Vamos a ver cómo es

Ayer me levanté tras cuatro meses en coma, producto de un golpe en la nuca que me di mientras cambiaba las lámparas viejas por otras de bajo consumo que me salieron 140 pesos por unidad. Parece que a Arnold le pasó lo mismo y espichó, así que debería estar agradecido.

Confieso que la actitud de mi novia al verme despertar no fue la que yo esperaba. Lejos de emocionarse, medio como que se enojó, y meta mandar mensajes de texto. “Para compartir con todos mi alegría”, me dijo. Aunque cuando se metió en el baño me fijé, y un mensaje, dirigido a un tal “Pablo club”, decía “llevat todo d casa. llave bajo felp. dsprtó hdp. dps llamo. tqm.” Qué curioso, ¿verdad?

Igual, mucho yo tampoco la quiero. Pero peor es estar solo. Yo siempre digo: “el Tian Pereira es espantoso, pero peor sería jugar sin arquero”. Y ya me meto en tema. Porque lejos de querer conocer la suerte de mi bisabuela María (que antes de mi accidente juraba haber sido abducida por una nave extraterrestre comandada por el Nano Folle), o por el conflicto de Botnia, o por Bailando por un Sueño (no te puedo creer que me perdí a Lorenzo Lamas), lo único que me rebanaba los sesos era averiguar cómo le había ido a Nacional en las finales del Uruguayo, y a Uruguay en el Mundial.

Primero lo primero: parece que salimos cuartos en Sudáfrica. Al principio pensé que había entrado a un blog de esos que meten noticias en joda vaya a saber uno por qué (para engañar viejas cibernautas que todavía usan el Netscape, calculo), pero no. Salimos cuartos, Forlán fue el mejor jugador, y Palito Pereira hizo un gol. Comencé a sentir algo cercano a la envidia insana, que se me fue disolviendo ni bien imaginé a Gorzy hablando bien de sus pronósticos.

Después averigüé que perdimos las finales. Y bueno, siempre no se puede. Más me costó creer que ganamos una con dos goles del Morro (“la del gol del Palito te la llevo, pero esto ya es demasiado”), y que Lembo metió un gol en la tercera final… ¡que nos empataron con un gol del Vasquito Aguirregaray! ¿Te das cuenta lo que son las cosas? Decir que en el 83, cuando el Vasco grande le pegó una piña a Morena, el potrillo se quedó en el molde. Pero si hubiera sido otro seguro le daba una patada en las bolas, olvidate de la fertilidad, olvidate del vasquito, y zas… ¡Nacional campeón! Pero no… Morena siempre fue un pechofrío.

Ahí nomás calculé que ya había empezado el Apertura. Entré a Tenfield, revisé la plantilla de Nacional. ¡Echaron a Acevedo! Y bue… pobre Eduardo, a mí me caía simpático. Un incomprendido. Y se ve que los referentes del plantel se solidarizaron con el técnico, porque se fueron todos. Y trajeron a jugadores medio raros, como Chávez, que me recuerda a Guglielmone. O Palau, o Porta, o Mirabaje, o Flores, al que ya le estarán gritando “¡te echaron de todos lados, Flores!”. Un equipún.

Si hasta ahí ya venía medio preocupado, lo peor vino después. Se me dio por ir a ver Nacional – Fénix. A los veinte minutos entré a creer que caí en una suerte de mundo paralelo, tipo Homero Simpson cuando viajaba en el tiempo, mataba unos dinosaurios, y cuando llegaba todo era diferente. O como en Lost, ¿viste? Ahí está… seguro que el Ben Linus giró la manivela, y ahí aparecí yo en un mundo que se parece mucho al mío, pero falla en lo esencial.

¿Cómo se entiende si no que Lembo se mueva menos que Ghiggia (hoy), que Muñoz las mire entrar, que Peralta sea nuestra gran esperanza, que El Tanque vaya primero, y que el Viruta Vera haya hecho un gol de chilena?

Y lo que es peor: ¿en qué cabeza cabe que Peñarol no solo juegue un torneo internacional, sino que encima gane jugando bien?

Ahí te fuiste al carajo, Dios… destino, o como te llames. Se te quemaron los papeles.

Decime que es una cámara oculta… cabezón, cuervo, buchón, me cagaste. Decime que es un reality, que estoy haciendo la versión uruguaya de The Truman Show. O que en realidad estoy bien muerto, y más que preocuparme por el fútbol, debería juntarme a tomar cerveza con Arnold, Michael Jackson, Sandro, y todos los famosos que han ido pidiendo pase en las oficinas de San Pedro.

Capaz que es eso… me llegó el consentimiento del más acá, y mi ficha le pertenece al más allá.

Como dice el Morro García, cuando le dicen que está saliendo con una modelo: ojalá.

(Publicado en Guambia, 4/09/2010.)