miércoles, 10 de agosto de 2011

Autoayuda. Día del Niño



Método Brian Weiss para seleccionar un juguete:

Déjese llevar por sus impulsos. Elija aquel juguete que usted como niño siempre hubiera deseado pero o bien no existía en la pretérita década de su infancia o sus padres ni en sueños se lo habrían comprado. Pueden ser ambas.

Ahora haga foco, si es que puede, y recuerde que está buscando un juguete para su hijo -sobrino, ahijado, el retoño de su novio o novia - De ser necesario, derribe de un golpe seco en la nuca a su niño interior. ¿Ya está? Sigamos adelante.

Usted está parado frente a ESE juguete. Lo que va a experimentar es una alucinación. Una proyección de la reacción y la conducta que le gustaría que adoptara su pimpollo ante el objeto en cuestión. Respire hondo y cierre los ojos.

Ahora está viendo ese mismo juguete (¡No abra los ojos!). ¿Lo ve? Entra en escena su hijo real, no aquel botija sonriente y cuidadoso del fotograma anterior. Esté sí es su botija. Trate de imaginárselo jugando con ese juguete caro, muy caro, diseñado cuidadosamente para una edad determinada, con todas esas bellas instrucciones en varios idiomas al dorso de la caja.

Sin abrir los ojos, trate de ser honesto con usted mismo. Visualice todos los usos poco convencionales que su botija ensayará con el costoso juguete. Vea como se para y salta sobre el pianito o la estación de servicio de tres pisos que usted cuando niño siempre soñó tener y que, frustrado, juró comprarle a sus hijos a expensas de prestarse para ensayos médicos de ser necesario.

Las imágenes pueden ser un tanto fuertes, pero es un ejercicio necesario. Calcule en cuantas cuotas lo pensaba pagar y cuánto le puede llegar a durar. Imagine cuánto más le va a entusiasmar la caja. No se trata de ser roñoso, no se engañe. Es una dosis sana de realismo.

Abra lentamente los ojos. ¿No ve algo distinto al juguete? ¿Verdad que sí? Si aun así quiere comprar ese juguete, no invente excusas. Todos sabemos que es para usted. Y para qué negarlo, se lo ha ganado soportando ser un adulto por tanto tiempo.

Si pudo vencer la tentación, enhorabuena. Salga lentamente de la juguetería, quizás con alguna chuchería y piense que, al menos si no nos encargamos de pudrirle la croqueta, el mejor regalo que podemos hacerle al botija es nuestro tiempo (ese mismo que pensábamos pasar en la oficina para pagar el costoso objeto de deseo).

10 comentarios:

zorro d colonia dijo...

cuánta sabiduría en tan pocas palabras,Maca,mencantó lo tuyo

Andrés Reyes dijo...

Esta columna pasa por un momento soñado.

Suscribo todo lo que allí dice.

Algo que da resultado es esperar a que el botija crezca, y te pueda pedir exactamente qué miércoles quiere, como para no haya reclamos.

Macarena dijo...

Bueno, muchas gracias.

Lo lindo de ser mamá es que es un tema que nunca se agota. Tengo material para rato.

:)

Macarena dijo...

Ahhh y no se olviden de pasar por el MIDES a dejar juguetes para los botijas de los refugios!

(Capaz que le quedó fea la nota a Reyes... http://tinyurl.com/3q4wtql)

No sé si los sociólogos andan con mucho laburo o están dejando para último momento, lo cierto es que en la oficina venimos medio lento con la juntada... :(

Maragat dijo...

Exelente! yo por eso no tengo botijas, los juguetes son mios nomas.

Macarena dijo...

Maragat:

Los juguetes son tuyos, pero la imaginación es de ellos. Lamento pincharte el globo.

:P

Maragat dijo...

Esta bien Macarena, pero uno tambien tiene imaginacion.
Y aparte ya no se de que juguetes estamos hablando, pero ta, muy bueno lo suyo.

Brunzo dijo...

Excelente Maca. Pero algún día le compraré para tenerlo yo ese bote pirata de Playmobil.

Dulcinea dijo...

Maca, de mamá a mamá, felicitaciones!!!!!

El otro día dialogué conmigo misma sobre eto frente a una preciosura.

"Me muero con este carruaje de princesa. Mirá el vestido de ella y los adornos del caballo. Es hermoso"

2 instantes después:

"Olvidate. El carruaje y la bella princesa terminarán descuartizados como si el regalo lo hubiese recibido Freddy Krueger en vez de tu dulce pequeña".

Macarena dijo...

Ay! Dulcinea...

¡Al fin alguien que me comprende!