sábado, 17 de noviembre de 2012

STCG V (tardó pero llegó): "Evento extraordinario"


Primero aclarar que el nuevo día y hora fue acordado con la dirección y que nos estaremos turnando con Holden, una semana cada uno para publicar. Básicamente debido a una sequía creativa.

Evento extraordinario


            No era un día como cualquier otro, era viernes. Y todos sabemos que los viernes no son igual a los jueves o sábados y ni que hablar de los lunes, por ejemplo. Así que vayan haciéndose a la idea: viernes. Última hora de la tarde, cuando el sol se iba poniendo en la rambla, un agradable día de primavera, de los últimos en el mes de diciembre, supongan un 19. Cuando digo "última hora de la tarde" estoy hablando de un período de sesenta minutos que va entre las 18:57 a las 19:57. Ahora calculen que el evento que pasaré a relatar en breves instantes duró aproximadamente entre unos cinco y diez minutos, pero no puedo asegurar si fue más tirando hacia las siete o hacia las ocho. En todo caso hay que considerar el cambio de hora, así que probablemente la hora solar fuera entre las 17:57 y las 18:57. Ahora que hago memoria, podría situar el momento en un tiempo más acotado, pongámosle entre las 17:25 y las 18:05, hora solar o, para los orientales, entre las 18:25 y las 19:05.
            Recuerdo también que yo no esperaba lo acontecido, no estaba preparado ni psicológicamente, ni estaba vestido de manera adecuada para la situación que se iba a suceder. Llevaba puesto una bermuda, de esas con muchos bolsillos, roja o verde, no recuerdo bien porque sufro de una daltonía temporal, sucede que en el momento distingo los colores perfectamente y pasado el tiempo se me confunden (probablemente a alguien le interese adentrarse más en el conocimiento de mi enfermedad y pueda buscarlo en google, la wikipedia o mismo en la chenguipedia), me he sorprendido a mi mismo soñando que soy atropellado por un taxi o una bicicleta Ondina 2000 por creer que he cruzado toda la vida la calle con luz roja, para terminar prometiendo prestar más atención la próxima vez. También llevaba una musculosa blanca o gris. De calzado lleva un par de alpargatas, de suela de yute, para nada formal. Este detalle de que no estaba para nada formal, en realidad no es tan relevante, no es que me hubiese sucedido que, estando en la rambla, se me apareciera una nave espacial y que los marcianos me obligaran a entrar a un cumpleaños de quince o a un casamiento.
            Creo que no he mencionado el hecho de que estaba acompañado. De hecho me debió haber llamado la atención que mis dos acompañantes, una amiga que me quería mandar para la cueva y mi perro Robby estaban vestidos con un traje de neopreno (cada uno, claro, evidentemente resultaría muy gracioso que los dos estuvieran usando el mismo, me imagino cómo lo harían y me retuerzo de la risa, por ejemplo con el perro subido a caballito de ella y sacando la cabeza por arriba como si de un perro humanoide se tratase). Capaz que por ese entonces no era muy perceptivo o que era un zángano, directamente, de hecho quizás lo siga siendo.
            Mi perro era un caniche blanco, de pelo enrulado, como todos los caniches supongo. Era muy pequeño y siempre estaba con ganas de jugar, a tal punto de que si yo no estaba de ánimo bajaba hasta la planta baja y le tocaba el portero eléctrico a un vecino que también tenía un perro pequeño, un Chihuahua si mal no recuerdo, y se ponía a ladrar, lo que significaba que quería que su amigo bajase a jugar con él. Creo que el perro era más inteligente que yo
            Ella era una mina de estatura promedio, con unas proporciones generosas, muy agradables y bien balanceadas (o sea, que tenía un tremendo culo y buenas gomas, aclaro para alguna mente masculina de comandos muy básicos de esas que pululan en este blog, aunque cabe destacar que sutil fui en primera instancia), de cara, a decir verdad no era particularmente bonita (a decir una verdad más sincera, era bastante fea), pero era morocha de ojos verdes y a mi los ojos verdes me pueden. Su peinado era por demás particular, era cómo exótico, parecía la princesa Leia. ¿Qué digo exótico? Era espantoso. Pero era una mujer de lo más inteligente, creativa y centrada. Además era muy simpática. La había conocido en un taller literario, allí mismo donde me enseñaron que lo primero en un cuento, generalmente es situar bien al lector en el contexto, aunque el coordinador siempre me decía que exageraba much...*

_______________________________________________________________________________________________
*Se me acabó la tinta cuando estaba escribiendo esta historia, y ahora no me acuerdo bien a qué iba, así que no les quiero inventar un final traído de los pelos, sepan disculparme. Si en algún momento me acuerdo se lo termino de contar.

3 comentarios:

Christián dijo...

gjoffe: Te quedó precioso. Aunque la excusa de la tinta no me parece que sea la mejor forma de cerrarlo. Igual, ahora que lo pienso 30 segundos, no se me ocurre nada mejor. En fin, gracias por el cuento.

Washy dijo...

Se me acabó la tinta, dijo Figueredo.

Unknown dijo...

queremos mas detalles!