No me peguen, soy del bolso

Resultaría difícil negar que las hinchadas de los equipos grandes de nuestro fútbol tienen una extraña tendencia a victimizarse e imaginar oscuras confabulaciones a escala mundial destinadas a menoscabar su natural tendencia a ganarlo todo.

Parecería ser regla para los grandes que ya no lo son tanto. No en vano nos pasamos 40 años advirtiendo que la FIFA hacía todo lo posible por perjudicarnos (porque somos un mercado chico, porque no somos simpáticos, porque nos tienen envidia pues siendo apenas 3 millones tenemos cuatro estrellitas en el escudo). ¿Qué cambió para que hayamos estado a una jugada de la final? ¿No será que cuando quedábamos afuera rápido o ni siquiera clasificábamos se debía a qué jugábamos como el orto, y que el día que llegamos con un equipo decente, un grupo unido que no metía putas en la concentración, un entrenador serio, y un par de goleadores con el arco abierto, llegamos adonde siempre quisimos estar?

Algo similar le convendría pensar a los hinchas de Nacional y de Peñarol. Hoy, por cuestiones prácticas, me centraré en los albos.

La tendencia del parcial del Club Nacional de Football a sentirse perseguido por árbitros, autoridades de la AUF y hasta el mismísimo gobierno nacional, es proverbial. Es normal que el ser humano le atribuya a factores exógenos la explicación de eventos que escapan a su control, pero sobre los que bien podría ejercer la incidencia necesaria para torcerlos. Por eso mi jefe me echó porque es un imbécil, o tu novio te dejó porque no te valora, o al nene le fue mal en el escrito porque la profesora es una botona y puso temas que no había dado. Cuando todos sabemos que mi jefe me echó porque me ponía a escribir para Guambia en horas de trabajo, que tu novio te dejó porque sos fea y estás loca, y al botija le fue mal porque se la pasa en facebook.

Digamos ahora algo que no caerá demasiado bien: durante muchos años, Nacional se ubicó en un plano de inferioridad respecto a Peñarol. Las causas de este fenómeno habrá que buscarlas en la Copa Libertadores (Peñarol llegó a tener 3 ganadas, contra 0 de Nacional), en la supremacía clásica (que nació a fines de los 70 y terminó en 1998), o en dirigencias con perfiles opuestos, que –salvo en la época de Miguel Ángel Restuccia– daban la impresión de que Peñarol hacía y deshacía a su antojo en los corrillos de la AUF, mientras que Nacional se resignaba a patalear y retirarle la confianza al Ejecutivo.

Hoy, 51 años después de la primera Copa Libertadores (a cuyas semifinales Peñarol llegó tras derrotar únicamente al poderoso Jorge Wilstermann en llave de ida y vuelta, digamosló), no hace falta ser una lumbrera para advertir que la situación se ha modificado sustancialmente. Hay por ahí mucho escritor símil Coelho (Paulo, no Walter Fabián) que afirma que el cambio debe venir de adentro. En este caso, con un agravante: el “afuera” ya cambió.

Hace por lo menos una década que en la AUF Nacional parecer tener más peso que ningún otro, hace 13 años que Nacional comenzó a achicar distancias en la tabla histórica de los clásicos, lapso en el que los albos conquistaron 8 Uruguayos contra 3 de su eterno rival carbonero. Ni mencionemos la cantidad de socios de una y otra institución, ni la comparación entre el Gran Parque Central y el Monumental Estadio Las Acacias.

Pero un sector importante de la hinchada parquense aún actúa como si nada nuevo hubiera ocurrido en los últimos 20 años. Siguen protestando contra un sistema que parece serle más que funcional a sus intereses. Mas como ya no se la pueden agarrar con la AUF, ni con el Colegio de Árbitros, se la agarran con su nuevo archienemigo: el periodismo deportivo, y en particular, Tenfield.

Que son todos hinchas de Peñarol, que hacen tomas muy logradas de la hinchada carbonera y que a la tricolor la enfocan de atrás, que los micrófonos solo captan la poesía de la parcialidad rival, que la promo del clásico de la Copa Bimbo decía “Peñarol – Nacional, Nacional – Peñarol” y no a la inversa. Y una larga lista de etcéteras.

El otro día el ilustre atleta y pensador Sergio Gorzy dijo sobre el particular: “si es así, qué mal le está saliendo la movida a Tenfield, porque desde que la empresa existe Nacional se cansó de salir campeón y Peñarol gana cada 7 años”.

Porque si bien es cierto que Casal, Francescoli, el Tano Gutiérrez, Romano, Scelza, Gorzy, Sonsol, Etchandy y hasta Gard son hinchas de Peñarol, también es cierto que, por ahora, poco han podido hacer por la camiseta de sus amores. Salvo el Tano, aunque en el último año de su carrera le bajó dos dientes al mirasol Zalayeta, jugando por Defensor.

Así que tan manya no debe ser.

(Publicado en Guambia, 22/01/11.)