El público se renueva

Aprenda las reglas del fútbol profesional en 8 pasos

1- Cancha, pelota, jugadores, director técnico

La cancha de fútbol no es más que un terreno rectangular, preferentemente plano y cubierto de pasto, de un largo de entre 90 y 120 metros, y un ancho de entre 45 y 90. Lo que rápidamente le hará comprender que: a- una cancha puede ser cuadrada y aún así seguir siendo reglamentaria; b- una cancha puede ser tres veces más larga que ancha y aún así seguir siendo reglamentaria; c- una cancha con 10.800 metros cuadrados es tan reglamentaria como una de 4.050; d- afortunadamente, la mayoría de las canchas rondan los 105 metros por 68, pero nada le impediría a Rentistas hacerse una de 90 x 45 y salir a aguantar el 0 a 0.

Los diversos sectores del campo están delimitados por líneas de 10 centímetros de ancho, hechas antes con cal o talco, y hoy con pinturita blanca.

A ambos extremos de la cancha (divididos por una raya que divide al “field” en dos partes iguales, en cuyo punto medio se haya el círculo central) hay un arco, antes hecho de madera de caras rectas, hoy de caño de metal, de 7,32 metros de largo por 2,44 metros de altura y 10 centímetros de diámetro, a los que se sujeta una red para aguantar la pelota toda vez que se produce un gol. El arco tiene casi 18 metros cuadrados de superficie, y aún así hay jugadores capaces de errarle.

Próximo al arco está el área chica, rectángulo de 18,32 x 5,50 metros, en el que nadie puede tocar al arquero rival sin que el árbitro se lleve el pito a la boca. Debe su nombre a que está dentro del área grande, de 40,32 x 16,50 metros, en la que el arquero será dueño de comportarse como tal. Una rápida operación matemática nos permitirá comprender que en la cancha ficticia de Rentistas de 90 x 45, habrá apenas 2,34 metros de distancia entre las líneas laterales del campo y los extremos del área grande. Dirían los cronistas: “acá un córner es medio gol”.

Precisamente, en las cuatro esquinas del campo habrá un cuarto de círculo de un metro de radio, en cuyo centro se clavará el asta de una bandera. Desde allí habrá de ejecutarse los córners. Los penales, empero, se patearán desde un punto ubicado a 11 metros del centro del arco, dentro del área grande. Si uno toma el compás con una distancia de 9,15 metros, pincha en el punto penal y traza un arco de circunferencia por fuera del área grande, tendrá la famosa “media luna”. Sin mover el compás, pinche en el centro del campo, trace una circunferencia completa, y tendrá el famoso círculo central.

La pelota es ante todo, redonda, liviana y de material sintético. Antes era no tan redonda, era pesada, y de cuero. Como la del Mundial de 1930, que además tenía una costura bastante horrible. Pero en 1931 los argentinos inventaron la válvula, que se mantiene hasta hoy en día. ¡Qué grandes los argentinos! De hecho, la pelota más linda fue la miliquera Tango, estrenada en 1978, y que se mantuvo prácticamente incambiada hasta la Copa del Mundo de 1998. Ahora está la Tango 2, pero ya no es lo mismo.

La pelota de fútbol (también llamada guinda, útil reglamentario, balón, globa, esférico, reina) es más grande que una de vóleibol, y más chica que una de básquetbol. Pica bastante. Si alguien la patea con fiereza hasta hacerla impactar contra su rostro o genitales, le dolerá mucho.

Como usted bien sabe, al fútbol juegan dos equipos, compuestos por 11 jugadores titulares y otros tantos suplentes, generalmente dirigidos por un entrenador ubicado en una zona lindera al banco de suplentes, o en la tribuna (cuando el director técnico en cuestión carezca de título habilitante o haya sido expulsado en el partido anterior por sugerirle el árbitro que su madre es ducha en la práctica del meretricio).

El único que tiene puesto fijo es el arquero, que vestirá con coloridos ropajes e incómodos guantes. Solo él podrá tomar el balón con sus manos, siempre y cuando se encuentre dentro del área grande. Fuera del área, el arquero es un jugador más (pero ridículamente vestido).

Los otros, si bien tienen misiones asignadas (por ejemplo, habilitar a sus compañeros, anotar goles, ejecutar los outball o pegarle patadas en la rodilla al número 10 rival), pueden moverse con libertad por todo el terreno de juego.

En partidos oficiales se permiten hasta tres modificaciones por equipo. Y si tu equipo ya hizo las tres y se lesiona un cristiano, deberás jugar con un jugador menos. ¡Qué injusta es la vida!

Por último, mención aparte para el director técnico, o entrenador. Generalmente se trata de un ex jugador que no consiguió ser lo exitoso que hubiera deseado ser y que ahora de grande promulga todo aquello que se encargó de despreciar cuando era jugador activo. Por ejemplo, el entrenador Juan Ramón Carrasco desprecia a los jugadores que transitan la pelota en demasía, a los que no tocan de primera, a los que son amonestados por protestar. Es decir, Carrasco técnico desprecia al Carrasco jugador. Y ejemplos como ése hay a rolete.

Desde que a principios de los años 70’s se introdujo la posibilidad de realizar variantes durante la disputa de un partido, al entrenador se le abrió una nueva ventana en la que demostrar su real valía. Hasta entonces no eran más que meros seleccionadores y limitaban su accionar a ensayar un par de jugadas por semana, lanzando un par de gritos por partido. Mas desde que uno puede hacer cambios, es posible que de la noche a la mañana se convierta en un excelente técnico, si tiene la suerte de meter a un jugador que ni bien ingresa mete un par de goles.

Claro que nadie lo criticará por haber dejado a ese fulano fuera del equipo, no. Se lo ponderará por haberlo metido en el tiempo justo. Empero, si el tipo entra y es un desastre, la prensa concluirá que “el técnico equivocó los cambios”.

Para afrontar tamaño peso emocional, además de gritar desesperadamente y hacer ininteligibles gestos como para justificar el sueldo, el entrenador se rodea de dos amigos que lo acompañan a todos lados y que juntos componen esa entelequia denominada “cuerpo técnico”. Ellos son el preparador físico (que como su nombre lo indica, busca que los jugadores corran cada vez más y se lesionen cada vez menos) y el ayudante de campo, cuyo rol no ha podido ser nunca definido.

Pero que los hay, los hay.

(Extraído de "El Propio Fútbol Uruguayo").