jueves, 14 de julio de 2011

Israel


Ejemplar de remera a la venta en el Via Crucis

Miércoles 6 de Julio entrábamos nuevamente a Israel, esta vez dispuestos a pasar cinco días en tierra santa. Y ya de pique nomás nos tiraron al mar Muerto.

Hay bibliografías encontradas al respecto, pero para decir algo, pongamos que los mares y océanos en general tienen un 3% de sal, mientras que el porcentaje del Muerto (no peñarol, el mar) asciende al 30%. Entonces, si en el mar Rojo nos ardía la vista, ahora la situación crecía exponencialmente. Dicho esto, las últimas advertencias antes de soltarnos en el agua fueron que por favor no zambulléramos el rostro, ya que el ardor podría ser intolerable.

Pues bien, no tuvimos otra opción que hundir la cabeza en el agua y hacer algunas gárgaras, para saber de qué se trataba... Y tenían razón. No sólo fue imposible recuperar la visión durante el minuto subsiguiente, sino que además, todas las cavidades ardían por algún motivo en particular. Era como hacer una salmuera gigante. Imaginen además cualquier tipo de lastimadura (o paspadura digámoslo claramente) ardiendo constantemente por el efecto de la sal.

Pero claro está que la experiencia, además de servir para cicatrizar todo tipo de heridas, tiene algo así como un lado positivo, o al menos anecdótico. Es que, como todos sabemos, tanta sal hace que cualquier cosa flote. Entonces, todo intento por hundirse era en vano, y si bien no caminamos, pudimos hacer todo tipo de piruetas con medio cuerpo sobre la superficie. Como dato anecdótico, les contamos que el Mar Muerto se encuentra a 400 metros debajo del nivel del mar. ¿De cuál mar? No lo sabemos.

Hablando un poco en serio, ya secos, hay que decir que Israel tiene una increíble capacidad para atraer a todas las religiones, o al menos las que quien escribe tiene como principales. Es que los musulmanes tienen, por ejemplo, el gran domus dorado, desde donde Mahoma ascendió a los cielos y otras tantas cosas más, mientras que los cristianos y judíos tienen la biblia entera, desde la casa de Jesús hasta el Muro de los Lamentos, pasando por la piedra donde Abraham casi limpia a su hijo.

Y si a eso le sumamos que adentro de Israel hay pedazos del estado de Palestina (que vaya uno a saber qué es), todo se convierte en una gran pelota gigante que viene explotando de a poquito.

Por ejemplo, en Jerusalén está el Via Crucis, el popular camino que hizo Jesús cargando la cruz. Mas lejos de ser un lugar sagrado, fue lo más parecido a ir a la facultad de Ingeniería un Domingo de mañana. Cientos de vendedores instalados entre cada estación le quitaban todo el misticismo que algún religioso se pudiera imaginar.

Finalmente terminamos en Tel Aviv, lindo sitio, con rambla y todo, e infinitamente más occidentalizado que Jerusalén, donde habíamos estado los primeros días. Sirvió también para descansar un poco.

Sí, descansar. Es que más allá de estar al pedo hace ya casi cuatro meses, estos últimos cincuenta días con el grupo no fueron tales como esperábamos. Y aunque como ya lo dijo originalmente JR "Presión… ¿Sabés quién tiene presión? Aquel que no tiene para llegar al fin de mes y pagar un alquiler, pagar un plato de comida. Esto es un juego… Es un juego profesional”.

Bueno, con esa introducción espero se entienda la idea. Aunque acá nadie se queja, uno no esperaba tener que despertarse todos los días a las 5 de la mañana, subirse a un ómnibus y volver al hotel por la tarde, comiendo lo que pueda en el camino.

Es que, justamente, nuestro hogar ha pasado a ser el asiento del bondi, donde dejamos el desayuno robado en algún tupper, nuestras ropas, alguna almohadita, y la compu o algún libro para hacer más ameno el viaje. Por momentos se extrañan aquellos días en Phi Phi, alejados de las preocupaciones del mundo. Dicen que en Mykonos ocurrirá algo parecido. Si es así, sabremos valorarlo.

Como ejemplo, estando en Turquía, de la que les hablaré la semana entrante, llegamos a la gota que desbordó el vaso: visitamos un museo de alfombras. Sí, tal cual lo lee. Luego de interminables visitas a cosas que nadie entendía, destinamos una hora de nuestro querido viaje a visitar un museo de alfombras, con algunas estufas y adornos decorativos.

Pero de eso ya hablaremos pronto, así que, poronga mediante, me despido hasta el jueves que viene, ya que son las 2.30 de la madrugada, y en un par de horas nos despiertan para meter nueve horitas de viaje hacia Cappadocia.

No, no es joda.

8 comentarios:

alf dijo...

hice lo que pude

Dios dijo...

primera poronga!!!!!

Dios dijo...

flor de viaje loco! tengo pensado andar por esos sitios el año que viene

Nacho dijo...

No sé porqué no veo la poronga de Dios (qué me desmientan). Quedó como que la primera fue la mía.

Yo para mí, buena columna esta. Y me gustó lo de "el minuto subsiguiente", así se debería llamar el programa de viajes de Alfie. (un saludo a Isaac)

German Schnyder dijo...

La verdad te quedó redactado como el culo...
En fin, la imagen de vos parado en el museo de alfombras diciendo "ya está, ya la vi, es una alfombra roja" todo lo vale.

Ce dijo...

No pude leer la columna porque apenas vi el título me vinieron unas ganas locas de ir a Youtube a ver otra vez el tema de Wendy Sulca, El Delfín y La Tigresa dedidado a Israel.

Dulcinea dijo...

Alf, espero que dejen de arderte todas tus cavidades.

alf dijo...

Dios, serás bienvenido, eso sí, guarda con el mesías que elegís.