Idea
Tuve una idea. Sí, una vez tuve una
idea, pero la perdí. Era la mejor idea del mundo, creanmé. Innovadora,
atrevida, arriesgada, pero a la vez, sobria, solemne y de lo más acertada.
Solía guardarla en una vitrina, al lado de los trofeos del babyfootball, que
fueron los únicos que obtuve en mi vida, y que años después descubrí que no
eran un premio propiamente dicho, sino que se los daban a todos, y que nunca le
había ganado a nadie, pero esa es otra historia y capaz que más triste que
esta.
Esta idea de la que hablo era mi
lujo, me sentía tan orgulloso de ella que incluso llegué a pensar en
tatuarmelá. Periódicamente la sacaba de su estante en la vitrina y me la
llevaba por ahí a dar una vuelta al parque o a tomar unos mates en la rambla. A
veces incluso me la llevaba a la feria, aunque no tuviera que comprar nada,
solo para oxigenarla, para que viera la luz del día. En el fondo, un poco me
gustaba exhibirla y que la gente dijera "oh, qué gran idea", no les
voy a mentir. Tampoco les voy a mentir diciendo que estoy lleno de grandes
ideas, miren que conseguir esta de la que hablo me costó mucho. Tampoco es
cuestión de sentarse a pensar, o acostarse (como era mi caso) y antes de dormir
esperar a que caiga del cielo a nuestro pensamiento una idea brillante.
Ah, y mi idea sí que era brillante,
mucho más que cualquier lamparucha de bajo consumo de estas que nos quieren
encajar por todos lados ahora, mucho más, lo aseguro. Me acuerdo una vez, de un
apagón que hubo en casa, no tenía pilas la linterna y no tenía velas para
prender, entonces se me ocurrió sacar la idea de su estuche de terciopelo negro
en la vitrina y así pude terminar de leer el capitulo del libro que estaba
leyendo antes de que se fuera la luz y dormirme tranquilo. Ahí me di cuenta de
que realmente era brillante, y me dí cuenta que le podía dar ciertos usos
especializados, como buscar cosas abajo de la cama, por ejemplo.
Pero mi idea no era una linterna y
nada más. Mi idea aparte de ser brillante era hermosa, y era perfecta para mí.
Yo la sentía casi como mi media naranja, mi pedazo faltante, éramos tal para
cual. Sentía que nada en el mundo nos iba a poder separar. Pero me equivoqué,
como lo hice tantas veces.
Un día, cuando salí de la ducha en
el club y fui a vestirme, me dí cuenta de que había puesto mi idea sin querer
en la mochila, la guardé con cuidado recordando más tarde sacarla y ponerla de
nuevo en la vitrina cuando llegara a casa. El tema es que llegué tan cansado
que me olvidé y la metí en el lavarropas con toda la ropa sucia. Me levanté a
mitad de la noche con un mal presentimiento y ahí me acordé, fui corriendo al
tendedero, la saqué del lavarropas intacta, pero muy mojada (se ve que aparte
de brillante y hermosa era water-proof) y decidí colgarla para que se seque en
la cuerda. Me quedé parado a su lado mientras se secaba, casi que montando
guardia. Y de pronto, una ráfaga de viento muy fuerte me la voló. Y yo la vi
irse en la inmensidad de la noche, y al instante me di cuenta de que no podía
hacer nada, de que no podía saltar, porque estaba en un séptimo piso y de que a
la velocidad que se había volado y, considerando que las ideas son menos densas
que el aire por lo que tienden a subir, mientras salía a la calle ya se habría
ido muy lejos.
Me resigné, me hice a la idea de que
lo iba a tener que asumir. Iba a tener que aprender a vivir sin ella, que de
última solo era una idea y que nunca la había usado, ni sabía si la iba a usar,
ni si me atrevería a ponerla en práctica, a lo mejor alguien la recogía en otro
lugar y encontraba la forma de traerla al mundo material. Me convencí de que la
perdida no era tal, fui y me compré pilas para la linterna, y así llené el
único vacío real que había dejado. Nada es tan triste después de todo.
6 comentarios:
Precioso cuento, de los mejor que se ha leído en este espacio que crece lunes a lunes. Y qué decir del banner de autoria de Rafa, superlativo.
Quiero mi ejemplar firmado cuando publiques el libro. Seguramente este cuento va a estar
Zarpado Banner, mejor cuento.
Como hay gente que encara en este blog, a veces pienso que le estoy robando el oxígeno a genialidades que podrían aprovecharlo de mejor manera que yo...
que precioso cuento, cofre. precioso.
no más que palabras de agradecimiento..
"gracias", por citar alguna
Una idea como un unicornio...
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