Espero que estén todos y todas recuperados de la faena consumista del día del botija. Y como nadie preguntó, volvió la columna.
Hoy vamos a comenzar con una anécdota (me encanta usar el plural cuando en realidad estoy hablando por mí misma, es como un recurso de maestra de escuela –que me corrijan las maestras si miento).
Hace no mucho tiempo atrás, siendo yo una persona sin hijos, organicé junto a mi compañero de ruta una preciosa comida con amigos en casa. El papá de la barra, en ese entonces el único, cayó con sus botijas y una pila de CDs de películas infantiles a cuestas.
Yo le pregunté si realmente era necesario que se trasladara a todas partes con su pack audiovisual. Nunca olvidaré la mirada que me devolvió, mezcla de sabiduría autocomplaciente con un dejo de “algún día entenderás”. Esa fue la primera vez que vi Cars, la película animada que rompió con aquella máxima de que “nunca segundas partes fueron buenas”.
Y no es porque la primera sea mala, pero es larga y tiene partes muy lentas. Recuerdo cómo me impactó ver a mi amigo recitar como al pasar los diálogos de la película que mantenía a su hijo bajo control mientras él se daba el lujo (hoy sé que lo es) de tomarse una cerveza con amigos.
La segunda vez que vi Cars, también parcialmente, me aburrí tanto (y eso que a mí siempre me gustaron las infantiles) que dejé de verla sin darme cuenta, como quien está en presencia de “Sleep” de Andy Warhol.
Tres años más tarde, quizás más, me veo en la misma situación que mi amigo, recitando los parlamentos de “el rayo McQueen y sus amigos” y hasta me sorprendo utilizando el latiguillo del héroe de cuatro ruedas: cuchauuu. Es un poco vergonzoso, pero bueno, son cosas de padres.
Ya perdí la cuenta de cuántas veces vi la misma película. Por más que trato de alternárselas, ante una amenaza de bomba o alerta de tsunami en puerta, el rayo siempre me salva. Y cuando pienso que ya está, que se le pasó el romance, como de la nada mi hija me mira y me dice en su lenga lenga: “pone el rayo, mamá, pone el rayo”, señalando el televisor donde, por supuesto, solo se emiten dibujitos las 24 horas del día.
Yo que le había decorado el cuarto con mariposas rosadas y verdes, ahora tengo que ver como una marea de autos deportivos rojos se apodera de la casa. Hasta tiene un poster con los personajes de la película Cars II, todos autos antropomórficos, rodeado por los stickers de Cars I, un almohadón con la cara de “el rayito” que la ayuda a conciliar el sueño, libros de la película y todo el merchandaising del que pudimos hacer acopio sus sacrificados padres.
Una vez vi a una madre en un supermercado salir de sus cabales al grito de “¡Basta! ¡Ya no quiero una sola cosa más de Ben 10 en casa!”. La miré, divisé que su hijo estaba ya en edad escolar, y un solo pensamiento se apoderó de mi mente: allá vamos.
De bonus va el tema central de la película Cars, 'Life Is A Highway' interpretada por Rascal Flatts.
6 comentarios:
Yo vengo zafando de los dvd viajeros. A cada lugar que vamos con la botija, los anfitriones deben encargarse de entretener a la niña o proveer entretenimiento, esas son las condiciones.
Lindo día para postear. Están todos los vagos en la misión (ojo, con el mayor respeto lo digo).
Siento no poder proveer mis fritangas. Tengo a mi botija con los mocos colgando. Nostalgia, no tenés códigos.
Al final me quedo en casa, quizás mirando Cars...
"Hola a todos, soy yo, Mickey Mouse. Oye, queréis entrar en mi casa? ... Pues muy bien, vamos allá. Jaja, casi se me olvida, para que la casa aparezca tenemos que decir las palabras mágicas Miska, Muska, Mickey Mouse. Repetidlo conmigo: Miska, Muska, Mickey Mouse!".
Tengo los huevos como dos orejas.
Ouchoruuuuus!
No sabés cómo te entiendo Luis.
pero pensemos del lado de la criatura, algo está pasando que solo el video en cuestión puede resolver
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a mi me pasaba con un libro (sissi, pequeña reina), cuando terminaba enseguida lo empezaba de nuevo
No sabes como te entiendo, me tienen podrido el rayo Mcqueen y kunfu panda, los 2 atomizadores del momento...
En particular no aguanto mas bailar la cancion de cuando se van en avion a la carrera en japon...pero ta, la sonrisa (y sobre todo quietud) del guri todo lo vale...
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