte de ambos a la divisa alba.
2008: entre achuras y chinchulines
La historia es conocida: a principios del 2008 se gestó el Peñarol de las estrellas, de la mano de la reconciliación del Paco Casal con Juan Pedro “Peñarol Independiente” Damiani. Y así llegaron Carlos Bueno, el Pollo Olivera, y una larga lista de etcéteras. Pero jugaron por la Ricard y goleó Nacional 3 a 0, con anotaciones de Ligüera de penal, Chengue Morales de cabeza, y Fornaroli con sombrero incluido al arquero Guillermo Reyes, que desde ese día cayó en un injusto ostracismo. “Jugamos con las achuras, el miércoles ponemos toda la carne en el asador” dijo Juan Pedro, para alegría del propio Reyes, o de hombres como Paulo Pezzolano, comparados ahora con aquello que no se le podía dar crudo a los perros para combatir la hidatidosis, según aprendimos en la escuela. Así fue que pocos días después volvieron a enfrentarse, y una vez más ganó Nacional, de atrás, 2 a 1 con dos de Fornaroli (a esa altura, pichón de Atilio García, devenido con los años en pichón de Juan Ravera) y dos incomprensibles errores del promocionado arquero Frascarelli, que ya no volvería a ver acción con el buzo carbonero.
La historia es conocida: a principios del 2008 se gestó el Peñarol de las estrellas, de la mano de la reconciliación del Paco Casal con Juan Pedro “Peñarol Independiente” Damiani. Y así llegaron Carlos Bueno, el Pollo Olivera, y una larga lista de etcéteras. Pero jugaron por la Ricard y goleó Nacional 3 a 0, con anotaciones de Ligüera de penal, Chengue Morales de cabeza, y Fornaroli con sombrero incluido al arquero Guillermo Reyes, que desde ese día cayó en un injusto ostracismo. “Jugamos con las achuras, el miércoles ponemos toda la carne en el asador” dijo Juan Pedro, para alegría del propio Reyes, o de hombres como Paulo Pezzolano, comparados ahora con aquello que no se le podía dar crudo a los perros para combatir la hidatidosis, según aprendimos en la escuela. Así fue que pocos días después volvieron a enfrentarse, y una vez más ganó Nacional, de atrás, 2 a 1 con dos de Fornaroli (a esa altura, pichón de Atilio García, devenido con los años en pichón de Juan Ravera) y dos incomprensibles errores del promocionado arquero Frascarelli, que ya no volvería a ver acción con el buzo carbonero.
2009 y 2010: pan con pan
Cambiamos el Ricardito por el pan de molde: nació la Copa Bimbo con su osito cuasi gay, pero se mantuvo la tendencia: en el 2009 ganó Nacional 2 a 1 de atrás (gol del goleador veraniego Carlos Bueno para los del Palacio, y de Chapita Blanco de penal y Hueso Romero para los del Parque); en el 2010 ganó Nacional por penales, el último de los cuales fue pateado por Oscar Javier Morales, cuyas acciones no habían empezado a bajar. Último antecedente previo al clásico de ayer, del que usted sabrá darnos alguna señal.
Cambiamos el Ricardito por el pan de molde: nació la Copa Bimbo con su osito cuasi gay, pero se mantuvo la tendencia: en el 2009 ganó Nacional 2 a 1 de atrás (gol del goleador veraniego Carlos Bueno para los del Palacio, y de Chapita Blanco de penal y Hueso Romero para los del Parque); en el 2010 ganó Nacional por penales, el último de los cuales fue pateado por Oscar Javier Morales, cuyas acciones no habían empezado a bajar. Último antecedente previo al clásico de ayer, del que usted sabrá darnos alguna señal.
(Publicado en Guambia, 15/01/11.)
6 comentarios:
Penadoy no esta para esta copa de pan de molde..... Y para que esta?
No sabemos, pero para esto, no.
Presencié el del 2006 en Maldonado, recuerdo como si fuera ayer a Garisto en el banco aurinegro y a un emergente Jorge Cazullo por la banda derecha.
Los otros dos equipos eran Rocha y los Dorados de Culiacán, con Abreu y Josep Guardiola en filas Aztecas (o Culiacanas, no lo tengo claro).
¿para cuando un clásico en el Supicci de Colonia?varios veranos se amagó jugarlo se acuerdan? sino organizamos uno en la cancha de Punta Ballena que me queda cerca
Por lo menos no hay riesgo de cruzarse con don Gregorio.
Qué lindo suena eso de "culiacanas".
verano del 2007 como olvidarlo....empezaba la gloriosa racha del Caute de goles errados....se comenta que en la jugada previa a la "rodillita", el metrosexual salteño le dijo a Montero: "yo te voy a mostrar porqué tenés que dejar el fútbol"
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