CUENTO: Felisberto y el misterio de la Isla. Parte III

Gracias enplay, una vez más, por colaborar desmedida y desinteresadamente con esta, la penúltima entrega de lo que es esto.

Felisberto y el misterio de la Isla. Parte III

Felisberto mira la caja y decide abrirla. Es una caja de cartón muy liviana, como si estuviera vacía, una suerte de cráneo de Claudia Fernández. Pero no está vacío, lo que tira por tierra la metáfora anterior. En su interior hay un rollo de papel que parece un mensaje. Lo lee. Es un mensaje, si. 

“Alonso renunció al Guaraní, la puta que lo parió.”

Sí, “Alonso renunció al Guaraní, la puta que lo parió” eso lee.

Pero el mensaje sigue. Más abajo dice: Banana, caminá arroyo abajo que, obviamente, donde hay agua, tarde o temprano encontrás gente. ¿Nunca viste los programas de National Geografic que dan los sábados al medio día? No siendo lo de banana, debe reconocer que el resto del mensaje es una buena idea.

Comienza a caminar arroyo abajo y a los 7 kilometros y medio se encuentra con una tribu. Sus integrantes son todos rubios y pelos con tuco.

Una rubia de unos 22 años se le acerca y le dice: “hola”.Queda descolocado. La rubia está buenísima, más buena que la Madre Teresa después de ganarse el cinco de oro. De adelante, de atrás, perfil derecho, perfil izquierdo, perfil de facebook, de todos lados. 

-Hola- le dice también-.¿Cómo te llamas?

-Burkina- le dice ella-¿Y vos?

En ese momento un tipo aparece y le dice a Burkina: 

-Borrate un momento que me voy a presentar, nena.

La rubia desaparece y el tipo le tiende la mano:

-Mucho gusto. Mi nombre es Faso. Paraconel Faso. ¿Usted es..."

-Yo soy Felisberto- responde él, estrechándole la mano – un gusto señor Faso.

-Decime Paraconel, por favor, o Tito… ¿Sólo Felisberto? ¿Y su apellido?

-¿El de quién? Hay un tal Gjoffe, que es quien mueve todo esto, pero el mío, si es que tengo uno, no me lo ha dicho.

-¿Gjoffe? ¡Qué nombre de puto! No he oído de él. De todos modos te llamas Felisberto a secas, entonces.

-Así es. Pero puede llamarme Felisberto, si gusta.

-Me parece bien-dice el Noal (Nota: se llamaba Noal, no Paraconel)

-Bueno, vamos a lo nuestro - le dice Noal- .He visto que te sentías atraído por Burkina y me pareció que ella también tenía interés en ti. Pero, para hacerla corta, tenerla implica algunos problemas. Yo soy el jefe de esta tribu. Por lo que Burkina es una princesa. Y resulta que el hijo del jefe de nuestra tribu vecina también anda atrás de ella, como Neymar atrás del Pelado Cáceres. Y en nuestra tradición, cuando un príncipe anda atrás de una princesa, o un brazuca anda atrás de una persona que es un oxímoron en la relación de su apodo con su apariencia, tiene derecho a ella (o a él, en el otro caso) por sobre los demás… Te tenés que batir a duelo con el hijo del jefe de la tribu vecina, mañana apenas salga el sol. Ajo y agua.

-Ta- dijo Felisberto, que caliente como andaba con la Burkina no pensaba mucho las cosas. Tira más un pelo de concha que una yunta de bueyes.

El negro medía 2 metros, era cinturón negro de karate y tenía minutos jugando para los Miami-cuadro de mierda- en la NBA. Pero Felisberto le metió 3 balazos, con el segundo de los cuales mandó al país de los quietos a su adversario. “Mucho huevo pero no bancás dos balas, garqueta”, pensó. ( de dónde salió el revólver? y yo qué se. Las historias son para leerlas no para andar indagando cosas. Pongamos que estaba en el bote).

Felisberto quedó muy contento. Miró sonriente a Burkina y observó como ésta de devolvía la sonrisa (más bien como que andaba regalada, como buzo de lana el 2 de enero).

Pero Noal le dijo que esa era solo una de las pruebas (viejo sorete). La siguiente era mucho más difícil. Pero que antes de hablarle de eso debía contarle una historia.

Noal comenzó a contarle que su tribu descendía de los vikingos.

“Sabrás, Felisberto, que los vikingos fueron un pueblo guerrero y de grandes navegantes.

“La leyenda cuenta que cierto día se hicieron a la mar en uno de sus mejores barcos, y metieron cuanto vino tenían y cuanta mina habían secuestrado adentro. Era una de sus costumbres. Ataban a uno que agarraban de punto al timón para que manejara, y ellos meta darle al vino, las drogas y a las minas.

“Como al mes el barco encalló en las arenas de una playa y se deshizo. ¿Qué había pasado? El del timón se había desatado y andaba tan mamado, merqueado y meta dar bomba como ellos. Cuando se les fue la mamúa a todos, se dieron cuenta de que además de no tener barco, estaban perdidos. Porque ellos para navegar se guiaban por las estrellas, y resulta que miraban para el cielo y no reconocían estrella alguna. Nunca más pudieron volver a su patria. Encontraron un arroyo que olía a durazno y decidieron quedarse a vivir en ese lugar.
Esta es la historia que Noal contó, con voz triste, quebrada.

-¿Y eso qué tiene que ver conmigo? -preguntó Felisberto.

-Querido Felisberto-le dijo Noal- ¿Tu estás perdido, verdad? Lejos de los tuyos, seguramente, y no sabes la razón, ¿verdad?

-¿Cómo lo sabes?-preguntó ansioso Felisberto.

-Porque todos los que se encuentran con nosotros, la tribu que está perdida y lejos de su patria, son personas que también se encuentran perdidas y lejos de su patria- respondió.

-Pahh- exclamó Felisberto.

-Entonces debo aclararte lo siguiente: si te unes con Burkina, serás uno de nosotros. Y jamás podrás regresar con los tuyos. Es una advertencia que te debo hacer. Ahora, tienes toda la noche para meditar en cuál decisión has de tomar. Te prestaremos una choza para que pienses con cuidado tu decisión. Hasta mañana, Felisberto.
Felisberto entró a la choza y le dio una patada a la puerta, la tela no sintió ningún efecto.

-La puta madre- dijo.

¿Qué hara Felisberto?

¿Se quedará a vivir para siempre con los perdidos y Burkina?¿Está tan buena Burkina como para tomar una decisión así? ¿No es la hija del jefe y es medio cheta y bastante regalada?¿Vale la pena volver a esa vida de mierda que tenía antes, llena de stress, minas rompehuevas, jefes que te chupan la sangre y por unos pocos pesos?

Son muchas las preguntas que debe hacerse Felisberto que solo tiene una noche para decidir cómo será su vida de ahora en adelante. 

¿Usted qué haría? Dele una mano. Denos una mano

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