10 cosas que amo de ti

Pese a que gracias al auge de las redes sociales, los hinchas de Nacional y Peñarol tienen cada vez más oportunidades para menospreciar al equipo rival, muy en el fondo de los corazones tricolores y aurinegros subyace la envidia, el deseo de tener aquello que el otro tiene y a que uno le ha sido vedado. A continuación, el top ten de cosas que el hincha de cuadro grande le admira secretamente a sus enemigos.

El hincha de Nacional envidia:

1-      Que los de Peñarol sean más.

No ha habido ningún estudio serio al respecto (hubo uno de la empresa de Nery Pinatto, pero serio no ha habido ninguno hasta el momento), y la venta de entradas suele ser pareja (salvo cuando Peñarol sale campeón, algo que sucede una vez cada tanto), pero aún así parece haber un consenso respecto a que la hinchada de Peñarol es más numerosa. Será porque el amarillo resalta más, será porque son más revoltosos, será porque los que mandan en Tenfield son carboneros, pero lo cierto es que a los hinchas de Nacional le gustaría no tener que entrar a un sitio web partidario para sentir que son mayoría.

2-      Que Peñarol sea el equipo del pueblo.

O sea que si uno trabaja en la construcción debería ser hincha de Peñarol. Y si no lo es (tal como sucede en la mitad o más de los casos), no estará haciendo lo que se espera de él. Y todos sabemos que la gente del SUNCA todavía cree en la lucha de clases.

3-      Que Peñarol haya ganado un campeonato en los últimos nueve, y que no parezca importarle a nadie.

En cambio, Nacional salió campeón del último Uruguayo, y lo cierto es que nadie se acuerda. ¿De qué se acuerda la gente? De que Peñarol llegó a la final de la Copa, y de la película “Manyas”. Lo cual nos habilita a pasar a los siguientes dos ítems.

4-      Que nadie se acuerde de que Peñarol llegó a la final de la Libertadores de puro pedo, y que la perdió.

Es que el hincha de Nacional reflexiona: “si habiéndola perdido, están así como están, imaginate si la hubieran ganado… habría que ir hasta el centro de la cancha del Parque y hacer la gran Abdón en masa”.  Porque si hubieran llegado hasta allí jugando bonito, o metiendo huevo, o con algún otro atributo que no fuera el ojete de Dieguito “conmigo no jugaz máz” Aguirre, vaya y pase. Pero no fue el cazo.

5-      Que “Manyas” haya sido vista por mucha más gente que esta nueva de George Clooney en la que hace de un cornudo que tiene la mujer en coma porque se dio flor de palo con el jet sky.

Es que el parcial tricolor no entiende qué atractivo le encuentran a una hora y pico de imágenes de energúmenos diciendo las mismas cosas que uno puede leer diariamente con solo abrir el facebook. También sospecha que si la película hubiera consistido en una sola toma de un hincha carbonero saltando sobre una bandera de Nacional, el éxito hubiera sido aún más grande.

El hincha de Peñarol envidia:

 1 -      Tener estadio propio.

Todo bien con jugar todos los partidos del año en el Centenario, pero cada vez hace menos gracia que los quetedije hagan alarde con el Parque cada vez que le agregan una fila de asientos. Se hacen los desentendidos del tema, pero le prenden velas al primo lejano de Berugo para que el sueño se haga realidad. Luego ya habrá tiempo para darse cuenta de que tomarse un Copsa atiborrado de inadaptados para ver un Peñarol – Rentistas no es un plan de domingo demasiado seductor.

2-      Que un jugador de Nacional se haya pegado un balazo en la mitad de la cancha cuando comprendió que estaba en el declive de su carrera.

Porque digamosló abiertamente: pegarse un balazo porque andás jugando mal, es algo bien a lo Peñarol. Uno espera que el jugador de Nacional haga terapia, se integre al cuerpo técnico, o lisa y llanamente le dedique tiempo a la familia. Pero nunca pegarse un balazo explicitando que lo hace por la camiseta de sus amores. 

3-      Que sugieran que Artigas y Gardel eran hinchas de Nacional.

Eso les impide terminar de querer al Pepe Aguileño, que hasta la bandera parecida a la del Bolso tiene. Después de todo, no era más que un viejo bagayero, borracho y cojeprimas. Seguro que Ansina –que era el que inventaba todas las frases célebres pero tenía perfil bajo– era manya. Y qué decir del Mago… que debutó con un pibe, como Pelé.

4-      Que Nacional nunca haya cambiado de nombre.

Peñarol siempre ha sido desprolijo en sus trámites administrativos. De otra forma, no se entiende que hasta el día de hoy sigan rompiendo los huevos con el tema del decanato. Era tan fácil como cambiarle el nombre al cuadro, cosa que han hecho clubes grandes como el Inter de Milán o el Atlético de Madrid. Pero no: votaron el cambio 7 socios del CURCC reunidos en un bar, que no se preocuparon por llevarse las copas o de asegurarse de que el equipo inglés siguiera compitiendo por la suya. Como resultado, el pueblo uruguayo tiene que seguir soportando la discusión más insípida de la humanidad, aquella en la que el premio es haber nacido un par de años antes que su rival.

5-      Que las divisiones juveniles de Nacional produzcan muchos más jugadores.

Ni trayendo al Gordo Púa se pudo sacar un jugador como la gente: todos laterales derechos o volantes carrileros. Nunca un diez, nunca un centrodelantero (los últimos en dicho rubro fueron el Pepe Cancela y Álvaro Generali). En cambio, Nacional te saca tres o cuatro por año, juegan dos partidos, luego los compra Bentancur, se los declara en rebeldía, y luego se arregla por un millón por cabeza. Y con la guita se va amortizando la deuda que dejó Ceferino por el pase de Edú Marangón y el Rafa Bianchi. Negocio redondo, más redondo que el propio Víctor Haroldo.

(Publicado en Guambia, hace como dos semanas).