Con los huevos por el piso

No estoy muy seguro de qué es lo que se festeja en Pascuas, pero siempre me gustó. Capaz que por su ubicación, bien antes de arrancar el año, en el último estertor de vida ante del año lectivo, la vida antes de la muerte, algo así como una resurrección a la inversa.

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Una de las pocas instancias de vida familiar dignas del recuerdo, estuvieron relacionadas con el domingo de Pascuas. Siempre se armaba lío en la mesa, como siempre. Pero la apertura de los huevos terminaban por terminar cualquier conflicto.

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¡Esos sí que eran huevos, hermanos! Los Ricard, los Pernigotti... con sorpresas de verdad, no con dos rocas de colores como los de ahora. Y eran bien uruguayos, no como los de ahora que los fabrican en las favelas en las que vive Michael Jackson, o en esas zonas de Argentina en las que las vacas tienen los colores de Fénix.

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"Todo tiempo pasado fue mejor" dice mi tía Pilar mientras se queda con las florcitas de azúcar de los huevos de toda la familia. Y algo de razón tiene.