No acostumbro hacer dedicatorias pero...
Y sí, año nuevo pero todavía nos quedan ideas, si es que se les puede llamar ideas, pa los cuentos (o eso es lo que creemos). Antes que nada, un saludo a todos aquellos que hacen de este un mundo mejor (ej: el Fata Delgado); después de todo, acá arrancan los cuentos del 2012, la única sección que pide permiso para cambiar algo (el día y la hora en este caso). Disfruten (hagan un esfuerzo, les ruego).
Y sí, año nuevo pero todavía nos quedan ideas, si es que se les puede llamar ideas, pa los cuentos (o eso es lo que creemos). Antes que nada, un saludo a todos aquellos que hacen de este un mundo mejor (ej: el Fata Delgado); después de todo, acá arrancan los cuentos del 2012, la única sección que pide permiso para cambiar algo (el día y la hora en este caso). Disfruten (hagan un esfuerzo, les ruego).
La historia del helado (finalmente revelada)
Llegó el momento de develar un asunto: el helado existe desde antes que fuera inventada la heladera. ¿Pero cómo es esto posible?
Resulta que desde tiempos ancestrales el helado, en ese entonces conocido como crema fría (traducción literal) se concebía en Esquimalia (la tierra de los esquimales) dónde gracias a las bajas temperaturas no era necesario ningún tipo de refrigeración para que mantuviera su cremosa forma. Pero ni el más avispado habitante de Esquimalia se hubiera imaginado lo que sucedería.
Un día desembarcó en Esquimalia el hombre blanco que, como no podía ser de otra manera, fue agasajado por los esquimales (que, como sabemos, ya en ese entonces eran muy hospitalarios, piensen sino lo que hacen con sus esposas cada vez que alguien visita su igloo) con crema fría. Y, como no podía ser de otra manera, el hombre blanco quedó encantado con aquel ofrecimiento y tuvo una brillante idea. Ofreció a los esquimales espejitos de colores y joyas de escaso valor a cambio de toneladas de crema fría.
Un día desembarcó en Esquimalia el hombre blanco que, como no podía ser de otra manera, fue agasajado por los esquimales (que, como sabemos, ya en ese entonces eran muy hospitalarios, piensen sino lo que hacen con sus esposas cada vez que alguien visita su igloo) con crema fría. Y, como no podía ser de otra manera, el hombre blanco quedó encantado con aquel ofrecimiento y tuvo una brillante idea. Ofreció a los esquimales espejitos de colores y joyas de escaso valor a cambio de toneladas de crema fría.
Pero, al llegar a Europa con los botes flotando con mucha dificultad fruto del peso que se cargaba, el preciado alimento, como era de esperarse, se había derretido. Entonces el hombre blanco pensó: “Pero estos están de vivos, cómo me cagaron” y, como no podía ser de otra manera, volvieron a Esquimalia, mataron a todos los habitantes y quemaron todo igloo que encontraron a su paso.
Fue por ese entonces que Joseph Heladera, un ingeniero de Europa oriental, se puso a idear un artefacto que permitiera el traslado de la crema fría hacia las tierras templadas. Y así nació la heladera. Luego, para facilitar la asociación, la crema fría pasó a llamarse helado. Fue así que, mal le pese al hombre blanco (aunque no tanto) el haber dejado al borde de la extinción al esquimal, el helado y la heladera han llegado a nuestros hogares para quedarse (más la heladera, porque el helado cada vez que se come se va, pero la heladera queda).
(NOTA: hoy más que nunca, si alguien encuentra la razón del guiño fotográfico, le abrazaré fuerte y lloraré en su hombro - un ratito nomás - en la inminente próxima reunión de la familia de TPLMP)
2 comentarios:
Se viene el millón, eh.
Impactante la historia de los helados.
¿Qué hacían los esquimales con sus mujeres? Me lo puedo imaginar o recordar de alguna película o novela.
Una pena que hayan matado a casi todos los esquimales, que era gente que nos enseñaba que se puede ser feliz con poco.
Lo de la foto es clarísimo: se trata de Juan Carlos Batuk, habitante de Atenas que se la rebuscaba interpretando a Sócrates en cuanta obra de mala muerte encontraba.
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