Con oro pero sin caspa

Días atrás, y con una expectativa nunca antes vista en nuestro medio, se hizo entrega del Balón de Oro de la FIFA que terminó ganando Cristiano Ronaldo, ante críticas, llantos (incluso el del propio metrosexual lusitano) y denuncias de arreglos varios. A continuación intentaremos reflexionar sobre qué entendemos por ser "el mejor del mundo" en este fútbol de hoy donde un jopo se valora más que una jopeada.

Publicado en Brecha, 17/01/2014.

La ceremonia se prestó para todo. Desde la presentación del traje de despedida de los Zíngaros para el carnaval 2014 (a cargo de Lionel Messi, que transó a cambio de 10 metros de cerámica Reinaldo, un cepillo Pico Jenner y un sánguche helado Oasis), hasta una nueva aparición de Pelé y el retorno mediático de Ruud Gullit, que sin rastas ya no es el mismo.  

También dio lugar a las conjeturas respecto a quién sería el ganador. Horas antes del evento ya todo el mundo sabía que Cristiano Ronaldo sería el elegido, suponemos que gracias a que los sondeos a boca de urna de la FIFA son más efectivos que los que empleó canal 10 en 1994. La publicación de la votación de los directores técnicos, capitales y periodistas de cada una de las naciones afiliadas a la FIFA permite advertir interesantes patrones de comportamiento.

Por ejemplo, los jugadores tienden a favorecer más a sus compañeros de equipo que a sus compatriotas. Así fue que Messi votó a Iniesta, Xavi y Neymar, pudiendo haber votado al Kun Agüero. Del mismo modo, Thiago Silva puso segundo a Zlatan Ibrahimovic (compañero en el PSG) pero no mencionó a Neymar. El caso más representativo es el del capitán del seleccionado eslovaco, Martin Skrtel, para quien su compañero Suárez fue el mejor de todos durante el pasado año. Asimismo, Steven Gerrard metió tercero a Luisito, y no mencionó a ningún jugador inglés[i]. La excepción estuvo dada por Diego Lugano, que puso primero a Suárez y segundo a Cavani, aunque en el caso del futbolista canario la explicación es clara: prácticamente no ha jugado en los últimos 3 años, por lo que desconoce el nombre de sus compañeros de equipo.

Diferente es el tema con los entrenadores, donde es difícil establecer un patrón. Caso emblemático el de Oscar Washington Tabárez: votó a Ribéry, Messi y Cristiano, en ese orden. Empero, hay otros que siguiendo la postura de Luis Alberto Cubilla (que mientras entrenaba al seleccionado celeste votó a José Luis Zalazar como mejor futbolista de 1992) privilegian el sentir nacional, poniendo a un jugador local en el primer lugar, incluso rellenando la terna con estrellas "de medio pelo". Por ejemplo, el coach italiano Cesare Prandelli ubicó en la primera posición a Andrea Pirlo, secundado por Philip Lahm y Robert Lewandowski. El entrenador portugués puso a Cristiano en lo más alto, seguido por Radamel Falcao y Arjen Robben. Más dignidad tuvieron los técnicos de Argentina y Francia (Sabella y Deschamps), que si bien pusieron a Messi y Ribéry en lo más alto, completaron con Ribéry y Ronaldo el primero, Cristiano y Zlatan el segundo.

Ganar o morir

Pero estamos acá para reflexionar sobre "qué se entiende por haber sido el mejor en un año". Partimos de la base de que tanto Cristiano como Lionel son grandísimos jugadores, y que seguramente Frank pueda también ser puesto a la altura de éstos[ii], aunque lo tengamos menos visto dado que desde que cerró Transtel casi no nos llegan los partidos de la Bundesliga. De ahí que tendamos a creer que a la hora de la decisión (si se puede hablar de decisión en una votación de un colectivo tan heterogéneo donde coinciden el padre del Piñe y el director técnico de la selección de Vanuatu) terminan pesando factores que trascienden las capacidades de los futbolistas.

Para empezar, pesa el factor aburrimiento: Messi había ganado los últimos cuatro Balones de Oro, y todos sabemos el daño que provocan los reinados tan prolongados, desde el último Quinquenio mirasol hasta Sociedad Anónima y sus gauchos patones, pasando por el Welcome de Magurno. Por eso, a la hora de votar por uno o el otro, se lo terminás dando al portugués.

Los defensores de Messi se rasgan las vestiduras haciéndonos ver que Ronaldo no ganó nada durante el año pasado, claro que para ello apelan al argumento que usamos los defensores de Diego Armando Maradona para sostener que el de Villa Fiorito es mejor que el rosarino. Pues si Messi es mejor que Ronaldo porque Messi salió campeón y Ronaldo no, entonces Maradona deberá ser mejor que Messi dado que llevó a su selección a dos finales del Mundo (de las que ganó una), en tanto Messi no ha podido superar los cuartos de final, con una suma de goles mundialistas idéntica a la de Palito Pereira, Darío Rodríguez y el Chengue Morales.

Claro que si nos centramos específicamente en el año que pasó, y tomamos por válido que ser el mejor es lo mismo que haber ganado más, el título debería ir para el francés de rostro maltrecho, dado que ganó la Liga, la Copa alemana, la Liga de Campeones, el Mundial de Clubes, un abierto de padel, y un cinco de oro con revancha. Sin embargo, Ribéry terminó en el tercer lugar: "¿qué mas tengo que hacer para ganar yo?" se preguntó el pobre. La respuesta parece clara: jugar en una liga más importante, para empezar. Y ser la figura del próximo mundial, para seguir.

Que la sigan chupando

Si me preguntan, diré que "el mejor jugador del mundo" debe reunir tres condiciones. En primer lugar, la básica: jugar bien al fútbol, término que se adapta tanto a Messi como a Romario Acuña. En segundo lugar, ser exitoso: no podés ser el mejor (sí, a vos te hablo, holandés) si nunca saliste campeón. De hecho es esa la causa de que grandes jugadores como Juan Ramón Carrasco no sean recordados con el respeto que sus cualidades técnicas hubieran merecido.

Por último, el mejor jugador  del mundo debe tener carisma. Temple, vergüenza deportiva, pundonor, llámelo como quiera. Pero el mejor jugador del mundo debe ser capaz de salir campeón aún en las peores condiciones, rodeado de los compañeros menos capacitados. Debe saber decir cosas interesantes toda vez que se prende una cámara delante suyo, debe ser el que pelea los premios, el que da la cara cuando las cosas salen mal, y el que define los partidos más trascendentes, como una semifinal de un Mundial. Y para definirlos, primero hay que jugarlos.

Por eso, por más goles de Pro Evolution Soccer que conviertan, por más récords que batan, por más gel que se pongan en el pelo o más dinero que ingrese a sus cuentas por usar trajes ridículos o promocionar shampoo anticaspa, Messi y Cristiano siempre van a estar debajo de Diego Armando.

Al menos hasta que salgan campeones del mundo. Cosa que -ya lo dijo Boris- de momento, no va a pasar.

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[i] Curiosamente, Luis Suárez fue el tercer mejor futbolista de 2013 para el capitán de Turks and Caicos, y para los entrenadores de Eritrea, Nigeria (¿no era racista?), Irak y Escocia, donde la Premier League se ve más que otra cosa.

[ii] También sabemos que fue juzgado por lo que el periodista Ignacio Álvarez denominaría "transacción comercial exitosa con una prostituta de casi 18 años", lo que lo pone a la altura del señor de La Posta del Cangrejo.