Tuya, Héctor

El reciente “microciclo eliminatorio” no hizo más que reafirmar algunas realidades que veníamos asimilando desde el año anterior. Para empezar, resulta claro que llegaremos a las últimas dos fechas con chance. Para seguir, Diego Armando Maradona ya no será el entrenador argentino cuando nos toque enfrentar al combinado albiceleste en el Centenario. Y por último, el árbitro Héctor Baldassi nos facilitó la siempre ardua tarea de encontrar el verdadero causante de nuestra factible eliminación.

Sobre el primer postulado, quizás reste establecer si llegar con chances a la última fecha es bueno o malo. ¿Quién no recuerda con cariño el cierre de las Eliminatorias previas a Francia 98, al que llegamos sin la más mínima posibilidad? Fue una verdadera fiesta del fútbol, disputada en el Campus de Maldonado, con un Pato Aguilera con 40 años y 90 kilos en gran nivel, rubricada con un contundente 5 a 3 para los entonces dirigidos por el recordado Roque Gastón Máspoli, ante el también eliminado equipo ecuatoriano.

Pero no será posible repetir la experiencia: los 4 puntos obtenidos ante Paraguay y Chile nos confirman en la quinta posición de las Eliminatorias, y nos hacen creer en una definición agónica ante potencias del fútbol mundial como El Salvador u Honduras. Solo nos falta quedar afuera de Sudáfrica por culpa de un gol de Nery Castillo, un muchacho con el que el Doctor Da Silveira debería hablar a la brevedad.

Por otra parte, el anunciado cese de Diego Maradona (que si no se produjo ya, no se hará esperar) vendrá a complicar las posibilidades de nuestro seleccionado, de cara a una posible reedición del pacto rioplatense que a fines del 2001 nos permitiera retomar la senda mundialista.

Porque Diegote siempre tuvo buena onda con nosotros. No en vano en lo previo al Mundial de Estados Unidos, allá por 1993, se manifestó hincha de nuestro combinado (lo cual mucha suerte no nos trajo, confesémoslo), y dos por tres afirma que si Ruben Paz hubiera entrado antes en el 86, seguro que les ganábamos (lo cual nos llena de orgullo).

Era fija que con el Diego en el banquillo, esos tres puntos ante una Argentina clasificada en el Centenario, acaso con una Evangelina Carrozzo haciendo una exhibición boxística ante nuestra Cris Namús, con los cortes seguramente ya levantados y con el presidente electo Mujica iniciando la ola, eran nuestros. Pero ahora somos boleta. En los corrillos de canal 13 de Argentina ya están intentando reciclar la escenografía de “La Noche del Diez”, a fin de buscarle actividades que lo alejen del duro flagelo de la pasta base. Seguro que asume el Tolo Gallego, quien manifestará algo así como “a Uruguay siempre le quiero ganar cuando lo enfrento en el fulbo”, para luego golearnos en nuestra propia casa.

Terminamos con algunas referencias al árbitro Baldassi, para cuyo monumento no dudaría yo en donar un par de canillas y algún crucifijo en desuso. Pues no contento con haber sido señalado como el principal responsable de nuestra no concurrencia a Alemania 2006 (cuando bien pudimos haberle echado la culpa a los centros cortitos y al primer palo del Chino Recoba, o a la inoperancia de la virgen de Fossati), ahora se las ingenió para no sancionar un penal que nos dejó a un inusitadamente enojado Jotacé.

Muchas gracias, Héctor. Te debemos dos ya. Estás en el selecto grupo que integran Joel Quinou y el penal errado por Ruben Sosa, entre otros. El día de mañana, si nos toca quedar afuera del Mundial ante Honduras con agónico gol de Tyson Núñez, te echaremos la culpa y nos sentiremos un poco mejor.

(Publicado el 4/4/09 en Guambia).