Cuando usted lea estas líneas, ya habrá dado comienzo
la cuarta era de Oscar Washington Tabárez al frente del seleccionado nacional. A
distancia, ese entrenador que pasó por casi todos los estadios posibles frente
a nuestra opinión pública, inicia el largo camino que sabe Dios cómo y por qué
terminará algún día. Ese día tan temido por quienes aún no nos acostumbramos
del todo a ver que uno de los elementos constitutivos de nuestro fútbol no
tenga mucha crítica seria que recibir.
Publicado en Brecha, 05/09/14
Técnicamente,
Tabárez debutó al frente del seleccionado patrio el lejano 27 de setiembre de
1988, en el Estadio Defensores del Chaco, por la Copa Boquerón (copún) y ante
el seleccionado ecuatoriano en el que ya pululaban Alex Aguinaga y Holguer
Quiñónez. Con la base del equipo de Danubio que ese año ganaría “la doble
corona” (Torneo Competencia y Campeonato Uruguayo) y sin jugadores de Nacional (que se hallaba disputando los cuartos de
final de la Copa Libertadores que poco después ganaría) Uruguay triunfó 2 a 1
con goles de Gustavo Dalto y José Herrera[1].
Un mes antes, la primera era Tabárez había dado comienzo en el Campín de Bogotá
pero con su ayudante Gregorio Pérez en el banquillo, algo similar a lo que
ocurre 26 años después pero con Mario Rebollo, quien –curiosamente, o no tanto–
jugó aquel partido ante Ecuador.
Eran tiempos
complicados en la calle Guayabo(s), tanto que durante el año previo (1987) por
la AUF deambuló una diversidad de Ejecutivos Provisorios, presididos por los
“Wilmarvaldeces” de la época. Deportivamente no se estaba mucho mejor: si bien
un año antes Uruguay había ganado su decimotercera Copa América, lo hizo de
forma cuasi pintoresca: con un cuerpo técnico que duró apenas los dos partidos
que le bastaron para consagrarse en suelo argentino, tras derrotar a la
Argentina de Maradona y Caniggia primero y al Chile de Toro y Astengo después.
Sin embargo, el recuerdo de lo ocurrido en México 86 estaba demasiado fresco
como para echar campanas al vuelo: los 6 goles recibidos ante Dinamarca
marcaron a una generación con una herida que recién al ver el tercer gol de
Palito Pereira ante Sudáfrica, 24 años después, comenzó a cicatrizar.
Un año después
de aquel debut, y pese a que Uruguay terminaría perdiendo la final (en
Maracaná, ante Brasil, el 16 de julio de 1989), la selección de Tabárez cumplió
un contagioso desempeño en una nueva edición de la Copa América, con un Ruben
Sosa que era algo así como el Suárez de la época, solo que más rápido y menos
mordedor. El diminuto puntero de la Lazio llevó a Uruguay de la mano a la Copa
del Mundo de Italia, anotando en los 4 partidos de las que constaron las
eliminatorias de ese año, disputadas en pleno clima electoral.
La historia es
conocida: Sosa erró un penal en el debut ante España, y de ser Suárez pasó a
ser X[2]. Cuando
nos quisimos acordar, íbamos perdiendo 2 a 0 ante Italia y quedaban dos
minutos.
Los hinchas
celestes, apoyados en esa prensa tan proclive a buscar responsables, le echó la
culpa a Tabárez (y a su tendencia a dejar que Paco Casal ingresara al
vestuario, se sentara en el banco de suplentes, le hiciera masajes a
Francescoli y hasta jugara de lateral izquierdo en alguna práctica) del
fracaso. Los jugadores más consagrados que no lograron colmar las acaso desmedidas
expectativas de la afición, también se llevaron buena parte de las iras de los
aficionados y aficionadas.
Afortunadamente,
hoy, que volvimos a quedar afuera en octavos de final tras caer por 2 a 0, el
panorama no parece ser tan desolador.
A Eugenio lo que es de Eugenio
Usted bien
conoce cómo siguió la historia: luego de Tabárez llegó Luis Cubilla, quien vino
a colmar la necesidad de tener
“jugadores con hambre”, por oposición a los “repatriados” que llegaban bien
comidos y aunque nos clasificaban a los Mundiales, nos hacían quedar eliminados
a las primeras de cambio. Pero un par de años más tarde, Cubilla se vio
obligado a amigarse con los capitaneados por Francescoli, porque con Willy
Gutiérrez y Adrián Paz el horizonte no parecía muy prometedor, por más hambre
que tuvieran. Y no lo terminó siendo: afuera del Mundial de 1994 y por efecto
dominó también del de 1998.
A 2002
clasificamos pero con procedimientos no del todo deportivos (apelando a la
hermandad rioplatense primero, y mandando a la barra brava de Platense a
amedrentar a los australianos después), para quedar eliminados en primera fase
con Púa de técnico e infinidad de historias de esas que los periodistas
deportivos comparten en los asados.
En 2003 Tabárez
era número cantado para la selección, luego de un par de exitosos pasajes por
Argentina y una interesante campaña en Europa. Pero, según dichos del Doctor Da
Silveira (no el de la estulticia, el otro), Casal se inclinó por Juan Ramón
Carrasco, lo que habría motivado el enojo de Tabárez con su otrora compañero de
banco de suplentes. No conozco personalmente a Tabárez, pero me cuesta
imaginarlo manifestándole su enojo a Casal. Más me lo imagino torciendo
ligeramente la boca y masticando la bronca, pero no yendo a pedir explicaciones.
Calculo que si realmente se enojó, Da Silveira no tendría cómo saberlo, ya que
por aquel entonces estaba enfrentado a ambos protagonistas[3].
A Carrasco le
fue mal, vino Fossati y le fue mejor pero no lo suficiente para clasificar al
Mundial de Alemania, y allá por 2006 el hoy vicepresidente de la FIFA nombró a
Oscar Washington Tabárez al frente de las selecciones uruguayas de fútbol.
Nunca sabremos si realmente lo hizo para congraciarse con el recién asumido
gobierno de izquierda (dado que al parecer el entrenador tiene un comité en el
fondo de la casa y un imán de Mao en la heladera) o porque le gustaba el 4-3-3
que aparecía como el esquema táctico a adoptar. Pero lo cierto es que a Tabárez
lo trajo Figueredo. Y no nos tiembla la voz al decirlo.
Ni hay tres sin cuatro
No sé si a usted
le pasó, pero cuando siendo un niño fui al hoy desaparecido cine Arizona a ver
“Rocky IV”, no me esperaba gran cosa. No porque hubiera visto las tres
anteriores (proeza que lograría concretar años más tarde), sino porque es de
esperar que las cuartas entregas de una misma cosa difícilmente sea superior a
la original. En el plano futbolístico, le pasó a Gregorio Pérez en Peñarol, le
pasó a Juan Ramón Carrasco en Nacional, y a Carlos Bianchi en Boca.
Sin embargo, del
mismo modo que Rocky IV para mi gusto es mejor que las que habían venido antes
y que las que vendrían después, nada impide que este cuarto capítulo de Tabárez
(a quien adivinamos hinchando a morir por Iván Drago al grito de “y pegue, y
pegue, y pegue Ruso, pegue”) supere a sus predecesores[4].
Por eso, a
continuación, compartimos un listado de 5 motivos por los cuales a Tabárez debería
irle mejor que nunca:
1.
No
tiene nada para perder ni para ganar: salió cuarto en un Mundial, y no se fue.
Ganó la Copa América en Argentina, y no se fue. Casi queda matemáticamente
eliminado, y no se fue. Al final clasificó y se volvió en octavos de final, y
tampoco se fue. ¿Qué tiene que pasar para que se vaya? Seguramente nada.
2.
El
año electoral se roba la atención. ¿Qué mejor momento para asumir nuevos
desafíos deportivos que durante un período electoral? Si mañana pone al Tata
González de enganche, a nadie le va a preocupar porque los uruguayos y las
uruguayas estamos demasiado preocupadas en esperar encuestas, subir infografías
a facebook y meter hashtags interminables en twitter.
3.
Ya
a nadie en su sano juicio se le ocurrirá pedirle que cite a Pacheco o Recoba.
Tampoco llama la atención que ya no cite a Forlán o Lugano. Ese recambio otrora
tan reclamado se dio de manera natural.
4.
La
sanción de Suárez, lejos de meterle presión a Tabárez, se la quita: ya el
Mundial nos sirvió para saber que sin el salteño de la generosa mordida, nos es
imposible ganar un partido oficial. Por ende, la presión para jugar la Copa
América y las primeras fechas de la Eliminatoria tenderá a cero, pues si
perdemos ante el poderoso elenco incaico de Pablo Bengoechea, a nadie le
llamará la atención.
5.
Viendo
el perfil del actual Ejecutivo, no debería de sorprender que ante un eventual
cese de Tabárez, comience a sonar el nombre del “Ronco” López o de Rosario
Martínez.
De momento, quienes
vivimos en este fútbol con equipos que deben tres meses de sueldo (en un
campeonato que arrancó hace tres semanas y en el que supuestamente uno no puede
arrancar si tiene deudas con los jugadores), nos sentiremos por un rato el
Manchester United de América. Tabárez será nuestro Ferguson hasta que se le
vayan las ganas y haya que salir a buscar un Moyes[5],
que nos haga comprender cuán certeras fueron aquellas palabras proferidas por
el entonces entrenador del Club Nacional de Football, don Martín Lasarte:
“Otros vendrán que bueno me harán”.
Ojalá antes,
como le pasó a Balboa, Uruguay alcance la gloria en suelo ruso para recordarnos
que cuartas partes, no siempre fueron malas.
[1] Además de Dalto, ese día
jugaron los siguientes jugadores franjeados: Zeoli, “Pecho” Sánchez, Nelson
Cabrera, Edison Suárez, Ruben Pereyra, Eber Moas, “Pompa” Borges y “Polillita”
Da Silva. O sea: menos Kanapkis jugaron todos. Dato que no escapó a la
comprensión de Luisito Cubilla, que por oposición, convertiría al corpulento
zaguero en el símbolo máximo de su selección.
[2] Ponga usted el delantero
intrascendente que usted prefiera, nosotros no lo haremos porque detrás del
profesional está la persona, y detrás de la persona, la familia.
[4]
Iván Drago era el nombre del boxeador soviético que enfrenta a Rocky Balboa en
la cuarta entrega de la saga. El rubio y enorme Drago primero mata en el ring
al afrodescendiente Apollo Creed (compadre de Rocky), y luego parece que lo va
reventar al protagonista, que finalmente reacciona y mete un par de golpes bien
colocados que logran modificar el destino del combate, ante una multitud
enfervorizada que termina gritando “Iu, es, ei. Iu, es, ei” en plena Moscú de
Gorbachov, que también se suma al cántico hasta que se da cuenta de que a
Stalin no le hubiera gustado esto.
[5]
David Moyes fue el entrenador que reemplazó a Alex Ferguson en la dirección
técnica del Manchester United, tras 27 años en el cargo. Como resultado, en
2014, por primera vez en casi 20 años, el Manchester no jugará la Liga de
Campeones.
10 comentarios:
Tabarez los manda a la B. Llamen a Caruso.
Bien Reyes, bien vos.
Todo bien con que siga Tabarez, pero vayan por favor preparando a Coito y no jodan con Aguirre y otros.
Mauro, España comió con Francia pero igual te banco. No dejes de escribir ni de poner minas con poca ropa en tu columna, sobre todo en la escrita. A ver si te ponés un poco mas hard para la que viene, aunque concuerdo que Marcela es de lo mejor de Argentina para mi gusto junto a Araceli, se ve que hacía frio y la sacaste vestida.
Lástima que la selección tiene menos hinchas que Tacuarembó, sino organizabamos una juntada de bronce para el busto del maestro
Este es un tema para Adusto, Coito con ese apellido, puede, ya no ser técnico, entrar a una cancha sin ser el hazmerreir de los contrarios? Al menos de los que sepan algo de español
Yo di campeón a EEUU Ilich, así que sigo en carrera.
Además, la caída de España no la pronosticaba nadie, ni el francés más optimista.
Como el basquet es un deporte asquerosamente lógico, de acuerdo a la categoría de los planteles debía ganar España.
Ergo, no podemos hablar de otra cosa que de:
a) una mala noche (2/22 en triples y 50 - 28 los rebotes para Francia)
b) mala preparación del juego en cuanto a la planificación (ver declaraciones de Navarro...)
c) miedo escénico y/o presión ante un juego parejo y con riesgo de perder (por primera vez en el torneo)
d) se cagaron
e) una conjunción de los cuatro puntos anteriores
Por eso te banco Mauro
Gracias, Mauro. Ahora como me basquetbolizaste la columna, en la próxima hablaré de baloncesto, pero del bueno, del nuestro, del del flotante desparejo y los acrílicos que no traslucen.
Adelante Reyes!
Esperamos ansiosos ese material.
Si precisas asesoramiento avisa, empecé a ver basquet en 1994 en tercera de ascenso, no como los blanditos que comentan acá (?).
En aquellos tiempos de "wilmarvaldeces" había un "abulafia": el Dr. Tabita Vázquez, ilustre vecino de La Teja, bochado por el cejudo poder de la época (¿dónde estaba el valiente Periodismo de investigación de la época?).
De no haber pasado aquel triste hecho, hoy podríamos fumar en cualquier boliche...
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