miércoles, 2 de junio de 2010

Estudio de mercado: El corralito

Cuando la criatura se incorpora sobre sus mullidas nalgas, es hora de archivar el gimnasio y abocarse raudos y veloces a la búsqueda de un corralito.

De la sentada al gateo hay un suspiro. Pronto tu bebé te estará sonriendo junto al enchufe más próximo. Antes de ver esa escena en cámara lenta y preguntarte “cómo carajo llegó este ser de sesenta y cinco centímetros hasta ahí”, es mejor colocarlo en una amigable jaula con motivos infantiles.

Hay corralitos de varias formas, tamaños, colores y estilos. Aunque parezca mentira, existen incluso dos bibliotecas alineadas en torno al tamaño del entramado perimetral del mismo. Algunos técnicos especialistas consideran que es mejor el clásico corral de malla abierta, para que el incipiente bípedo pueda sostenerse y pararse con la ayuda del tejido. En la otra esquina (del round o del corral), se colocan aquellos que narran historias de extremidades cercenadas por el implacable filo de la red. Según estos apocalípticos, las hebras de nylon cortan sin piedad los frágiles dedos de los pequeños alpinistas.



Lo cierto es que los corrales de malla abierta son feos, de industria nacional y artesanal, anacrónicos y mal hechos. Los estampados son claros, los ositos parecen sacados de un dibujito del Canal 5 de los años 90 y a las patas se le notan las soldaduras. Un asco. Y para colmo el que los fabrica tiene el tupé de ser el único y manejar la oferta a su antojo. El monopolio del mal gusto, señor.

Se me ocurre que es un lindo tema para plantearle a estudiantes avanzados de la escuela de diseño industrial: diseñame un corralito que esté bueno, que no me arruine el decorado de la casa si lo quiero poner en el medio de la sala y que deje contentos a los detractores de la malla abierta y a los clásicos defensores del estilo “dejalo que se trepe hasta que veas que salta y se cae de boca”.

A aquellos capaces de lograr tal cosa, los pasaría de
año con honores y los mandaría con una beca a Japón. ¡Qué me vienen con Steve Jobs!

Cierro paréntesis creativo. Volvamos a los corralitos. Es increíble que a alguien se le ocurriera, pero sucedió: hay un modelo que viene con tapa. ¡Con tapa! Es espantoso. Para colmo en color azul marino, con la malla azul en trama chiquita. Es como un calabozo. Como un tupper de Crufi. Debería estar prohibido por UNICEF. ¿No hay tratados internacionales que regulen el recipiente donde puede uno poner al gurí? De más está decir que no lo recomiendo ni para un caniche nervioso, mucho menos para un bebé.

(no hay registros gráficos, pero juro ante escribano público que existe y está a la venta)

Otro diseñador de corralitos solitario y sin hijos inventó una alfombrita muy linda con una cerca totalmente endeble, constituida al estilo piscina estructurable con unos palitos en cada esquina y una tela que pretende establecer un límite de acción para el bebé. Es más un ginmasio con baranda que otra cosa. Te puede llegar a durar un mes con suerte. No compres eso y si te lo regalaron, buscá ya la tarjeta y cambialo por cualquier otra cosa, incluso por un almohadón para amamantar (a
l menos después te sirve para ver la tele en la cama).

(sin ilustración disponible)

El ganador indiscutido en este estudio de mercado, ante la falta de ideas y el mal gusto imperante, es el corral de la afamada marca Concord Baby. Viene en malla chica, pero trae unos simpáticos osos-manija de cada lado, para que el botija se agarre a su gusto sin correr el riesgo de perder un dedo en el intento. En su única presentación de estampado amarillo, no ofende demasiado a la vista y se puede plegar fácilmente y esconder debajo de la cama o detrás del ropero más cercano. Se lo puede encontrar en Creciendo, lugar poco económico si los hay, pero si vas a compara un corral, a menos que sea usado (cosa que no recomiendo teniendo en cuenta el uso extremo que recibe este artículo), ya decidiste desprenderte de, por lo menos, dos mil pesos uruguayos.


La practicuna son los padres. No sirve como corral, a menos que ya no lo estemos usando como cuna. Cumple una función a la vez. El que desarme la cama todos los días para usarla como corral, que levante la mano.
Los más veteranos me dirán: “yo me crié en un corral de madera y aquí estoy”. Es cierto. La industria que se ha generado en torno a los bebés, qué necesitan realmente y qué no, es un lindo tema para otro post. No pienso quemarlo acá. Ya me comprometí con una columna por
semana y esta me está quedando bastante larga.



Espero haberles dejado algo de mi magra experiencia. Me despido hasta el próximo miércoles, con más temas que preocupan a la madre, el padre (o el nuevo arreglo familiar que más les guste) y el botija de hoy.

20 comentarios:

zorro d colonia dijo...

gracias Maca,invalorable aporte ya que la zorrita ya tiene 6 meses y ya no se si colgarla del ventilador de techo o subirla a tornado,atarla bien y cruzarle las ancas al equino de un chirlazo cosa que vuelva a las 2 o 3 horas,así me deja entrar más seguido al blog,fijate que ni he tenido tiempo de leer la columna del mamadera de Lost? habrase visto.

zorro d colonia dijo...

El usado solo compraría el último que aparece,el de madera,ya que los otros tienen cada lamparones que te hacen sospechar si no se metían los papis a juguetear al corralito

Juan Domingo dijo...

existen los almohadones para amamantar? y como serian?

Nacho dijo...

Gran columna.

Me quedé con ganas de ver las fotos del corral abominable, pero luego se me calmaron al ver uno que parece una mesa de pool.

Pregunta: ¿es absoultamente necesario que el niño sea criado con corral? ¿no corren otras opciones? (ejemplos que se me ocurren ahora: encerrarlo en una habitación, ponerle correa, etc)

Macarena dijo...

Estimado Zorro: antes de atar a la gurisa a un potro y perderla en la llanura, probá bajarte unos cuantos videos de Doki en la compu. Es como la benzodiacepina de los lactantes.

Los almohadones para amamantar existen. Son como una gran castaña de cajú que se encaja en la cintura de la madre. Es como un pareo, hay varias formas de usarlo. Y son caros, como todo lo que rodea a esta industria del baby boom.

Ce dijo...

Muy buena columna, Maca.

Excelente la descripción de los niños y los enchufes... fue lo mismo que sentí yo la semana pasada cuando vi a la mía de 11 meses masticando un cable.

Ce dijo...

Para su tranquilidad, no hubo problemas con la electricidad y todo sigue bien.

Juan Domingo dijo...

Nacho: ponerles correa!
vos tenes que ser padre ya!

Carles dijo...

Yo si fuera niño prefiero que me aten a que me encierren en un cubículo. Excelente columna Maca, para cuando la voz del niño? Que prefiere el niño?

Carles dijo...

El de madera está bueno pa que se le atravanque el marote a la cría.

Juan Domingo dijo...

vos jodes carles?

se nota que a los cuatro años no se te dio por meter la cabeza entre dos barrotes de una reja para despues darte cuenta que para atras no salia...y que venga tu abuela y te empiece a pasar agua con jabon bao en la cabeza, la cara y los barrotes para que resfale, no se si lloraba mas porque tiraban de mis piernas y mi testa estaba trancada o por lo que me ardían los ojos...

y el jabon bao en los 80s ardia como la mierda.

Andrés Reyes dijo...

Yo creo que el niño prefiere estar aupa cuando uno pretende dejarlo solo, y viceversa. No sé, la tiro.

El Nacho dijo...

Excelente Maca!

El Nacho dijo...

Yo pasé la etapa (pero en unos meses empiezo la segunda temporada) del arme y desarme de la practicuna!

Levanto la mano.

El editor dijo...

Macarena. Prolifica como pocas.

Pregunta, ¿que opinas de las sillas esas que se atan al techo mediante unos elasticos entonces el bebe gasta sus energias rebotando todo el tiempo contra el piso. Se divierte como loco, se cansa, no escapa, no se lastima y uno se queda tranquilo.

EL GORDO ACHURA dijo...

juando!! eras un vejiga importante?

El Nacho dijo...

Editor, ese es el mejor regalo que le podés hacer a una persona que admirás!

Sobre todo si tiene forma de avioncito!

Andrés Reyes dijo...

Realmente el "buggy jumping" (así lo bautizamos en casa) es lo mejor que nos pudieron haber regalado. Nos ha permitido comer con las dos manos, por citar un ejemplo.

Alvaro Fagalde dijo...

Yo no tenía corralito. Cuando iba gateando o correteando a un lugar inconveniente, simplemente me rompía la cabeza en caída libre. Después de varios yesos aprendí mis límites y que Superman era ficción.
O sea, hay que tener corralito pal guacho.

fernando dijo...

Excelentes consejos Maca. Todavía no tengo críos, pero es bueno ir teniendo en cuenta esos piques...