¿Cómo es esto?

Aprovechando la ocasión, hemos decidido hacernos una pregunta que nos flota en la mente hace tiempo: ¿por qué el tenis femenino latinoamericano ni pincha ni corta a nivel mundial?

¿Por qué en el tenis masculino sí y en el femenino no? La respuesta, naturalmente, no la tenemos, pero como es el Abierto de Australia (fue, en realidad) vamos a empezar a mostrar datos de este caluroso torneo (no nos referimos a la Copa Chiquito Bertolini).

Revisando los archivos que aporta la gente linda de Wikipedia, hemos de encontrar que desde 1922 a esta parte (¿cuál?) ha habido más de 80 ediciones y, por ende, más de 80 finales. ¿Será posible, pues, que de esas más de 160 mujeres apenas una sea latinoamericana? Sí, increíblemente sí.

La héroa (o heroína) es la brasileña María Bueno, finalista en el año 1965. En esa ocasión perdió en tres sets con la australiana Margareth Court, la que más veces ganó el torneo por lejos (11 veces).

María Bueno era (y quizás lo siga siendo) una fenómena. Hoy en día si le preguntamos la edad, y no miente, dirá 72. Cuando fue finalista en Australia, tenía 26 años. Supo ser campeona, empero (qué palabrún), de Wimbledon (5 veces) y el US Open (4 veces). Sin embargo, en Roland Garros la única vez que llegó a la final (1964), al igual que en Australia, perdió con Margareth Court, a quien si la encontramo' se la vamo' a dar.

Esta tal Margareth Court (de nacimiento Margareth Smith) me dijeron que se hace la rica, y que tiene 24 Grand Slams en su haber, más que Federer, Sampras y todos los hombrecitos. Hay escuelas y liceos que dicen que es la mejor de todos los tiempos, y habrá que creerles.

Lo que sí no se discute es que María Bueno es la mejor tenista brasileña de la historia y, aunque me tiemble un poco el pulso al escribirlo, la mejor latinoamericana.

En su momento "Gaby" Sabatini encaró, pero luego nadie siguió sus pasos. La uruguaya Estefanía Craciún, de la mano de un poco ortográfico Marcelo Filippini (ver foto al pie), prefirió irse de luna de miel que seguir con su carrera.

Aactualmente debemos ir hasta el puesto 69 del ranking WTA para encontrar a la latinoamericana mejor colocada (la argentina Gisela Dulko, novia de Fernando Gago, dicho sea de paso), y hasta el 130 para encontrar la segunda (otra argentina, Paula Ormaechea). La primera que no es argentina está en el puesto 190, y es la puertorriqueña Mónica Puig.

Así que media pila, muchachas. Queremos menos bielorrusas, menos chinas, y más latinas, más Marías Bueno, más Gabys Sabatinis. Porque no puede ser que ellos sí y nosotras no. Y que me vengan a dar explicaciones.

Lo dicho: un Filippini descontracturado