Una noche especial

No termino de entender esto del viernes santo. Mis padres, que nunca fueron a la misa ni cuando murió el nono, insisten con comer de todo menos carne de vaca los viernes de turismo. Supongo que porque Jesús se enoja o algo así. Si es por eso, seguro que a lo largo de los restantes 364 días hago cosas mucho peores que entrarle a una big mac en el día prohibido. Pero bueno, las apariencias ante todo.

Desde que tengo memoria, los viernes criollos en casa no se come otra cosa que unas tortas de pescado bastante asquerosas. De chico mi madre las hacía con lo que mi padre primero pescaba y luego complementaba comprando en el puertito del Buceo. Eso fue antes de que pusieran el World Trade Center, que según mi padre asusta a los bichos. Yo creo que debería cambiar de carnada o de anzuelo (usa el mismo desde el 94), pero él se afilió a la teoría de los peces anticapitalistas, y terminó por desistir.

Creo que comer por enésima vez esa torta que ya no sé si es de atún, o de bacalao, o de seamonkey, fue lo único interesante que me pasó hoy. Espero tener mejor suerte mañana.