Hoy puede ser un mal día

Retomamos nuestro contacto, manteniendo nuestra sana costumbre de apuntalar al cine nacional. Hoy, con un film con altas expectativas, que ya ha sido invitado cordialmente a participar de cuanto festival ande en la vuelta. ¿Quién elige los nombres de los festivales y los premios? Cannes, el oso de aquello, la palma de aquello otra, la cebolla frita, y así. Pero centrémonos en el film.

“Mal día para pescar” dicen que se basa en un cuento de Onetti. Para los que no lo tienen: es el que aparece en El Dirigible, creo que antes de que la mujer (creo que tía de Alfonso) se fotocopiara la entrepierna, y acaso después de la escena de sexo oral de Espalter.

Les confieso dos cosas. La primera: si intentan fotocopiarse los genitales, pongan la tinta al 10%. Si no, sale una gran mancha negra y olorosa. Y la otra: mi madre nunca más pudo ver Decalegrón después de ver esa película que yo creía haber entendido, hasta que me convencieron de lo contrario.

Pero volviendo a la película, ópera prima de Alvarito Brechner. O sea, es la primera película que hace el tipo, qué necesidad de andar usando frases rimbombantes para definir cosas triviales. ¿Alguien sintió hablar de la ópera prima de un carpintero que armó su primer banquito? ¿Verdad que no?

La historia parece simple: un tipo consigue un forzudo al que lleva de pueblo en pueblo, y lo hace pelear por guita ante los compadritos locales. Es algo tan viejo como el tiempo. Mi abuelo me contó que en su pueblo, en Galicia, había un veterano que hacía lo mismo, pero con un oso. Los parroquianos se tomaban una, pagaban unos duros y se agarraban a tortazos con el pobre animal.

Al principio el bicho estaba tranquilo, pensando que eran caricias. Pero ni bien el oso comprendía que la mano venía violenta, zas. Se acababa la pelea. Zarpazo al ojo derecho, y que pase el que sigue. Peor que la Namús quedaban los pobres hijos de puta.

Parece que la joda duró unos 15 años, hasta que mi tío (hijo de mi abuelo) tuvo una idea: intercalar piña con caricia, piña y caricia, piña y caricia. Piña, piña, caricia; piña, piña, caricia. Piña, piña, piña, piña, caricia, caricia. Y el oso se dejaba, si serán pelotudos esos bichos. Toda una vida haciéndose los malos, y siempre los terminan tomando para la chacota. El hermano oso, el oso Teddy interactivo, los Gummies, y el colmo: los Osos Cariñosos, versión ochentosa de los Teletubbies. Daban ganas de prenderlos fuego con disán.

Y acá cito a un profesional de la crítica: su peculiar viaje en busca de un glorioso pasado para que "el campeón reconquiste su título", se ve interrupido cuando los acontecimientos toman un rumbo inesperado para los protagonistas. Frase, esta última, que se aplica a todas las películas que usted y yo hemos visto, salvo las de cine iraní.

Que la disfruten.