Dime qué te cantan y te diré si clasificas

Más de una vez hemos escuchado que la hinchada de la selección uruguaya es la más triste del mundo. No en vano es incapaz de salirse del “soy celeste, celeste, soy yo” a la hora de alentar, ni del tímido silbido cuando el rival demora el juego o el colegiado de turno tiene a bien obrar en contra de nuestros intereses. Sin embargo, una rápida recorrida por las parcialidades de nuestros rivales de grupo y de nuestros países limítrofes nos hace comprender que quizás no estemos tan solos en este mundo.

(Publicado hoy en Brecha, para vos Mauro).

La influencia cultural que ejercen nuestros hermanos argentinos es tal que un hincha uruguayo promedio puede afirmar, sin temor a equivocarse, que el cántico predominante durante los partidos del seleccionado albiceleste es aquel que dice: “Vamos, vamos. Argentina. Vamos, vamos. A ganar. Que esta barra, quilombera. No te deja, no te deja, de alentar”.

Es decir, una porquería de canción. Quizás no sea tan triste como la chilena “chi, chi, chi, le, le le; viva Chile” (verdadera razón de la proverbial tendencia trasandina a perder) ni como la mexicana, que termina diciendo “México, México, ra, ra, ra”. Pero convengamos en que el pueblo peronista se merece algo mejor.

La situación parece no mejorar si cambiamos de frontera y enfilamos hacia las tierras mundialistas. El periodista brasileño Glauco Faria (futepoca.com.br) nos cuenta que la canción más común en las arquibancadas es: “Yo… soy brasileño… con mucho orgullo, con mucho amor”. Cuesta entender que hayan podido ganar cinco copas del mundo con canciones así.

Sin embargo, parece que el repertorio de los fanáticos de la canarinha supera al nuestro al incluir temas adaptables al rival de turno. “Muchos de los gritos se cambian de acuerdo con el juego o la ocasión, para provocar al oponente”, explica Faria. “En la Copa de Confederaciones, por ejemplo, en más de un juego la multitud gritó: ‘España no lo tomes a mal, todo está moral, pero sólo tienes un Mundial’.” 

Suerte que Jorge Cazulo nunca jugó en Brasil.

Lo que nos espera. 

La hinchada inglesa, de la que uno podía llegar a esperar elaboradas composiciones, hijas de uno de los países musicalmente más influyentes de los últimos cien años, tampoco se aparta de la regla. 

Quizás lo más novedoso pase por la modificación del nombre del país, al que los fanáticos le agregan una sílaba hasta transformarlo en “Engerland” y volverlo así más rítmico. El cántico más común en los estadios en los que juega el seleccionado de los inventores del fútbol es apenas una reiteración eterna del nombre “Engerland” con una melodía que en nuestras costas supo ser adoptada con cierto éxito durante los años noventa, al ritmo de: “Dale bo, dale bo, dale bo… dale bo, que vinimos a ver-te. Te llevamos en el corazón, te queremos, ver campeón”.

El resto de las canciones más populares se limita a repetir una y otra vez el nombre de Inglaterra, alternándolo con monosílabos o tarareos. Como aquella que dice “come on, England”, versión inglesa de nuestro “y dale, Manya, dale”. 

En próximas entregas analizaremos el set list de la hinchada más rioplatense del mundo (la de Italia). E indagaremos en la psiquis de un hincha (el costarricense) que tiene como himno de su selección a una versión del clásico “Agarrensé(n) de las manos” del Puma José Luis Rodríguez.

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