domingo, 26 de abril de 2009

¿Y ahora qué?

En menos de 24 horas, dos equipos uruguayos consiguieron asegurar su pasaje a los octavos de final de la Copa Libertadores, hazaña para la que nuestro fútbol –acostumbrado desde hace un tiempo a esta parte a vivir el hoy y ahora, desconociendo la existencia del más allá futbolístico – parece no estar preparado. A continuación, un desesperado grito en pos de alcanzar aunque sea una semifinal.

Que un país como el nuestro, de 3.4 millones de habitantes según Wikipedia (aunque nosotros tenemos la convicción de que somos bastantes menos, supongo que porque en el fondo nos gusta seguir siendo tres para poder victimizarnos y explicar buena parte de nuestros fracasos), sea capaz de depositar a dos de sus equipos entre los mejores 16 del continente, es una hazaña similar a la que le supondría a Armenia (que nos despierta envidia con sus 2.967.000 habitantes) colocar a dos de los suyos en la segunda fase de la Liga de Campeones de Europa.

Usted me dirá “pero Armenia no tiene la gloria del balompié celeste, sus niños no tienen la costumbre de ir a los potreros de Ereván a tirar caños y jopeadas, y ni siquiera estamos seguros de que Armenia esté afiliado a la UEFA”. Pero lo está, y le puedo asegurar que en caso de que alguna de sus instituciones más representativas lograra acceder a los octavos de la Champions League, tendrían un objetivo mucho mejor delineado que nuestros Nacional y Defensor.

Ambos clasificaron por vías antagónicas, aunque apelando a sus mejores armas. Nacional jugando feo, pero con los dientes apretados y una concentración que no suele exhibir en el torneo local, donde le es imposible superar a enjundiosos rivales de la talla de un Cerro Largo o un Juventud de Las Piedras. Por su parte, Defensor se las ha arreglado para clasificar de la mano de la delantera menos efectiva y punzante del planeta, aunque ostentando lo que los periodistas especializados no dudarían en llamar “un óptimo aprovechamiento de las oportunidades generadas, sin darla por perdida hasta el último minuto”, y que el resto del mundo no dudaría en llamar “un culo más grande que una casa”.

El incomprensible fixture de la Copa habilita a que hasta que no termine el último encuentro de su fase de grupos, sea casi imposible arriesgar cuáles serán los rivales de violetas y tricolores en la etapa venidera. Quizás se crucen entre sí (posibilidad que provocaría el éxtasis de ambas dirigencias por cuestiones económicas), quizás les toque medirse con un equipo mexicano que demande viajes largos e incómodos que puedan complicar el normal desarrollo de la actividad local, por lo que no sería de extrañar que Nacional o Defensor (sobre todo este último) puedan llegar a descuidar la actividad copera por atender la local. “Ante Boca jugaremos con algunos chicos que no han venido teniendo actividad, porque el domingo tenemos un encuentro trascendente ante Tacuarembó” es algo que no nos sorprendería escucharle al popular y curvilíneo Polilla Da Silva.

Nuestro fútbol se ha acostumbrado a fijarse como objetivo clasificar (no importa a qué), para luego, una vez clasificado, no saber muy bien qué hacer. Le pasó al Uruguay de Púa en el Mundial del 2002: tanto pelearla, tanto irle a pegar a los australianos en el aeropuerto, que cuando llegamos a Corea entre el idioma y la falta de programación no supimos por dónde agarrar. Menos mal que el Chengue erró aquel cabezazo ante Senegal, pues nos hubiera generado un problema aún mayor.
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Lo deseable sería volver a las raíces, a los lejanos años 80 ricos en Copas ganadas y en equipos de emergencia de los grandes, que habilitaron las vueltas olímpicas de equipos como Central o Progreso, que de otro modo jamás hubieran podido saborear las mieles del éxito. Porque además de enaltecer los prestigios de nuestro balompié, tener a Nacional y Defensor preocupados por la Copa le abriría el terreno al Peñarol de Ribas, hombre que en secreto, y blandiendo las armas que lo llevaron a dirigir los equipos más efectivos y desagradables del universo, viene tentando la suerte del campeón, para bien de ese alicaído pueblo peñarolense que ya va mereciendo tener alguna alegría.

(Publicado en Guambia, 25-04-09.)

8 comentarios:

Danilo Elvis Turcios dijo...

(estoy escuchando una entrevista a Victor Hugo, si me dan ganas de matarlo, dejo de ser una persona de bien?) escucho ofertas

zorro d colonia dijo...

un par de tortas fritas de los chinos te sirve?

Internauta Rebelde dijo...

Te juro que haber leído esto e inmediatamente después haber encontrado la versión original de "Uruguay te queremos ver campeón" me hizo emocionar. Snif!

Anónimo dijo...

EXCELENTE Andrés!
De las mejores que he leído.

Una cosita: en el primer párrafo, no sería "en un país COMO el nuestro..".

curvilineo polilla da silva? jaja

Alvaro Fagalde dijo...

Supongo que lo de curvilíneo no va exactamente en el mismo sentido en que se le podria aplicar a Silvina Luna o a nuestra Mónica Farro. Aunque hay que reconocer que las redondeces del Poli -a diferencia de las referidas personalidades del jet set rioplatense- son naturales y orgánicas, basadas en asados y guisolfos made in uruguay.
Además, si a Reyes le gusta Da Silva está en su derecho (mientras no le guste el Toto Da silveira)

Andrés Reyes dijo...

Bueno, muchas gracias por los conceptos vertidos. El polilla no es mi tipo. Me gusta más el técnico de Lanús.

dejamuchacho dijo...

Bien andres, un placer leer su columna!!!!

Andrés Reyes dijo...

Gracias, loco. Tus palabras son un bálsamo de emoción.