Érase una vez un cuento colectivo

La consigna es ésta: elaborar un cuento colectivo, en el que cada participante deberá, además de explicitar su aporte vía comentario, aclarar quién debe continuar el cuento en cuestión.

Los comentarios deben tener la forma:

#CUENTOCOLECTIVO Bla, bla, bla
SIGUE x

Con "Bla, bla, bla" igual al aporte, y x igual a quien debe continuar el cuento.

El cuento se llama "Ruidos molestos" y arranca así:

Corría una fría noche de 1987. Estaba sola en casa, cuando me pareció que alguien llamaba a la puerta.

Le toca a Evil

Vea cómo está quedando el cuento, vea cómo:

Ruidos molestos

Corría una fría noche de 1987. Estaba sola en casa, cuando me pareció que alguien llamaba a la puerta. Pensé que eran los milicos, así que escondí rápidamente abajo de la cama las botellas, el bidón de nafta y los trapos. Corrí un poco la cortina y vi que por suerte no eran los amigos de Reyes. Grata sorpresa me llevé cuando vi que era el Chengue. Y no venía sólo. Venía con su amigo, al que cariñosamente apodaban "cabezón", aunque también le decían "flaco".

En ese momento se me aflojaron las rodillas. Abrí la puerta y los invité a pasar. Les pregunté si gustaban servirse algo. No demoraron ni un segundo y me contestaron a dúo:

"Sabemos que tenés misiles en el living. Sos amiga de Hamás. Confesá, hija de puta".

Hamas imaginé que alguien me acusara de colaborar con Jamás, les dije, trabucando los conceptos por los nervios.

"Te acusamos porq tenemos pruebas",dijo uno de ellos. Apuré el vaso de cerveza y me pasé un dedo por el labio superior queriendo seducirlos,pero fue en vano.

"A las pruebas me remito", dijo el Chengue. Y de su bolsillo saco un cassette.

"Ponelo", me dijo.

Fui hasta el radiograbador, metí el cassette y puse play. Por el parlante la voz de Ceratti cantaba "Un misil en mi Placard". Lo miré al Chengue primero, luego al cabezon y les pregunte: ¿Ustedes dos son pelotudos?

"Mirá nenita. No te haga la inteligente con nosotro porque la mano viene brava pa`vo", me dijo el Chengue, desprendiéndose el cinturón.

"Uuuuhh!", suspiré y un escalofrío recorrió mi cuerpo desde la cabeza hasta la punta de los pies. Hasta el día de hoy el escozor, al recordar aquella imagen, cala hondo en mi ser.

"Tranquila", dijo el moreno elemento esbozando una sonrisa. "Solo me estoy bajando un número del cinto porque lo tenía muy apretado. La cuestión e`así: vo le presentaste una amiga al borracho. 

"¿El borracho?", pensé para mis adentros. Obviamente debo de haber acompañado el pensamiento con un gesto porque enseguida el cabezón repuso:

"¡Sí! El borracho. El borracho O'Neill. No te hagas la que no lo conocés".

"¡Ah! ¡Sí! Claro....muy simpático...no sabía prender la computadora", dije muy tímidamente e hice una mueca de nerviosa sonrisa.

"Ese mismo", retrucó el Chengue. "Bueno, resulta que tu amiga no era realmente una amiga natural, digamos... Su rostro me era conocido, sus brazos peludos, su espalda, habia algo muy familiar en su aspecto. Revisando mis fotos juveniles develé el misterio, tu amiguita Carla Zaira no era otro que mi ex compañero de inferiores el Mono Albermarger, con una nueva apariencia que no lograba esconder del todo su pasado de recio marcador de punta por derecha. ¿Qué lo habra hecho cambiar su apariencia? ¿Será un agente encubierto?"

Me sorprendí, no solo por lo del Mono Albermagger, que yo ya lo intuía, sino por el cambio en la lexicografía utilizada por el hasta entonces rudimentario Chengue.

Le dije: "¿por qué hablás así ahora? ¡Me gusta tu nuevo estilo! A propósito, ¿qué hizo O Neill cuando salió con tu ex amiga Carla Zaira? 

El Chengue, volviendo en si mismo, como si saliera de un hechizo le contesto: