Peligros: las 10 formas de morir en su jardín

1. Las ponzoñosas arañas.
¿Existe bicho más asqueroso que estos peligrosos mamíferos? Ríase de los infantojuveniles y hasta de los jóvenes blancos ramblenses. Estas nefastas criaturas aparecen sin ser llamadas, y como los casi tan peligrosos mormones, vienen siempre de a dos: si usted logró matar una, sepa que, de un momento a otro, aparecerá la otra clamando venganza. Existen unas 13.432 especies, de las cuales unas 32 habitan en su jardín, a lo sumo 34, por lo menos 26. De las 32, no menos de 13 podrían picarle y provocarle machaza hinchazón. Y al menos 4, con un poco de mala suerte, serían capaces de matar a usted o a los suyos. ¿Y? ¿No siente olor a caca? Hágase cargo de sus emanaciones. Consejo asociado: un gato hambriento es siempre un feroz guardián arácnido.

2. Plantas venenosas.
Señora, entre nosotros. ¿Está usted orgullosa de esas plantas aromáticas que parecen haber crecido en su patio sin motivo aparente? ¿Vio qué bien huelen? Pues sepaló señora: dos de cada nueve hierbas silvestres son tóxicas. Pues la naturaleza es tan sabia como sádica, y no hay cosa que disfrute más que ver cómo la gilada se arrima a olfatear esas plantillas de aspecto tan recogedor, cuyas esporas pueden transformar un pulmón sano en uno de Menotti en un santiamén. "Mi abuela se enorgullecía de su planta de pequeñas frutillas que había crecido sola entre las alegrías. Hasta que un día se le ocurrió cortar una ramita. Justo vino el cobrador de la OSE, a lo que la vieja vieja, mientras buscaba las llaves para abrirle al señor, se puso la ramita en la boca. Pobre santa... ese mes vino la tarifa estimada" nos cuenta Miguel Rosifredo de Aires Puros. Una flor para ella. Consejo asociado: ya lo dice el refrán: "hierba que crece sola, es un dolor en la bola".

3. La electricidad: ese enemigo mortal.
Posiblemente usted, que fue siempre un gordito de apartamento, con apoyo de algún banco amigo pudo finalmente comprarse esa casita con jardincito al frente. Y como la cuota le consume todos sus ingresos, no tiene plata para pagarle al morocho que le corta el paso al vecino. "Con lo que me sale cortar dos veces el pasto, me compro la bordeadora, y reíte de janeiro". ¡Craso error! 9 de cada 10 poseedores de una bordeadora o cortapasto eléctrica, han sufrido algún tipo de choque eléctrico, ayudados por la humedad del pasto matinal, por los cables que en contacto con superficies irregulares halla placer en pelarse, y por su eterna estupidez, claro está. Electrocutación asegurada. Rece para tener una general de esas que saltan solas ante el primer corto circuito, puede de otro modo, le explotarán las vistas. Consejo asociado: deje dos pequeños canteros, y al resto, hormigón. Lo pinta de verde y a otra cosa mariposa. ¡Crecé si sos guapo, pasto puto!

4. Las aves: cuando la desgracia viene por aire.
Bicho podrido como la paloma, pocas veces se ha visto. Cagan todo lo que tienen cerca, transmiten más enfermedades que el pasamanos del 76, y ni siquiera saben bien. ¿Está seguro que esa prenda que se está por poner no fue debidamente saboreada por una de estas ratas aladas? ¿Y qué hay del infausto gorrión? Su malsana costumbre de saltar de acá para allá lo convierte en un temible aliado de las bacterias que gustan de anidar en los árboles, que no son pocas. Con esta seguro que te mato: ¿sabías que el gorrió ama cazar mosquitos, y que es incapaz de distinguir entre un aedes aegyptys y un mosquito genérico? Como resultado, más que un gorrión, tiene usted una máquina de contagiar y matar. Porque así como dos cabezazos en el área son gol, dos picadas de aedes es muerte. Consejo asociado: cuando termine de tomar el mate nada de barrer las migas de las galletas para el patio. ¡Podría llenarse de pájaros malnacidos!

5. Ese silencioso asesino llamado árbol.
En mis años infantiles, uno de mis libros favoritos era "el libro del Árbol Sabio", una colección de pequeñas obras vinculadas a un árbol parlanchín que, al parecer, sabía muchísimo. Uno tiene a suponer que estas bestias enramadas tienen alma. Una bastante podrida, por cierto. ¿Dejaste el auto debajo del paraíso? Justo se cayó la rama y te abolló el techo, pese a que no soplaba ni una brisa otoñal. ¿Era de noche y te apoyaste sobre su corteza? Pues justo tocaste una babosa. ¿Quisiste quemar una de sus ramas secas en la estufa? De la rama salió una colonia de hormigas carnívoras que deglutieron a tu perro. ¿Es otoño? Y sí, las hojas te taparon el desagüe del techo, se te formó una piscina, se te filtró el agua, se te arruinó el piso flotante recién puesto, ¡la puta que lo parió, árbol del orto! Consejo asociado: haga como Luis Alberto, y metalé a la motosierra duro y parejo.

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No le voy a mentir: ya no habrá más.