Peligros en la cocina

Ríase de la franja de Gaza, de Kabul, de los baños de la Amsterdam. La cocina de su casa puede ser una verdadera invitación a la muerte (la suya y la de los suyos) si no se toman los recaudos necesarios. A continuación, repasamos los cinco mayores peligros de su cocina, de la mía, de la Pedro y María, la de Juan y José.

1. El gas.
Lo aprendimos en un capítulo de Friends en el que Ross se quería levantar a una atorranta: los que hacen el gas, le agregan el olor para que uno sepa que algo anda mal. Pero claro: estamos por entrar en el invierno, hoy hace un calor bárbaro, mañana se te congela el pingüino, pasado llueve. Como resultado, andás con el moco a flor de piel, y con las capacidades olfativas perjudicadas. Así que esa ornalla cuyo fuego se apagó ni bien la olla entró a desbordar, seguirá manando gas hasta que se agote la garrafa. Consejo asociado: ventile.

2. Líquidos hirvientes.
¿Se imagina lo que sería sumergir su brazo derecho en esa sopa que estuvo hirviendo durante las últimas tres horas? ¿Y si en lugar de brazo hablásemos de genitales? Pues usted, ama de casa, está más cerca de lo que piensa de vivir una experiencia semejante. ¿Qué tal segura está la agarradera de su olla? ¿Lo qué? ¿Que ya tiene una rota, lo que le obliga a sostenerla con un repasador? ¿Qué le asegura que no vaya a pasarle precisamente ahora? ¡No sea inconsciente! ¡Se le podría estropear la vulva! Consejo asociado: priorice los alimentos crudos.



3. Objetos cortantes.
Si un cuchillo Gynsu es capaz de cortar un salmón de 15 centímetros de diámetro, ¿qué no podría hacer con sus dedos? Cada papa cortada en juliana (qué mala eres) pone en juego su integridad física y moral. Y no caiga en la pelotudez de limitarse a tomar el cuchillo por la hoja cuando se lo pasa a un cristiano. ¿Y si el cristiano en cuestión toma el cuchillo rápidamente y le rebana los dátiles? No sea vejiga, apoye el cuchillo sobre una superficie no inclinada, y que el tipo se sirva. Consejo asociado: utilice cuchillos sin filo comprados en Tu Gays.

4. La siempre temible electricidad.
Si usted es de los oligarcas que tienen calefón en la cocina, tenga en claro una sola cosa: su blandura espiritual puede conducirle al más allá. Pues, como todos sabemos, el agua es un buen conductor de la electricidad. Basta que una gota toque el enchufe para tener un arma mortal que, conectada a otras armas mortales, terminen con su vida, o con la de su mascota. Porque -quizás no lo sepa usted- el agua transmite la electricidad por cercanía: una gota cargada eléctricamente puede transmitir su carga a otra gota ubicada en un radio de hasta 4 milímetros. ¿Se da cuenta de la gravedad del asunto? Consejo asociado: lave con agua fría.

5. La patinada letal.
El piso de su cocina, en mayor o menor medida, es un asco. Humedad, restos de comida, salpicaduras de aceite, y todo tipo de inmundicia que colaboran con la formación de pequeños ecosistemas que, amén de la siempre latente posibilidad de intoxicar sus utensillos, disminuirá el rozamiento entre sus pies y la cerámica. Como resultado, usted patinará y podrá darse de sien contra la mesada de granito. Imagine la escena: su hijo que va a la cocina a ver si hay algo para picar, y se encuentra con sus sesos desparramados. Y eso si la suerte lo acompaña y tiene el perro en la azotea. ¡Reflexione! Consejo asociado: pida comida al bar.