Historia de Boliche n° 9

Luego de una semana con elecciones en la vecina orilla y a raíz de una entrada abierta por Kurco en este bló, me llevó a reflexionar sobre las tensas relaciones existentes entre los gobiernos de Uruguay y Argentina a lo largo de toda su historia. Para ejemplificar esto último se me ocurrió tomar un momento: las elecciones uruguayas de 1946.

Recordemos que el año 1945, había marcado el fin de la Segunda Guerra Mundial, y con ello, la estructuración de nuevos bloques hegemónicos a nivel mundial. Como intuyen todos, ni Uruguay ni Argentina escapan a esta nueva realidad. En lo que respecta a Uruguay un sector muy importante de su dirigencia política (exceptuando a Luis Alberto de Herrera), decidió un acercamiento hacia los Estados Unidos, ya que era un aliado estratégico en una guerra que se había percibido desde Uruguay como muy cercana, debido entre otras cosas, al incidente del Graf Spee.

El Gral Juan Domingo saludando a su homónimo
Luis Batlle Berres.. ¿Quién se cae primero? Arriesgue

En lo que respecta a Argentina, la situación era un tanto distinta, Un Golpe de estado en junio de 1943, promovido por el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) cuya principal figura era Juan Domingo Perón, había entablado una serie de negociaciones secretas con las SS para lograr los auspicios y apoyos del gobierno alemán para crear un bloque de naciones sudamericanos liderado por Argentina., si bien estos planes fueron desbaratados, la idea de integrar a los países del cono sur a través de acuerdos regionales promovida por Perón, siguió existiendo.

Este contexto de alianzas tan disimiles entre ambos países, generó un clima de inestabilidad y es en este clima, que se producen las elecciones de 1946. En este sentido comenta el historiador Juan Oddone, que estas elecciones implican la aceptación o el rechazo del nuevo orden internacional de posguerra, ya que el Partido Colorado, sigue proponiendo una relación más estrecha con Estados Unidos y Brasil, quienes prometen sostener su integridad territorial y su régimen democrático. El triunfo del Batllismo implicaría un antiperonismo aún más marcado por el contexto internacional y regional.

Dentro del Partido Nacional, su líder Herrera, tradicionalmente opuesto al imperialismo yaqui, y más alineado al Falangismo español, sostuvo durante la guerra una postura de proclamada neutralidad y marcando fuertes distanciamientos con la causa de los aliados. En el campo de sus afinidades más cercanas, mostró una clara adhesión a las políticas Peronistas y afirmó luego de las elecciones argentinas de 1946 tras el triunfo de Perón que “Argentina tenía un gran presidente”.

En este sentido, un triunfo del Partido Nacional, podía llevar a modificar los esquemas de relacionamiento externo sostenidos por Uruguay desde 1939 y conseguir un acercamiento hacia las políticas argentinas.

Un joven Tomas Berreta
Posando para la C.I

A partir de varios testimonios de época, se sabe que agentes peronistas en Uruguay, desplegaron publicidad a cara descubierta a favor de Herrera, intentaron disolver reuniones o amedrentar a los asistentes a reuniones del Partido Colorado, o una supuesta contribución financiera, e incluso, estar tras el escenario de un golpe de estado que iba a realizar el coronel Esteban Cristi y desbaratado por la policía en julio de 1946.

Las elecciones del 46 no depararon alegrías ni para Herrera ni para Perón, ya que el ganador de las mismas, fue el candidato colorado Batllista Tomas Berreta, quien una vez asumida la presidencia, visitó los Estados Unidos (siendo el primer presidente en hacerlo), inaugurando así, una de esas rutinas obligadas que pautan el relacionamiento de las repúblicas latinas desde 1945.