Por el buen camino

Durante cerca de 60 años se dedicó mucho tiempo y papel a conjeturar respecto a si Uruguay tenía la más mínima posibilidad de volver a coronarse campeón del Mundo de fútbol. Lo cierto es que la campaña celeste en Sudáfrica y el nivel actual de Suárez y Cavani nos hacen pensar –en secreto, porque somos uruguayos y tenemos una fama de humildes que preservar– que alguna chance tenemos de pegar un par de sustos en suelo carioca. Sin embargo, no hemos podido trasladar ese optimismo a nuestros clubes, que siguen participando de la Copa Libertadores como el oficinista que corre una 10K: sin la más mínima convicción de poder terminar en la primera posición, pero dando todo por llegar lo más lejos posible. Sin embargo, la (pre)historia de nuestros clubes grandes los obliga a salir a ganar.

Publicado en Brecha, 03-01-14.

A poco menos de un mes de que dé comienzo la edición número 55 del máximo torneo americano de clubes para los equipos uruguayos, y mientras pierden altura las últimas cañitas voladoras, nos resulta apropiado analizar las chances de los representantes orientales en el citado certamen, con vistas a reverdecer los lauros del pasado.

El fútbol uruguayo (Nacional y Peñarol) ha ganado 8 ediciones de la Copa Libertadores, y llegado a 16 finales, número que no está nada mal y que pasa a estar aún mejor si consideramos que hasta 1988, Uruguay había estado presente en 15 de las 29 finales. Es decir, fue estadísticamente más probable encontrar a un equipo uruguayo en una final de Libertadores que no encontrarlo entre 1960 y 1988.

Claro que la tendencia se ha revertido desde entonces. Tanto que de las últimas 25 finales, Uruguay (Peñarol[i]) disputó solo una. En comparación, Brasil disputó 19 (incluyendo dos finales de brasileños contra brasileños[ii]), Argentina 10, Colombia 5, Paraguay 5 y Ecuador 3.

Algo hemos estado haciendo mal.

Cambio de hábito

Las mentes iluminadas que fomentaron el cambio de calendario del fútbol uruguayo allá por 2004 lo hicieron bajo el ingenuo deseo de que nuestros equipos llegaran a febrero en pleno rodaje, con planteles armados capaces de plantarle feroz resistencia al rival más pintado. Claro que omitieron dos detalles.

El primero: la proverbial precariedad económica de nuestras instituciones (aún de las más poderosas, que pasan a ser las menos débiles cuando las comparamos con las del resto del continente) las ha llevado a contratar jugadores por 6 meses (cuando no por menos), lo que deviene que los planteles se hacen y deshacen dos veces por año.

El segundo y más importante: los equipos clasifican en junio para una Copa que se juega 8 meses más tarde. Es tiempo más que suficiente para borrar con el codo lo que se había escrito con la mano. O dicho de otra manera, se corre el riesgo de que suceda lo que nos acaba de suceder: "Uruguay 1" en la próxima Libertadores (Peñarol) fue "Uruguay 8" en el reciente Torneo Apertura, y el "Uruguay 2" copero (Defensor) fue "Uruguay 12" en el campeonato que se definió con el tiro libre del Bolita Lima.  ¿Qué le puede esperar a un equipo que -como Defensor- viene de comerse 6 goles ante Rentistas, cuando le toque enfrentar a Cruzeiro?[iii]

Por ende, volver a los antiguos Campeonatos Uruguayos de marzo a diciembre serían una buena forma, no ya de volver a ganar la Libertadores, sino de retomar la sana costumbre de caer eliminados ante rivales prestigiosos.

Una luz en el túnel ciego

Echando un simple vistazo a lo que nos viene dando este período de pases, cuya reidera vedette integró el plantel de Malasia 97, comprenderemos que salvo que Casal quiera profundizar su proceso de limpieza de imagen al interior de la falange carbonera con incorporaciones de jugadores de primer nivel, o que Suárez decida regresar al club que lo vio nacer para acostumbrarse a los insultos que le lloverán durante el Mundial, resulta casi imposible que una factible novena Libertadores uruguaya caiga por los cauces formales.

Indudablemente, a falta de evidencia empírica, de bases materiales que sustenten nuestros sueños continentales, llegó la hora de apelar a lo sobrenatural. A lo indemostrable.

¿Sabe usted cuántas veces un equipo uruguayo ganó la Libertadores tras habérselo propuesto explícitamente? Le diré que casi nunca. No contemos las ediciones de 1960 y 1961, que tuvieron menos participantes que la Copa Suat. Dejemos afuera también a la de 1966, que Peñarol la tenía perdida y que si la ganó fue porque Amadeo Carrizo la paró de pechito. Tampoco sirve la de 1980 (Nacional clasificó gracias a un gol de De la Peña, que si vuelve a patear así la manda al Polígono de Tiro), ni la de 1987 (ver la primera nota al pie), ni mucho menos la de 1988, que Nacional hizo suya con un plantel muy similar al que venía de perder clásicos de las maneras más indecorosas.

Si me apura, tan solo en 1971 Nacional se propuso ganar la Libertadores y la ganó (también es cierto que se lo venía proponiendo desde 1964). Por su parte, a Peñarol le sucedió algo similar en 1982, luego de que Nacional se le hubiera puesto "3 a 2" en copas ganadas. "Vos 3, pero ojo, que yo 2" se volvió un leitmotiv en el boliche, el facebook de aquellos años.

Pero como ya no hay posibilidades de traer a Artime o Morena, reiteramos: el convencimiento debe venir por el lado esotérico. Nadie podrá creerse que Peñarol aspira realmente a ganar su sexta copa con un plantel cuyo promedio de edad bordea los 43 años, ni que Nacional va por la cuarta en base a la fortaleza espiritual de su mediocampo ("el más silencioso del mundo" según L'Equipe).

Nos tenemos que convencer de que Peñarol va a llegar a la final con el peso de su camiseta, y que la va a jugar ante Nacional porque del mismo modo que Artigas peleó con perros cimarrones y le ganó al español Posadas echando el equipo atrás con dos laterales con ida y vuelta, el equipo tricolor llegará a lo más alto con Alonso jugando solo arriba y los demás pegándole para adelante, para que corra.

Por eso, cuando a Tito Gonçalves no le da vergüenza afirmar que está construyendo el Peñarol campeón de América, lejos de apenarnos, debemos comprender que solo apelando a lo irracional podremos salir adelante.

Vamos por el buen camino.

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[i] Hay quienes afirman –no sin fundamentos– que los méritos de esa campaña se reparten a partes iguales entre Peñarol y el culo de Aguirre.

[ii] En ambos casos, curiosamente, ganaron brasileños.

[iii] Salga desde aquí el justo reconocimiento para Nacional, que logró ser "Uruguay 3" en ambas competencias, destacando las ventajas de los procesos serios y a largo plazo.